José de Villamisar – Desde PEÑALABRA
Estos días, todo el mundo vio por televisión y otros medios de información la alegría de unos y la tristeza disimulada de otros, en el Congreso del Partido Popular que se celebró en Madríd para elegir al nuevo Presidente del Partido. Había dos opciones, el hasta ahora Portavoz de Comunicación del Partido, Pablo Casado, y la que fue Vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría. Como aventuraban todas las encuestas Casado arrolló holgadamente a su contrincante, y se proclamó nuevo Presidente del Partido.
Mariano Rajoy, proclamando una vez más su aparente neutralidad no votó, pero en su interior no era neutral, su preferida era Soraya, su Vicepresidenta, cuando Ana Pastor anunció el resultado de la votación, todas las cámaras enfocaron al ganador que se abrazó al todavía Presidente, éste, serio y con cara de circunstancias, no disimulaba su contrariedad con el resultado, se le veía serio, triste, con gesto amargo, que coincide con la despedida también triste de todos sus predecesores en el cargo.
En el año 2005, se vio la foto de D. Manuel, ya en el ocaso de su vida, balbuceando y tambaleándose en una campaña electoral. También le pasó a Aznar, a quien sus ambiciones imperiales se quebrantaron en la sangrienta fecha del del 11-M. Ahora le pasa a Rajoy, al que la moción de censura ha sido como una bomba de relojería, con víctimas que no se lo creían días antes cuando lograron aprobar los presupuestos. La primer víctima fue el propio Rajoy, seguido de Cospedal que no logró pasar la criba de los afiliados, también se puede incluir como víctima a Núñez Feijóo, que por razones nunca confesadas, dejó pasar la oportunidad de convertirse en el nuevo líder de la derecha española, oportunidad que quizás no vuelva a tener. Soraya, por supuesto, que es la víctima por excelencia y la gran perdedora de éste Congreso.
No se sabe que futuro le espera a Casado, aunque fue el gran triunfador del evento, tiene pendientes algunos flequillos curriculares que le podrían convertir en aquel, no se si se acuerdan ustedes, decía que se podría convertir en aquel Hernández Mancha, también Presidente del PP que acabó con un final desgarrador.
Visto lo visto, da la impresión de que la derecha española es incapaz de jubilar a un Líder con honores y de forma heroica.
Mucho me temo, que la amargura que le vi a Rajoy le acompañe algún tiempo, y así como a Aznar lo ha hecho antipático, a Rajoy lo haga triste.
Ahora le toca el turno a Casado, a ver si rompe la tradición, para ello tiene la obligación de organizar su partido, que aunque digan lo contrario quedó dividido, en toda contienda hay vencedores y vencidos, y en estos momentos en España se necesita al Partido Popular fuerte y unido, que sea capaz de hacer limpieza de esa corrupción que le viene lastrando desde tiempos ha, y si quiere recuperar los votos perdidos en las últimas elecciones, tiene que dejar a un lado la extrema derecha y escorarse hacia el centro o entro-izquierda.
Y para concluir, me quedo con una frase del discurso de Casado. «Os necesito a mi lado y desde aquí os garantizo que volveremos a tener a un Partido Popular fuerte, que seguirá transformando la España de nuestros hijos».
Suerte a Casado, a Sánchez, a Iglesias y a Rivera. En sus manos está la suerte de España.
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