Entrevista con Enrique Baquedano, director del Museo Arqueológico Regional
Pinilla, Alcalá, Santorcaz y Olduvai son cuatro referentes en la arqueología. Especialmente para nosotros porque están unidas a una figura, que trabaja en esos puntos, con un objetivo único: aprender para poder trasmitir. Enrique Baquedano es el director del Museo Arqueológico Regional y es responsable de las excavaciones en Pinilla, en Santorcaz y en Olduvai codirector del Instituto de Evolución de Africa (IDEA) y Patrono del Museo Arqueológico Nacional. Desde el valle alpino del Lozoya, a la estepa de Santorcaz, pasando por la garganta del río Olduvai (Tanzania) o a las salas del museo en Alcalá.
¿Cómo llegó a los yacimientos del Calvero de la Higuera?
La primera vez que llegué a ver el yacimiento fue buscando setas. La cueva del Camino tenía una valla que la gente se saltaba; vi que había restos en superficie y me planteé qué podía ser aquello. Pregunté en el Ayuntamiento y me informaron que era el yacimiento clásico del Camino que conocíamos de los años ochenta. Y así fue como planteamos el inicio de la investigación. La siguiente visita la hice con Alfredo Pérez-González, que quedó entusiasmado, y de inmediato nos pusimos a trabajar con Juan Luis Arsuaga y su equipo.
¿Qué balance hace de la campaña de este año?
Navalmaíllo se visualiza ahora muy bien y tenemos una mejor idea de cómo era este abrigo de neandertales. Por su parte, la cueva de la Buena Pinta nos ha demostrado ser aún más importante de lo que pensábamos, puesto que tuvo un vestíbulo enorme, muy grande, de tal manera que los homínidos pasaron más tiempo en ella de lo que habíamos pensado. Finalmente, en la cueva Des-cubierta hay niveles del Pleistoceno medio, lo que envejece las dataciones del yacimiento y nos llena de satisfacción.
¿Cuáles son los resultados más significativos después de nueve campañas de excavaciones?
Quizás lo más destacado después de este tiempo es que Pinilla del Valle es, sin ninguna duda, uno de los proyectos más relevantes del Paleolítico europeo y, además, hay una cosa que nos llena especialmente a Alfredo, Juan Luis y a mí, y es que se ha convertido en una cantera de investigadores muy importante; no hay ningún arqueólogo español que se dedique al Paleolítico que no haya pasado por Pinilla.
Pinilla es uno de esos cuatro o cinco yacimientos que son referentes absolutos en la arqueología del Paleolítico español y eso, para nosotros, es un gran motivo de ilusión.
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¿Cuál es el futuro a medio plazo?
Entramos en la fase de publicar los resultados científicos. Hemos trabajado bien los temas de difusión durante los períodos de excavación, pero hemos de publicar las investigaciones científicas, porque la ciencia no existe sino se publica. Ya hemos publicado tres artículos muy importantes en la revista Zona Arqueológica, en un número dedicado al Congreso sobre hienas que hicimos el año pasado en el Museo Arqueológico Regional. Acabamos de enviar un artículo al Journal of Archaeological Science. También estamos terminando la memoria de excavación de la Cueva del Camino y preparando las memorias de Navalmaíllo y la cueva de la Buena Pinta. Sacamos otro artículo sobre la industria lítica de Navalmaíllo que enviaremos a otra revista americana de impacto, como es Journal of Anthropological Research… La prehistoria se difunde a través de estos artículos, que atraen a otros profesionales y difunden el nombre de Pinilla por el mundo.
Estamos en la fase de investigación, no se puede contar lo que no se sabe y nosotros somos poco elucubradores. Somos muy positivistas, de contar cosas con imaginación pero con datos y establecer teorías basadas en resultados contrastados. De momento, estamos contando las primeras impresiones, cómo hacemos las cosas y cuáles son las primeras conclusiones.
¿Cómo responde el público a sus convocatorias?
En Pinilla la respuesta es excepcional. Ya se ha convertido en un clásico que el último domingo del mes de excavaciones se puedan visitar los yacimientos y ver cómo trabajan paleontólogos, arqueólogos y geólogos, a través de las explicaciones que dan los guías. De hecho, este año han sido unas 500 visitas.
¿Han hecho más prospecciones en Pinilla a la búsqueda de posibles puntos de excavación? ¿Por qué no se amplía la excavación?
Nosotros no queremos incrementar los puntos donde se intervenga hasta tal nivel que nos exija crear un equipo de unas dimensiones que no sea gobernable. No queremos que se nos escape de las manos. Hay proyectos cuyas dimensiones son de tal magnitud que se pierde el control de la situación y nosotros no queremos llegar a eso. Alfredo, Juan Luis y yo lo tenemos claro: queremos que el equipo tenga una dimensión manejable, donde hagamos ciencia y donde realmente seamos un equipo. Aquí, cualquier persona puede hablar tranquilamente con los directores y eso más allá de unas cien personas por campaña es muy difícil de conseguir.
Además, tenemos que procesar, estudiar e ir publicando los resultados que obtenemos. Algo muy frecuente en la arqueología española es que se han producido muchas excavaciones y se ha publicado muy poco y luego se han creado problemas de gestión de esos yacimientos. Queremos hacer un estudio riguroso, científico y modélico desde muchos puntos de vista, como en la metodología de excavación, de la conservación de los restos, del estudio y de las publicaciones y también modélico desde el punto de vista de la difusión y de la formación.
Este es un proyecto liderado por la Administración pública y hemos de dar ejemplo publicando las memorias de excavaciones. Si algo valoro de esto es el grado de compenetración del equipo, de paleontólogos, geólogos y arqueólogos. Es una de la cosas con las que más disfruto, porque aprendo mucho de ellos. La interdisciplinariedad que hemos conseguido no es tan fácil cuando es un proyecto excesivamente grande. Asimismo, nosotros estamos formando mucha gente; los tres somos profesores de la universidad, somos formadores, y queremos formar gente de nivel. Este país no puede desaprovechar la ocasión de ser una primera potencia en este campo y no podemos bajar el listón.
¿Cuál es la relación del equipo de investigación con la gente del entorno?
Tanto Pinilla como Santorcaz –del que hablaremos luego- no son yacimientos que estén en condiciones de ser visitados por el público. Lo primero que hemos hecho en ambos casos es adquirir los terrenos, con la voluntad de crear sendos parques arqueológicos. Cuando estén creados y abiertos al público, lógicamente la gente del entorno y todo el mundo tendrá más contacto con ellos. Pero todo los años hemos hecho Jornadas de Puertas Abiertas en ambos yacimientos.
Se excava durante un mes, pero ¿qué se hace el resto del año?
Lo que hacemos es estudiar, restaurar, consolidar, fotografiar los objetos extraídos y preparar las publicaciones de lo que se investiga en nuestros centros de investigación: Alfredo Pérez-González, en el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Burgos); Juan Luis Arsuaga, en el Centro Mixto de Investigación UCM-ISCIII de Evolución y Comportamientos Humanos; Gonzalo Ruiz Zapatero –codirector en Santorcaz- en la Complutense en Madrid; y yo aquí, en el Museo, en Alcalá de Henares. Además, como director del Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, tengo que firmar y leer muchos papeles, pero todo el tiempo que me queda lo reparto entre la investigación científica y mi hija Amalur, que intento hacer compatibles.
Hablando del Museo, ¿qué hallamos en él?
En el Museo Arqueológico Regional se recepcionan todos los restos arqueológicos hallados en la Comunidad de Madrid en los últimos 25 años.
El Museo tiene una exposición permanente que recorre la historia de la Comunidad de Madrid, desde la prehistoria hasta la revolución industrial. También tiene exposiciones temporales, visitas guiadas, dramatizadas y actividades culturales ligadas a la arqueología. Además, se llevan a cabo otras actividades que no están ligadas a esta materia, pero que utilizan el patio cubierto en colaboración con otras entidades, lo que nos permite darnos a conocer a nuevos públicos. Es un museo vivo, una casa de la cultura y estamos muy satisfechos de estas actividades.
Aquí se encuentra el pasado de la Comunidad de una manera inteligible, no se necesitan grandes conocimientos para disfrutar de este museo. Tenemos dos públicos favoritos: el infantil-juvenil y el familiar. De hecho, una de las cosas que más me gusta es ver los fines de semana a las familias acudir al museo y disfrutar de él puesto que, además los chavales de Secundaria tiran de sus padres para venir.
¿Hay alguna pieza especial?
Yo soy un estudioso que se dedica a hacer antropología cultural prehistórica y, en consecuencia, lo que me importa son los conjuntos de piezas. Si me pides el ejercicio de elegir una en especial, siempre hay alguna; en concreto, la pieza que da lugar al logotipo del Museo –un vaso campaniforme con decoración simbólica- me emociona porque es una pieza única, singular, que estaba perdida en los fondos del Museo de Ciencias Naturales y que rescaté personalmente en una revisión de materiales. También tenemos una maqueta de una puerta califal del siglo X que a mí me parece una pieza excepcional.
Me gustan muchos los capiteles románicos que tenemos. En Madrid apenas hay presencia del románico. Yo provengo de una provincia, Soria, donde me he criado rodeado del románico y me entusiasma que algunos de los pocos restos madrileños estén en el Museo.
¿Cómo va el proyecto de ampliación del Museo?
Se ha procedido a realizar la contratación de la empresa que lo va a realizar, pero para eso hemos tenido que realizar la excavación del solar, porque estamos en el casco histórico de Alcalá de Henares y tenemos que dar ejemplo. Afortunadamente, cada vez sucede menos que, cuando se trabaja en el casco histórico de un pueblo, los constructores tapen esos restos. La sociedad española es mucho más madura en relación a la comprensión del valor de los restos arqueológicos. Dos ayuntamientos con muy buena colaboración son Buitrago y Torrelaguna.
Otro yacimiento en el que también trabaja es El Llano de la Horca, en Santorcaz. ¿Qué nos puede contar de él?
Santorcaz es un yacimiento que está por explotar mediáticamente, es poco conocido. Su año va a ser 2012, cuando haremos una gran exposición que va a cambiar el panorama sobre los Carpetanos, un pueblo muy desconocido y hasta cierto punto considerado un pueblo retardatario respecto a otros cercanos como los Iberos, los Celtas, los Vaceos, o los Arévacos.
En el Llano de la Horca de Santorcaz, donde llevamos diez años excavando, hemos comprobado que era un pueblo muy parecido a los Arévacos y que tenían mucho trato con los Iberos. Una de las cosas que más me llama la atención personalmente es que da la sensación de que tuvieron más trato, relación comercial y mayor intercambio con los Celtíberos del norte que con los del sur.
Y de Madrid a Olduvai, el origen de la humanidad
Los españoles estamos trabajando en muchos lugares fuera de España. En términos del Paleolítico, el lugar más célebre es la garganta de Olduvai, en Tanzania. Allí, nosotros lideramos las excavaciones. Es la prolongación lógica, propia de un país que es una primera potencia mundial es este campo.
Todo el merito de la excavación en la garganta de Olduvai es de un español: Manuel Domínguez Rodrigo. Éste es un proyecto que hace el Instituto de Evolución en África, que depende de la Fundación de la Universidad de Alcalá de Henares, con el patrocinio de los Ministerios de Asuntos Exteriores y de Cultura y con apoyos puntuales de la Comunidad de Madrid, del Ayuntamiento de Madrid y de varias empresas. Es un proyecto donde también intervienen profesores de Estados Unidos, de Francia, de Holanda y, por supuesto, de Tanzania, porque nosotros lo consideramos ante todo un proyecto hispano-tanzano. La mayor parte de nuestros socios son de aquel país, tanto en lo que se refiere a asistentes como a los estudiantes de las Universidades de Dar-es-Salaam y de Bugando, que se forman con nosotros. El Museo Arqueológico Regional no pone dinero, está presente como colaborador.
¿Qué se encuentran allí?
La garganta del río Olduvai, en la reserva del cráter de Ngorongoro, es el conjunto de yacimientos para la evolución humana más importante del mundo, con una edad de entre dos millones y doce mil años, bautizado por la UNESCO como la “Cuna de la Humanidad. Es célebre por los trabajos de la familia Leakey, que descubrió el Zinjantrophus boisei y el holotipo descrito de los primeros homo, en concreto el Homo habilis, que se halló en la garganta. Pero también hay restos de Homo ergaster y de todos los tipos de homínidos que se encuentran en el este de África hasta la actualidad. El bombazo de este verano ha sido en un yacimiento llamado BK -entorno a 1,3 millones de años- donde hemos descubierto varios suelos de ocupación de los Homo ergaster además de un fémur y un radio de un adulto. Esto es importante porque nos da información sobre la talla y sobre las dimensiones corporales. Es uno de los homínidos peor conocidos, porque sólo lo conocemos a través de individuos inmaduros, y singularmente por el Niño de Nariokotome, el Turkana boy. Ahora tenemos que volver a Tanzania para sacar moldes de alta resolución y poder trabajar con ellos aquí.
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