Maximo Martín Martín: Panadero de pueblo en pueblo

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Máximo Martín Martín, aunque nació en Madrid, ha vivido toda su vida en Gargantilla del Lozoya, como lo hicieron sus padres. Maxi, como le conocen todos, siempre ha vivido en su pueblo, salvo los 3 años de la Mili (servicio militar obligatorio, información para los más jóvenes), y el viaje que hizo, el año pasado a Chile con su mujer Carmen Domínguez Nogales, para estar con su hija, yerno y nietos emigrantes a las fuerza. Aunque he hablado con él muchas veces, ahora nos sentamos en el porche de su casa, mientras pasan vecinos y vecinas a los que saluda, y los operarios del ayuntamiento van preparando la plaza para las fiestas. «Estamos acostumbrados al ruido». En 2007 fue homenajeado en el Festivalle por sus vecinos y los alcaldes de Gargantilla-Pinilla de Buitrago y Navarradonda-San Mames.

¿Cuáles son tus origines?
Mis padres eran de Gargantilla, pero decidieron que yo viniera al mundo en Madrid. Fue el 20 de octubre del 36, meses después de que se iniciará la Guerra Civil. Sólo he salido para la mili y de viaje.
¿De qué vivían?
Mi padres tenían un bar y una tienda; por supuesto que cultivaban algo de huerta. Mi padre hacía portes con la yunta (con su carro tirado por los bueyes) a los electricistas: iba a por los postes que tenían en un local de Buitrago y lo iba repartiendo por donde iban instalándolos hasta Lozoya, Pinilla del Valle, Canencia; cuando los caminos era lo que eran, no las carreteras asfaltadas que hay ahora. De tierra. Él seguía la línea eléctrica, campo a través, por donde ella fuera; había que irlos cambiando por que se pudrían, o los tiraba alguna tormenta. Así era la vida.
¿Y tu, como te ganaste la vida?
Yo cuando vine de la mili, en el año 59, hice con mi padre un horno de pan, con una maquina amasadora, refinadora, formadora de barras. Yo hacía el pan y lo repartir por los pueblos de alrededor: Pinilla de Buitrago, Navarredonda, San Mames o Garganta de los Montes.
Primero iba con un caballo y luego con una furgoneta. En el año 63, compre la primera, una Citroen 2 CV, con matricula 346086. A Garganta tardaba alrededor de una hora a caballo.
También llevaba pan a los fabriqueros de Navarredonda, que hacían carbon por aquí, por las matas. Mi padre con su yunta les llevaba hasta el puerto de Navafría, donde tenían una mata, una zona para cortar madera para hacer carbón. Yo los he llevado hasta la finca de Santillana
Mucho tiempo en la carretera
He estado llevando pan a los pueblos, hasta que me jubile en el año 2000. Casi cincuenta años llevando pan por estos pueblos.
También, como tenía con mi mujer la tienda y el bar en la plaza, cuando iba repartiendo pan por los pueblos, les llevaba a las mujeres lo que me pedían: jamón York, arroz, azúcar… lo que me pedían. Donde más repartía era en Navarredonda.
¿Cómo ves Gargantilla?
El pueblo cuando empezó el boom de la urbanización de la Dehesa evolucionó mucho y bien. Luego empezó a decaer. Ahora mismo tiene menos vida que hace unos años. Cada vez hay menos gente, los mayores nos vamos muriendo, y los jóvenes se van, buscando trabajo. Mis hijos no viven aquí; se han buscado la vida en Madrid, incluso en Chile donde vive una de mis hijas con su marido e hijos. Mis hijos no quisieron seguir con la tienda.
¿No has sentido la tentación también de irte?
Yo no me he movido del pueblo. Siempre me ha gustado vivir aquí. He tenido todo lo que quería. Ahora Vivo tranquilo, me levanto, paseo por los alrededores del pueblo. Echo la partida, y si hay que bajar a Buitrago a comprar voy con mi señora.
¿Qué piensas cuando ves las vías del tren?
Es una pena, yo que voy a pasear mucho por esa zona, produce tristeza ver las vías oxidadas; sería un aliciente para el pueblo. El ayuntamiento debía proporcionar más trabajo a los jóvenes para que no se tengan que ir.

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