Rosa Ortega
Se han acercado dos chavales y nos han pedido que les hagamos una foto con sus amigos. En total son 8 adolescentes que acaban de conocerse. Las niñas cuando se dan cuenta de que somos españolas nos saludan con complicidad, son valencianas de origen marroquí. El dueño del bazar donde compramos nos acompaña por toda la calle hasta encontrar los regalos que nos interesan, los camareros nos ofrecen los mejores sitios. En el bulevar una señora nos da la bienvenida y en casi todos los lugares que visitamos nos tratan como auténticas reinas. Estamos en Tánger y hace dos días que ocurrieron los brutales atentados de Barcelona y Cambrils. Es como si todos los tangerinos nos quisieran dejar claro sus ganas de seguir luchando por mantener la confianza y la convivencia entre ambos pueblos, al mismo tiempo que nos invitan a proteger a los suyos en nuestra tierra «Que Dios os ayude y ayude a todos en estas circunstancias tan difíciles».
Desde hace muchos años Marruecos está íntimamente ligado a España, para lo bueno y para lo malo, «en la salud y en la enfermedad»: protectorado español en el norte, conflicto bélico en Perejil, negocios pesqueros, inmigración constante desde hace décadas, ciudadanos marroquíes y españoles que conviven en Ceuta y Melilla, etc. Es tan frecuente para nosotros tener un vecino marroquí con hijos españoles, amigos de los nuestros de toda la vida y con el que llevamos años de buenas relaciones de vecindad que, probablemente, no sepamos que la islamofobia es el principal delito de odio en España (573 agresiones registradas el año pasado, la mayor parte contra las mujeres).
Casi todos participamos de los mismos sueños, ver crecer a nuestros hijos, trabajar, viajar, descansar…No importa mucho cuál sea nuestra religión, si es que tenemos alguna. Son pocos los descarriados que andan por el mundo matando gente y no creo que importe el lugar de donde procede su familia, en todo caso son unos mal nacidos o unas víctimas manejadas por unos mal nacidos y así si seguimos el hilo llegamos hasta la mano negra que todo lo mueve y que extiende sus tentáculos por todo el mundo, pero estas son razones de alta política y de diabólicas maniobras económicas que no podemos entender los periodistas de pueblo como yo.
Sofía es una joven jubilada española que nació en Tánger y ahora ha vuelto a su tierra, recoge la voz de los mayores: los abuelos estamos preocupados y algunos indignados porque nuestros hijos se fueron a España, Bélgica o Francia a buscar una vida mejor, casi todos encontraron trabajo y consiguieron ayudas de los gobiernos. Trabajaron duramente por el país que les acogió y por ellos mismos, fueron prosperando y haciéndose casas en Marruecos que ahora están vacías. Deberían haber invertido en educación para sus hijos».
Volvemos en ferry desde Marruecos, cruzamos la aduana con una mujer marroquí y su hijo de apenas 3 años. El niño al ver al policía le sonríe juguetón y juega a dispararle con los dedos de una mano. Asistimos con sorpresa al comentario del policía: «señora regañe a su hijo que empiezan así y ya sabemos donde acaban». La madre baja la cabeza y arrastra en silencio a su criatura.
Tenemos que recuperar los proyectos de interculturalidad en los centros educativos, busquemos mediadores, potenciemos clases de religión musulmana en los institutos. Revisemos hasta aquella famosa alianza de civilizaciones de Rodríguez Zapatero, busquemos el diálogo y expliquemos a los intolerantes lo que significa ser musulmán, católico, budista o simplemente persona que quiere vivir en paz.
Hoy nos presta su voz Mari Cruz Garrido Linares.
Del libro «Estrechando para la paz», Antología de poemas Hispano-Marroquí coordinada por Ahmed Mohamed Mgara
POEMA POR LA PAZ
Y soñé que llegabas con grandes ojos limpios
repletos de bondad, como mares intensos
y soñé que llamabas en las puertas vacías,
en iracundas calles, donde tan solo antes
habitaba violencia.
y me dejé llevar de tu mano tendida,
hacia las almas blancas, donde
irradiaba luz tu rostro iluminado
y me dejé atrapar por tu silente
nombre que barría tristeza y
colmaba alegría. y en un rincón lejano
una voz te llamaba y escuché su sonido
traduciéndolo en solo,
tres letras de deseo…
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