REFUGIADOS Y EMIGRANTES

Chimo Marcos
Hace algunos días y a la vista de lo que está sucediendo en Europa, sin necesidad de referirse a un país en particular, aparte la pena y frustración que siento al ver que la mayoría de nosotros, los europeos, nos empujamos para encontrar las mejores excusas para volver la espalda al problema de estas migraciones masivas, que me atrevo a llamar universal, pues así es su extensión dentro de la tierra y dentro de ella, con participación pasiva quizás exagerada, se encuentra esta Europa nuestra.
Y pienso, puesto que en ese mundo yo también existo, que en pocas ocasiones se ha enfrentado el mundo que conocemos a un problema como el que los millones de refugiados que hoy tenemos se han mostrado tan insistentes en que les ayudemos. Pero, ¿son ellos o nosotros? Sí, creo que somos nosotros, los que hemos desarrollado un falso sentido común generoso de ofrecer ayuda a quien verdaderamente la necesita, pero en tanto esa ayuda no se nos exige en nuestras fronteras…a nuestras puertas mismas.
Todos reconocemos y aceptamos –aunque algunos no saben siquiera de qué estoy hablando – que el mundo ha cambiado. Después de la última guerra mundial, primero poco a poco, luego más deprisa y ahora a gran velocidad, la desaparición del comunismo (como fuerza universal buena o mala, pero auténtica) y luego la incapacidad del capitalismo de hacer llegar riqueza a todos, como parece ser que prometía, nos hemos situado en una especie de plataforma (todavía hoy no concretada del todo) en la que más de la mitad de la población humana mundial nos está llevando a una mezcolanza de todos que no sabemos ni hemos todavía empezado a entender.
Es decir que esta nueva situación va a exigir de nosotros una comprensión del problema – este sí universal – en el que vamos a tener que tomar medidas importantes si queremos sobrevivir en un plazo de tiempo que me temo no es demasiado largo. Creo que la supervivencia de la humanidad, como la conocemos, tendrá que tomar medidas para lograr pronto una mejor distribución de la riqueza, que no es ser generosos y hacer grandes obras de caridad world wide. Hoy la demanda que se nos exige, forzada por las circunstancias de guerras, pobreza, etc. no viene toda, pero sí la mayor parte, de los que demandan justicia en el reparto de las posibilidades. No nos piden pan solamente; quieren fabricarse su pan. No nos piden trabajo; nos piden el dinero suficiente para inventarse ellos sus trabajos. No quieren envidiarnos viéndonos en sus televisores, como ahora han empezado a hacerlo, sino que quieren ser ellos los que salgan en los televisores.

LOS EMIGRANTES

No quiero hacer falsa estadística, pero llevo años oyendo que España tiene cada mes más y más pueblos abandonados por sus últimos habitantes. ¿ Alguien ha estudiado si merecería la pena repoblarlos? Yo sugiero que se cree un Ministerio o sub ministerio, algo mejor que una comisión, que estudie cuantos emigrantes podrían acogerse (con sus familias, naturalmente) con especialidad laboral igual o similar a la de los pobladores previos: los que han abandonado esos pueblos.
Podríamos empezar con cantidades lógicas en función de los planes que se vayan preparando para sus llegadas y que no serían muchos, pero estoy seguro de que en un par de años a partir de que ese Ministerio hubiera comenzado su trabajo podríamos traer 100 mil. Todo es cuestión de que ese organismo que indico se dedicara a clasificar por oficios o aficiones a los que fueran a ser elegidos, en función de sus conocimientos y nuestras necesidades.
Ya sé que esto parece una locura, pero es porque no nos paramos a pensarlo. También he oído que cientos de miles de nuestros emigrantes, anteriores a lo mas profundo de la crisis, han vuelto a sus países de origen y ahora se descubre que hacían falta.
Resumiendo, una vez decidido el tipo de personas que se necesitan, sea agricultura, ganadería, personal de fábricas (pequeñas sobre todo) para la elaboración y mejora de las materias primas, como conserveras, etc. se enviarían esos elegidos al lugar donde se hubiera decidido montar la recolección o las producciones fabriles: silos, fábricas, etc. Estoy seguro de que en pocos años, digamos cinco, tendríamos productos propios que ahorrarían importaciones, y permitirían incluso las exportaciones..
Para todo esto hay una financiación fabulosa que está ya en marcha con dinero exclusivamente europeo. Veamos lo hecho con Turquía a quien Europa paga 6 mil millones de euros y solo para mantenerlos recogidos, ahora se habla de hacer lo mismo con Libia. Sin que ellos puedan aportar algún valor añadido, son prueba suficiente.

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