La presencia de manadas estables de lobos en la Sierra Norte de Madrid es uno de los grandes acontecimientos medioambientales de los últimos años pero al mismo tiempo se ha convertido en uno de los principales quebraderos de cabeza de los ganaderos que ven como sus animales son atacados de forma constante.
La convivencia del lobo y el hombre es un conflicto arrastrado a través de los siglos. Desde Senda Norte pretendemos abrir un debate en el que todas las posiciones tengan cabida, intentando mostrar diferentes argumentos y buscando posibles soluciones.
Aunque no hay un censo oficial de lobos en la Sierra Norte de Madrid se piensa que hay establecidas 3 o 4 manadas estables y un número indeterminado de individuos dispersantes. Es complicado conocer realmente su número si tenemos en cuenta que el radio de acción de manada es más de 100km2 y que su movilidad a la hora de cazar es muy rápida.
Por contra de lo que algunos han mantenido, los lobos no han sido soltados ni reintroducidos en la Sierra y mucho menos alimentados artificialmente. Las manadas que hay en nuestra zona provienen del norte de la Península Ibérica, especialmente de la zona de Zamora. Entraron por la Sierra Segoviana y tuvieron que cruzar la meseta, alimentándose fundamentalmente de carroña y de ganado muerto en muladares de grandes explotaciones cárnicas, acostumbrándose a esta forma de subsistencia. Además, a su llegada a la Sierra se han encontrado con una forma de manejo del ganado muy favorable para ellos, con grandes rebaños pastando en libertad y sin vigilancia.
Los lobos son animales muy sociables que mantienen su propia cultura familiar. Y los lobos de la Sierra se han acostumbrado a comer ganado más abundante y fácil de obtener que la fauna salvaje. A pesar de esto, no se basan exclusiva ni mayoritariamente sus dietas en animales domésticos por lo que aplicando las medidas oportunas disuasorias, se verían obligados a disminuir el ataque al ganado y aumentar su presión sobre la fauna silvestre.
Ataques al ganado.
En sus primeros años de presencia en la Sierra, las presas preferidas del lobo entre el ganado fueron los pequeños ungulados, especialmente ovejas y cabras, con frecuentes ataques, algunos de ellos de grandes proporciones.
En los últimos meses se observa, sin embargo, un aumento de los ataques a las vacas, especialmente a las recién paridas y a las novillas menores de un año, que ya no cuentan con la protección de las madres.
A pesar del aumento de ataques, no todos los ganaderos los sufren, incluso estando en la misma zona, lo que hace pensar que algunas medidas disuasorias son exitosas.
El papel de la Administración.
Fundamental en este conflicto es el papel de la administración, que hasta ahora se ha limitado a implementar unas ayudas ante los ataques que van desde los 30€ a los 120€ en ovejas y cabras y entre los 450€ y 1.200€ en vacas con un límite, el pasado año de 120.000€.
Un presupuesto a todas luces escaso ante la magnitud del problema. Por un lado, los ganaderos reclaman que las ayudas cubran también las mermas de producción tras los ataques.
Por otra parte, si concebimos la presencia del lobo como algo importante para la sociedad, no parece justo que sus elevados costes los soporten únicamente un sector. Por lo que las ayudas a nuevas infraestructuras de prevención son fundamentales.
Posibles soluciones.
En primer lugar, habría que contemplar que la presencia del lobo en la Sierra es un hecho cierto e inevitable. Según la legislación vigente, es una especie protegida por debajo del Río Duero y su caza está prohibida y constituye un delito. Por lo tanto, el exterminio de la especie como forma de solución al problema no es posible. Máxime si entendemos que el sector ganadero depende en gran medida de las subvenciones otorgadas por la Unión Europea, que en la actualidad están vinculadas en gran medida al mantenimiento del medio.
Un ejemplo de medidas que tampoco funcionan son los controles de población que se efectúan en Castilla y León, ya que numerosos etólogos confirman que una manada más débil, a la que le han matado uno o varios miembros, tiende a atacar más al ganado, ya que es una presa más fácil que la fauna silvestre.
Por otro lado, las medidas de protección del ganado constituyen un cambio del manejo del mismo y la inversión por parte del ganadero en infraestructuras, perros de trabajo y dedicación. Así que parece imprescindible, en este sentido, la implicación de la Administración, que hasta ahora se limita a ofrecer ayudas ante ataques al ganado por parte de lobos, perros asilvestrados o buitres, pero que en ningún momento está promoviendo ni financiando medidas de protección. A continuación presentamos algunas medidas que se están llevando a cabo en otras zonas loberas de la Península con probado éxito en la reducción de ataques.
Medidas de protección para rebaños de cabras y ovejas
Existen una serie de medidas de protección para los rebaños de cabras y ovejas que reducen drásticamente los ataques de lobos:
1.- El pastoreo
2.- La utilización de mastines. En este sentido es fundamental que los perros de guarda estén bien enseñados para que no abandonen el rebaño. Aunque sus beneficios son muchos, también lo son sus costes que rondan los 500€ anuales por perro, entre comida, gastos veterinarios y seguro.
Por otra parte, los pastores han demandado en numerosas ocasiones una regulación específica para los perros de trabajo que hasta el momento son tratados por la administración como simples mascotas, con los consecuentes problemas con excursionistas y otros perros de compañía.
3.- Recogida del rebaño por las noches en cercados, apoyados con pastores eléctricos. Esta infraestructura requiere también de una inversión económica que no está apoyada por la administración.
Medidas de protección para las vacas
Las medidas de protección para las vacas pasan por un cambio de su actual manejo.
.- Recogida del ganado con partos próximos. Programación de partos para facilitar el manejo.
.- Protección de las novillas destetadas, especialmente vulnerables ante los ataques.
Los vallados de protección para las vacas son mucho más costosos por lo que la intervención de la administración con ayudas se antoja imprescindible.
Gestión medioambiental y de la cazax
Son multitud los estudios que recogen la importancia de los grandes depredadores como el lobo en el equilibrio de los ecosistemas y en el control de poblaciones, eliminando los individuos que portan enfermedades contagiosas y evitando de esa forma su propagación entre la fauna silvestre, pero también entre el propio ganado.
En este sentido parece importante la elaboración, por parte de la administración, de un plan de gestión a largo plazo de las zonas loberas.
También en la caza. No parece muy coherente el aumento de recechos de corzo en zonas donde los ganaderos están teniendo problemas con el lobo, ya que se disminuye la posibilidad de caza silvestre y se aumenta la presión sobre el ganado.
Más medios para los Agentes Forestales
Otro sector fuertemente implicado en la problemática del lobo son los Agentes Forestales, encargados en parte de la conservación de la especie y en contacto permanente con los ganaderos con quienes tramitan los partes de ataques que les permiten acceder a las indemnizaciones. En numerosas ocasiones han denunciado la falta de medios para realizar con dignidad su tarea, así como la necesidad de una formación específica que han tenido que adquirir por sus propios medios.
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