Nació en Madrid, hace 51 años pero está afincada en la Sierra desde hace 15. Vive en Montejo y desarrolla sus clases de Yoga, intercalando el ejercicio físico con la toma de conciencia sobre el cuerpo y las emociones. A través del Yoga, busca maneras de expresar, de sentir y de escuchar…
¿Cuál ha sido tu proceso con el Yoga?
A través del tiempo me doy cuenta que el Yoga, en nuestra cultura occidental, está muy encaminado a la parte física. Yo intento vivir el Yoga encaminado hacia lo emocional, mental e incluso espiritual. Durante mis prácticas he ido observando que está todo unido.
Hay muchos tipos de Yoga, al menos ocho en las vertientes más clásicas, además de muchas modalidades en las últimas décadas. Yo vengo del Hatha-Yoga y también he hecho formaciones en Yoga Nidra o de los sueños. Mis clases están encaminadas para que las personas empiecen a tomar conciencia de su propio cuerpo y habitarlo, con lo que todo ello conlleva. Entonces empiezas a ser consciente de tus músculos, de tu pecho, de tus pulmones… empiezas a tomar conciencia de tu respiración y también de los bloqueos que existen en ese ritmo respiratorio, por ejemplo. Entonces trabajamos con herramientas para liberarnos de los patrones mentales que no nos permiten incidir en estos bloqueos.
¿Y eso cómo se trabaja?
Todo esto se hace a través del movimiento, de la respiración, de la música. Se crea un ambiente de confianza donde poder estar a gusto.
Viene bien para todo. Rebaja los niveles de estrés, aumenta la movilidad y la agilidad del cuerpo, mantiene tu mente en calma, tomas las riendas de tu mundo emocional, la autoestima, la sociabilidad y la sonrisa interior.
¿Por que casi no hay chicos en los grupos de Yoga?
En este mundo patriarcal en el que vivimos, el hombre también se ha visto encarcelado y la sociedad impide que trabaje las emociones y libere su cuerpo. Hay mucho sentido del ridículo. El hombre parece estar obligado a comportarse sin mostrar sus emociones. Y las emociones también salen cuando estás moviendo tu cuerpo.
¿El Yoga está muy estereotipado?
Hay veces que la práctica del Yoga no tiene buena acogida, por prejuicios sin más. El Yoga todavía está estigmatizado, encasillado en el mundo alternativo. Hay un rechazo a todo lo que sea hablar o trabajar las energías. Tenemos una tendencia a pensar que todo lo que no se ve no existe. Tenemos reticencias a hablar de las energías, aunque actualmente, la física cuántica estén demostrando la validez de la filosofía y las esencias del yoga.
Tenemos reticencias a hablar de lo que nos pasa por dentro. Nos cuesta menos arreglar el mundo hacia fuera sin profundizar en nuestro interior. Yo creo que ambas cosas son compatibles.
Haces Yoga para niños pequeños en la Casita de Montejo…
Es un trabajo de escucha activa. Aunque yo les ofrezco herramientas durante las sesiones estoy muy atenta a sus propias necesidades. Las escucho y vamos desarrollando lo que me piden. Trabajo con diferentes herramientas musicales: cuencos tibetanos, panderos chamánicos, sansulas, srutis…
Mi Yoga también está muy implicado con la naturaleza. Nos inspiramos en la estación que transcurre en cada momento. Sentimos lo que pasa dentro de nosotros durante el otoño, la caída de las hojas como las molestias que dejamos caer, entrar en nuestro hogar, en el propio cuerpo. Y el elemento del otoño, que para mí es el fuego. Los niños no tienen prejuicio y para ellos es un juego. Hacemos todo cantado y a través de cuentos van haciendo todos los Asanas o posturas… Meditamos a través del sonido, que para ellos es mucho más fácil que a través del silencio. Y trabajamos muchísimo con la improvisación para conectar con ellos
Haces Yoga con más grupos…
Tengo un grupo muy bonito de personas con discapacidad en APAFAM
Y en el Ayuntamiento de Montejo, con abuelos y abuelas tengo un grupo de Salud Integral, en el que trabajamos con mucho respeto, hasta donde puede llegar cada persona. Es una gimnasia muy suave con conciencia corporal, donde trabajamos otras formas de relacionarnos, la alimentación, el pensamiento positivo…
Las clases de Yoga para todas las personas son los miércoles de 5 a 7 en el local de Apafam, en Buitrago y los martes de 9,30 a 11 en la Escuela de Danza. También los jueves de 7 a 9 en Montejo. Da igual el nivel que tenga la gente, me adapto al grupo. Porque pienso que en el Yoga no hay metas, solamente hay caminos. No necesitamos llegar a posturas muy complicadas.
Las personas que quieran animarse a probar, pueden pasarse porque la primera clase es gratuita.
También hemos abierto un grupo que llamamos «Soy mujer», el segundo lunes de cada mes donde trabajamos los diferentes procesos fisiológicos de la mujer, la menarquia, la menstruación y la menopausia. También realizo terapias individuales con mujeres sobre el ciclo menstrual.
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