Antonio Teran y Pando una mente inquieta en busca de la nueva maravilla

Teran MG 5814

 

 

 

Teran y Pando nos recibe en su casa, rodeado de cuadros, esculturas y una serie de objetos que definen su personalidad inquieta y curiosa. Estudio farmacia, su padre, era el propietario de la farmacia El Globo, en Antón Martín, una farmacia centenaria. Aunque nunca ha ejercido. Su periplo profesional le ha llevado por media Europa. Su formación académica, su entorno familiar y su propias inquietudes personales le han llevado a acumular experiencias, objetos y amigos en todas las artes. Hace unos 18 años, tras volver de Oporto, y una separación, encontró su cortijo, sin hectáreas, en Cotos de Monterrey.

Ha sido directivo en multinacionales; pero vino a la sierra y fundaste el Gato Lector
Tenía algo ahorrado y la monte. La librería cerró hace cuatro años, aunque durante una década, y no es por presumir, se convirtió en un icono. Al tener una pequeña galería, pasaron alrededor de 70 artistas. La mayoría de la Sierra, incluido Luis Feito. Yo tengo poca paciencia; por ello, hacíamos también cuentacuentos, edite un libro, había un movimiento cultural importante. Y cuando cerré, done todos los libros de la librería a la nueva biblioteca, y es un honor que las letras del Gato Lector, estén expuestas en la galería principal.
¿Es un jubilado ocioso?
No. Yo era colaborador de la extinta revista A-1, ahora Pasando Pagina, donde llevo la sección de artes, escribo para varios medios y empece a pintar de forma seria. Yo pintaba desde los tiempos del cuple, lo que pasaba no era el momento ni me dedicaba. Ahora expongo en Madrid, Bilbao, en Hong Kong… participó en el encuentro de artistas plásticos de la Sierra Norte desde el primer día No paro.
Y sigo escribiendo. He sido uno de los coautores del libro de La Urbe a la Tierra, sobre los cincuenta años de la urbanización de Cotos de Monterrey, que fue un encargo, estoy a la espera de que me edita un libro de relatos, «La Atalaya en Vida», al estilo de Guy de Maupassant, no de terror, sino de desasosiego, de forma descarnada.
¿Qué influencias tiene?
La gente que más me ha influido son los surrealistas: Dali, de Chirico, aunque ha ido variando con los años; no me he quedado encerrado. Yo, antes, cuando tenía más paciencia, dibujaba cosas más concretas. Ahora busco más la mancha.
¿Cómo ve el panorama artistico en la Sierra?
Hay mucha gente. No todo el mundo vale, es duro decirlo, pero debe haber estándares. Hay mucho pintor de fin de semana; pero luego, hay gente con una extraordinaria valía. Sin embargo, como somos tantos, es muy complicado hacerse un hueco. La administración pública se implica poco. Y hay pocos espacios adecuados. Algunos estupendos como las salas de Pedrezuela, la del Centro de Humanidades, o la sala del Concejo de El Berrueco que me encanta. La mayoría son salas multidisciplinarias, mal iluminadas, mal situadas. Y hace falta tener un criterio, en la vida y en el arte. A mi paso en la galería, hay que gente que pensaba que me caían mal porque le decía no, cuando querían exponer; porque no eran arte contemporáneo. Es horrible, pero hay que poner un limite.
Se ha convertido en el comisario oficioso de las exposiciones en el edificio de Cotos online
Sabes que pasa, la sala del edificio del coworking. Yo he escrito sobre su construcción, y era puro Bahaus. Estuvo mucho tiempo abandonado, hasta que el ayuntamiento lo ha rehabilitado. La sala es estupenda. Una buena iluminación. El Molar tiene una sala de exposiciones penosa, yo he expuesto allí, pero no es un buen sitio. Por eso, intento traer gente que aporte algo, y además combinar con otras artes como música, danza… Hay que darles continuidad. Ahora está Prado de Fata, pero vendrán Recuero, Berruti…
Almoneda en Casa. ¿Parece que le gusta acumular cosas, síndrome de Diógenes?
Me gusta combinar lo clásico y lo moderno. Hablas de síndrome de Diógenes, creo que no he llegado, pero hay un paso muy pequeño a lo que yo siento, el horror vacui. Hace un mes, tenía más acumulado. Tengo una tendencia a llenar las habitaciones con cosas curiosas. Es el origen de los coleccionistas del siglo XVI. Gracias a ellos, muchas cosas nos han llegado a la actualidad.
La Almoneda la monte cuando, mi ex mujer me devolvió muebles y objetos que se había quedado tras la separación. Era objetos de herencias familiares o compradas. Y alguna cosas he decidido venderlas para que otros las disfruten. Se van vendiendo cosas. Mi idea es que más gente traiga cosas suyas para venderlas. No son saldos ni cosas de mercadillo.
¿No volvería a la ciudad?
Yo ya estuve en Madrid, me gusta. Disfruto de sus salas exposiciones. El punto de inflexión fue mis estancia en Oporto. La empresa me alquilo un chalet a doce kilómetros, al lado del mar. Cuando volví, tenía claro que no quería vivir en el asfalto. Y aquí me he hecho mi cortijo, no tienen cinco mil hectáreas. El jardín, la variación de las estaciones, es más barato, no tengo los servicios pero tengo otras cosas.
¿Vive en Cotos pero ha decidido no tener coche)
Yo era un absoluto dependiente del coche. Iba al supermercado, a un kilometro escaso en coche. Tenía un sentido cuando tenía la librería en El Molar. Luego ya no. Ahorro en gasolina, en seguros.
Yo he ido andando hasta la librería. Los campos de los alrededores es bastante salvaje y con parajes maravillosos. mi trabajo es escribir, preparar las exposiciones lo hago en casa, cuando necesitó internet de alta velocidad, voy andando hasta el Capi, y sino me muevo en autobús. O me llevan. No siento la necesidad de tener coche.
¿De mayor que quiere ser?
Mejor pintor, mejor escritor, pero sobre todo ser mejor padre.

 

 

 

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