Victorina Rodrigo, cumplió el 27 de febrero, 100 años. En Senda Norte, cuando nos encontramos con una de estas gratas noticias siempre nos planteamos como rendirles un homenaje.
Una entrevista, un reportaje…
En el caso de Victorina Rodrigo y sus también lóngevos hermanos, hemos hablado de ellos y con ellos en varias ocasiones a lo largo de nuestro 18 años de vida.
Por ello, cuando algunos vecinos de Buitrago nos hablaron del aniversario, y de su deseo de hacerla un homenaje;?les dimos una idea. El resultado la pueden ver en la página de al lado.
Testimonios de personas que tenían que agradecerla algo. {phocagallery view=category|categoryid=602|limitstart=0|limitcount=0}
El resultado personalmente me ha emocionado y, nos planteamos como en nuestra vida, nuestras acciones afectan a otras persona.
Felicidades Victorina.
El 27 de febrero de 2016 un buen número de vecinos y visitantes (algunos llegados de Cataluña) la fueron a felicitar. Flores y un pequeño libro que recoge parte de su vida. Al final os ponemos unos de los poemas que le escribió Rafael Álvarez «Gallito».
Angel Herranz
Cartas
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Siempre me ha gustado esta fotografía de Victorina sentada en el poyo de la puerta de la tienda de la Sra. Dominga, mi abuela, junto a mi primo Ángel Olalla. Se la ve joven, feliz, radiante con su vestido de lunares.
Victorina cuidó de mi primo Ángel durante una enfermedad y, en el tiempo que pasaron juntos, trabaron una gran amistad. La foto, que capta a la perfección el cariño que se profesaban, fue realizada hacia 1945 por Tello, un fotógrafo famoso en la época que tenían el estudio en el Paseo del Prado. Por lo visto, él y su compañera (Dña. Lola) eran muy amigos de mi abuelo Bernardino y veraneaban en Buitrago, en una casa de la calle del Arco.
Al preguntarle por la foto, mi tía, Esperanza González Linage, me cuenta todo esto y me habla de la intervención de Victorina en el accidente aéreo de Somosierra (1953) con otros buitragueños, como Alfonso Muñoz y «El Peque». Subió con la primera expedición que salió en busca de supervivientes y permaneció allí hasta que finalizó el rescate. Según me dice, el ministro Oriol Urquijo, que iba en el avión, le debe la vida.
Para Esperanza este suceso de Somosierra es uno de los que mejor ilustran la talla humana de Victorina y su dedicación altruista a cualquiera que pudiera necesitar su ayuda. Pero mi tía tiene muchísimos otros recuerdos de Victorina, de sus hermanos, de sus padres, de todos los Rodrigo. De los momentos felices y de los que fueron duros y difíciles, como cuando tuvo que cuidar de sus hermanos pequeños en ausencia de sus padres.
Felicidades en tu centenario en nombre de Esperanza, de Epifanio, en el mío propio y de mis hermanas, Rosa y Estrella, y en nombre, también, de los que ya no están pero compartieron muchos años de vida contigo y con tu familia en ese rincón de la plaza que retrata la fotografía: Dominga y Bernardino, Ángel, José Luis y Nani.
Esperanza González Linage
Carmen Mataix González
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Mi padre, Alfonso Muñoz Morales, siempre nos contó que quería mucho a Victorina, ya que ella ayudó en gran medida a salvarle la vida en la década de los años 40. Mi padre contrajo una pulmonía y su madre, viuda con 9 hijos, le pidió al médico que hiciera lo posible por salvarle ya que había perdido un hijo tras la guerra civil víctima del hambre. El médico le consiguió de forma gratuita penicilina, que en aquella época había que inyectar prácticamente cada tres horas. Victorina fue la encargada de administrarle el antibiótico y lo hizo de forma gratuita y sin importarle la hora del día o de la noche en la que tocaba inyectar.
Mi padre también me contaba cómo años más tarde en el accidente de avión de Somosierra, él fue uno de los pocos que logró durante la noche llegar en plena nevada a la zona del avión siniestrado. Portando únicamente unas mantas y una botella de coñac para los supervivientes. Victorina también acudió posteriormente a atender los heridos siendo la única mujer que participó en el rescate. Mi padre y Victorina compartieron portada en un periódico de Madrid como parte del grupo que participo en salvamento de los supervivientes de una de las primeras catástrofes de la aviación española.
Incluso yo personalmente recuerdo que en mi niñez cuando el medico del pueblo nos recetaba algún medicamento inyectado, Victorina venía provista de su hipodérmica a inyectarnos cuando estábamos enfermos, y según recuerdo todo ello sin cobrar nada.
Personas como ella han sido las que han contribuido, con su fuerza, entereza y entrega desinteresada a los demás, a mejorar nuestras vidas y las de las futuras generaciones.
Victorina en nombre de mi familia: gracias por estar ahí.
Un abrazo
Alfonso Muñoz González
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Querida Victorina:
Yo nací en Buitrago, en una época en la que no había un médico veinticuatro horas, y menos un centro de salud.
Yo me crié, como todos los niños de la época, con sarampión, escarlatina, etc.
Tampoco había un practicante (como se llamaba entonces a quien ponía las inyecciones) de la Seguridad Social, y Victorina, tú eras la esperanza de los pobres, con tus jeringuillas y el estuche donde las hervías, en el bolsillo del delantal.
Tengo un especial recuerdo de un día de invierno: mi hermana Loles, que ya no vivía aquí, vino a pasar las Navidades con su marido y su hija, apenas un bebé, y en el afán de que la niña no tuviera frío, encendieron un gran brasero y cerraron las puertas. Casi se mueren por la falta de oxigeno. Fue mi padre que salió a la calle y se dio cuenta de lo que pasaba, y fue corriendo a llamarte, y tú junto con Tom Huerta resolvisteis en un momento, lo que incluso hoy nos costaría ir a Madrid a observación y a que nos mareasen más.
Tanto tú como tus hermanos habéis estado siempre donde se os ha necesitado: accidentes, enfermos, etc. Debe ser cosa de la genética, porque la señora Juana y el señor Víctor no podían ser mejores personas.
Todos os agradecemos todos los favores que nos habéis hecho y en tu cumpleaños número cien te queremos decir muchas felicidades y muchas gracias.
Maribel Sanz
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Justa y Jesús, siempre nos han contado a los hijos, aquellos momentos tan difíciles como inolvidables. Como aquel 23 de junio de 1955, un parto largo y difícil. En bicicleta nuestro padre subió a Villavieja a avisar a Don Isaías para que asistiera a mi madre al parto. Justa, siempre recuerda: «Fue Victorina quien me recogió al niño».
Rosa Gutiérrez
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En una ocasión, hace pocos años, recogí a un señor y a su acompañante para llevarles a Madrid. En la charla habitual del viaje, resulta que él era de la Sociedad Geográfica Española y un gran conocedor de la Sierra, de las construcciones del Canal y de los elementos militares que permanecen por la zona. Como no podía ser de otra manera al hablar de la Guerra Civil surgió el cerro del Alemán y el nombre de un tal Pablo de la Torriente, que me sonaba, pero sin llegar a conocer su historia. Este hombre de cuyo nombre no me acuerdo, me preguntó si conocía a una señora que pudiera estar viva y que fue enfermera en la guerra, y que le habían hablado de ella en Cuba los familiares de Pablo. Le dijeron que si tenía ocasión de ir a Buitrago preguntara por ella. Por supuesto que dicha señora es Victorina Rodrigo, y yo cumplí el encargo que los Torriente hicieron a este señor, de cuyo nombre no me acuerdo y quiero acordarme, al hacer llegar los saludos enviados desde La Habana. Creo que ahora puede cerrar este círculo en el que sin querer me encuentro y seguro que volveré a saber de aquel sabio que me ilustró en no pocas historias de la Sierra.»
Carlos del Valle Santos
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Tenía 17 años cuando enfermé de flebitis. Las piernas las tenía peligrosamente inflamadas y necesitaba de muchos cuidados. La medicina de la época no estaba tan avanzada como ahora y de hecho estuve a punto de morir. El tratamiento que me pusieron los médicos consistía en la aplicación de compresas de algodón en rama desde la cintura para abajo e inyecciones de aceite y cafeína en espacios muy cortos de tiempo, además de la puesta en vena de filotropina, urotropina y suero en botellas. De estos cuidados te encargabas tú, Victorina, permaneciendo constantemente en mi casa durante tres meses para aplicarme las inyecciones y demás cuidados.
Quiero felicitarte en tu centenario y agradecerte la entrega y tesón con el que me ayudaste en uno de los momentos más difíciles de mi vida, así como has hecho con tantos otros.
Muchas gracias amiga.
Ildefonso Alonso
Lalo Alonso
A VICTORINA RODRIGO
Hoy, 27, es el cumpleaños de Victorina y por ello la he mandado el siguiente «ovillejo» sacado de corrida.
En un día de febrero,
dando su mano a un lucero,
vino al mundo, quien traía,
unido a un alma bravía,
un corazón sin segundo
con temple de sarranía.
Y juro ante quien me rete
que esta verdad se confina
en la fecha el veintisiete
y en el nombre Victorina.
Dunkerque, enero de 1939
A VICTORINA RODRIGO
Hoy alumbra placentero
el sol, los anchos confines.
Hoy en los níveos jardines
canta su amor el jilguero.
Hoy brotarán los jazmines…
!Veintisiete de Febrero!
Rafael Álvarez «Gallito»
Buitrago, febrero de 1935
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