El 5 y 6 de enero El Molar celebra la fiesta de Santa Agueda organizada por la Asociación de Mujeres Majarromero, en colaboración con la Iglesia Parroquial y el Ayuntamiento de El Molar. Tiene lugar en dos días: el 5 de febrero, Día de Santa Águeda a las 19 hrs. se celebra en la Iglesia la misa solemne en honor a la Santa. A continuación una tradicional procesión, recorre las principales calles del municipio, acompañada con el sonido típico de las dulzainas castellanas. {phocagallery view=category|categoryid=591|limitstart=0|limitcount=0}
El día de víspera, el día 4 de febrero, las mujeres se reúnen para elegir a la alcaldesa de Santa Águeda y a sus mayordomas. Todo comienza a las seis de la tarde con el repicar de las campanas, después la alcaldesa es investida y se dirige a las mujeres. Se invita a los asistentes a degustar las «tetas de Santa Agueda», dulce tradicional de la fiesta, con chocolate caliente. Y para terminar se celebra un gran baile con mantones de Manila.
Este año la alcaldesa elegida fue Rosalía Martín, que recibió el bastón de mando de otra mujer, la alcaldesa oficial de El Molar Yolanda Sanz. Soledad Muñoz y Rocio Berlanas fueron las mayordomas designadas para ayudar a Rosalía en sus funciones.
Desde el año pasado se celebra a las ocho de la noche la Vigilia de Santa Águeda, un momento de recogimiento y preparación para comprender la tortura que sufrió esta joven mártir, por defender sus valores como mujer y su gran amor a Cristo.
La Historia
Según fuentes documentales, la fiesta de Santa Águeda se celebra en El Molar desde finales del siglo XIX y, parece ser, que fueron los pastores segovianos que repoblaron la zona en tiempos de Alfonso VI, quienes hicieron llegar la tradición al municipio, siguiendo la influencia del pueblo segoviano de Zamarramala. La tradición cuenta que un 5 de febrero de hace 11 siglos las mujeres de Zamarramala, participaron activamente en la conquista del Alcázar de Segovia y recibieron por ello una serie de privilegios, que han conservado hasta nuestros días.
Antiguamente la fiesta se celebraba un único día, el cinco de febrero. Las mujeres casadas hacían sonar las campanas, subiendo al campanario de la iglesia y con un gran repique anunciaban el comienzo de la fiesta.
Después tenía lugar una solemne misa seguida de la procesión por las principales calles del pueblo. Las mujeres vestían sus mejores galas ataviadas con el tradicional mantón de Manila, que podían tener en propiedad o ser alquilado. Ya por la noche, como cierre de fiesta se celebraba el baile, al que se incorporaban los maridos.
Tenemos que pensar, que hoy las mujeres hemos conseguido un reconocimiento social del que nuestras antepasadas carecían y que su situación era diferente. Para ellas la Fiesta de Santa Águeda era un momento de diversión, un acto lúdico, pero también era la ocasión de reunirse con otras mujeres y de liberarse del papel que ejercían cotidianamente como mujer casada, esposa y madre de familia, dependiendo en mayor o menor medida de la autoridad masculina y de las normas sociales que regían por aquel entonces.
Historia de Santa Águeda
Santa Águeda de Catania fue una virgen y mártir, según la tradición cristiana, cuya festividad se celebra el 5 de febrero.
Santa Águeda poseía todo lo que una joven suele desear: una familia distinguida y belleza extraordinaria pero, por encima de todo estaba su fe en Cristo. Así lo demostró cuando el Senador Quintiliano se aprovechó de la persecución contra los cristianos para intentar poseerla. Las propuestas del senador fueron rechazadas por la joven virgen, que ya se había comprometido con otro esposo: Jesucristo.
Quintiliano no se dio por vencido y la entregó en manos de Afrodisia, una mujer malvada, con la idea de que esta la sedujera con las tentaciones del mundo. Pero sus malas artes se vieron fustigadas por la virtud y la fidelidad a Cristo que demostró Santa Águeda.
Quintiliano entonces, poseído por la ira, torturó a la joven virgen cruelmente, hasta llegar a ordenar que se le corten los senos. Es famosa la respuesta de Santa Águeda: «Cruel tirano, ¿no te da vergüenza torturar en una mujer el mismo seno con el que de niño te alimentaste?». La santa fue consolada con una visión de San Pedro quién, milagrosamente, la sanó. Pero las torturas continuaron y al fin fue meritoria de la palma del martirio, siendo echada sobre carbones encendidos en Catania, Sicilia.
Precisamente su fortaleza y su capacidad de lucha para defender sus ideales y sus creencias, la han convertido en la patrona y protectora de las mujeres, por ello el culto a esta mártir está muy extendido por muchos municipios, incluido El Molar.
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