Este asturiano de 31 años, vive actualmente en la Serna del Monte, aunque en sus cuatro años de serrano, ha tenido hogar en varios de nuestros municipios. No es de extraño en éste nómada físico y de alma que ha vivido en India, Australia, Argentina o Chile. Se transporta también en sus oficios, que pasan por el trabajo físico en el campo y recorren diversos ámbitos de la cultura, escritor, dramaturgo, guionista y director de cine. Recientemente ha estrenado su primera película, rodada íntegramente en la Sierra. Si quieren verla, la próxima ocasión es en Madarcos, el 16 de enero.
¿Por qué viniste a la Sierra?
Mi vida actual en la sierra tiene que ver con lo que inicié en la India hace siete años. Cuando terminé de estudiar Comunicación Audiovisual, me fui a viajar y a vivir por distintas zonas del mundo, encontrando al principio de todo un trabajo provisional como profesor de español en el Instituto Cervantes de Nueva Delhi. Esto inició una etapa en la que haría cosas muy diversas que poco o nada tenían que ver con la escritura o el cine; fui albañil y vendedor de fruta en Australia, cuidador de albergues y refugios de montaña en Argentina, agricultor (o, al menos, aprendiz) en Chile y también hice cursos de construcción natural y otras formas de permacultura en la selva boliviana. Cuando volví a Madrid sentí que ya no podía establecerme de nuevo en una ciudad tras toda esta experiencia tan intensa con la naturaleza, y la Sierra Norte apareció en mi vida, un poco por casualidad y un poco porque buscaba un sitio similar para vivir. Cambio de residencia y de pueblo con frecuencia, pero llevo tres años y medio por la misma zona y espero poder establecerme pronto en un lugar al que le tengo echado el ojo desde hace tiempo.
¿Qué te mantiene ocupado?
Actualmente, estoy centrado en la escritura de obras de teatro y en la distribución de mi primera película como director y guionista, ‘La espera’. Esta producción es totalmente independiente y auto-gestionada. Se rodó en distintas zonas de la sierra norte (Madarcos, Paredes de Buitrago, Gandullas, Somosierra, Robregordo) en agosto de 2014 y se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Albacete en octubre de 2015. Desde entonces, ha recibido el Premio Gava a la mejor película de ficción en Asturias, de donde soy oriundo, pero el camino de la película está aún empezando. Quiero que circule por más festivales y que pueda tener su propia exhibición en Madrid. Se trata de una película poco convencional en su tono y en su planteamiento, con una narrativa muy abierta que explora las relaciones entre naturaleza y espiritualidad o cambio de conciencia, y que además cuenta con el trabajo de intérpretes no profesionales que también viven en la sierra norte. Los protagonistas son Ángela Boix y Niklas Schmich, además de El Indio, un vecino de Paredes de Buitrago.
Éste año estás viendo reconocido tu trabajo con varios premios…
En octubre de este año también he recibido el Premio Born de Teatro por un texto llamado ‘La obediencia de la mujer del pastor’, un trabajo que explora el tema de la sumisión (especialmente, la sumisión femenina) a través de tres generaciones de una misma familia. Es un galardón muy importante, no sólo por la dotación del mismo sino porque incluye la publicación de la obra ganadora en los cuatro idiomas co-oficiales. Para mí, es la primera oportunidad que tengo de que hacer llegar mi trabajo a través de un libro y un respaldo económico importante, dada la precariedad del sector.
¿Es duro trabajar en la cultura con la precariedad a la que te refieres?
He sido capaz de poner en escena varios textos gracias al talento y a la generosidad de intérpretes y directores, pero la taquilla no da de comer, por lo general, y menos aún en los circuitos alternativos, que es donde lógicamente he empezado a trabajar. Tampoco las salas grandes se arriesgan, de momento, a programar teatro contemporáneo.
Algunos trabajos como ‘Perfiles’ y ‘La madre tolerante’ ya se han visto en la Sierra, pero el mayor éxito teatral que he tenido hasta el momento ha sido con ‘Periodo de reflexión’, una obra sobre la trata de mujeres con fines de explotación sexual que ha tenido una gran acogida de crítica y público. Ahora mismo trabajo sobre la reivindicación de la memoria histórica a través de personajes de nuestro pasado reciente (Carrero Blanco, Carmen Polo) y enclaves significativos de nuestra geografía cercana (Guadarrama, Valle de los Caídos) dado que el género que más me interesa cultivar es el del teatro político.
¿En que influye lo rural en tu trabajo?
Gran parte de mis textos para el teatro y de mis guiones para el cine suceden en el campo. Más concretamente, suceden aquí, en la Sierra, de donde saco todos los estímulos para trabajar. Por eso en ‘La obediencia de la mujer del pastor’ hay cabras y referencias a la naturaleza por doquier, y por eso en ‘La espera’ los árboles y los ríos son auténticos protagonistas de la historia, más que los propios actores. Me gustaría poder dialogar más activamente con este entorno, pero Madrid sigue siendo un centro neurálgico importante para el trabajo cultural y es donde puedo, de momento, hallar los apoyos, formar equipos, ensayar y, ocasionalmente, dar clases de escritura. A pesar de todo, uno de mis sueños es poder hacer teatro en plena naturaleza. En lo que al cine respecta, mis películas siempre tendrán lugar en lo rural, que es donde yo hallo el equilibrio.
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