Siento defraudar a aquellos que al leer el título han pensado que éste artículo es una proclama de la indisolubilidad de la nación española. Insisto, lo siento. Pero no se desanimen por ello, creo en la necesidad de la unión de todos los territorios que componen el Estado Español.
Y creo en esa necesidad porque lo que nos ha hecho prosperar a todos, al conjunto de las personas que vivimos en esta tierra que nos empeñamos en desgarrar por quererla demasiado (o demasiado poco, que es el reverso del mismo motivo), es el conjunto de las idiosincrasias que hemos hecho convivir.
Seguro de que si piensan en una cualquiera de las regiones españolas, inmediatamente la identificarán con los valores que le atribuimos: Aragón…Asturias…Castilla… Sin duda, según leían sus nombres les han atribuido paisajes, semblanzas, valores que identifican a sus gentes.
¿Y con qué valores identificamos al País Vasco y Cataluña?
En primer lugar eliminemos tópicos, no seamos tan infantiles que pensemos que en Galicia sólo hay meigas, en Andalucía fiesta, en Valencia playas…
Retomo la pregunta: ¿Con que valores identificamos al País Vasco y Cataluña? Convendrán conmigo en que les atribuimos muchos y en diferentes escalas. Pero sin duda hay dos sobre los que mayoritariamente coincidiríamos y no necesitan mayor explicación: En el País Vasco sentido de la industria y su gestión; en Cataluña laboriosidad y sentido comercial.
Ahora imaginemos a España sin ambos territorios, sin ambas Regiones, sin ambas Comunidades Autónomas. Lo que quedase, quiero decir, el resto, los demás, ¿seríamos lo mismo?, ¿creemos que estaríamos peor?, ¿algún insensato piensa que estaremos mejor?
¿De veras alguien piensa que sin los dos principales motores económicos que mueven éste País podríamos subsistir?
Pero claro, siempre existirán mentes preclaras que aseveren que más pierden ellos porque nos venden al resto de españoles la mayor parte de su producción y, como dejaríamos de comprársela, quedarían reducidos a la miseria. PERFECTO, hemos llegado al único fin posible consecuencia de una escisión de Cataluña y el País Vasco de España. Habremos alcanzado y nos habremos ganado la miseria y la ruina para todos. ¿O es que pensamos que con el culo atado al sillón esperando que el banco nos abone los intereses sin correr riesgo alguno va a progresar España?
Y dicho esto, ¿no sería mejor hablar, volver a hablar, dialogar, dialogar más, modificar, o no, lo que nos une y nos separa, buscar puntos de encuentro y no de ruptura? Partir del convencimiento de que ninguno (NINGUNO) tenemos toda la razón por doloroso que nos parezca, igual nos permite mantener todo lo que nos une.
¿Y si lo intentamos?

Javier Simón – Garganta de los Montes