José de Villamisar.

Cataluña, y también España entera, vivieron éste mes de septiembre una de las campañas electorales más enconadas de nuestra joven democracia.
Por una lado los independentistas, un grupo formado por partidos antagonistas en su ideología, en su forma de concebir la vida, tanto en lo político como en lo económico y lo social. Se unieron los representantes de la burguesía catalana, representados por el ahijado del corrupto Puyol, con los más extremistas de la izquierda, representados por el profesor Oriol Junqueras. Esta amalgama, solo tiene un punto en común, la independencia de Cataluña.
Por otra parte están los otros partidos, de los que solo el Partido Popular y Ciudadanos, se pronuncian abiertamente en contra de la independencia. El Partido Socialista en su carrera hacia el «ocaso», y en su intención de no molestar a nadie, no se sabe bien lo que quiere, en sitio dice una cosa, mientras en otro dice lo contrario. Sus líderes hacen lo mismo, no acaban de ponerse de acuerdo, mientras las encuestas le sitúan el cuarto o quinto puesto, cuando hasta ahora pujaba siempre por la Presidencia de la Generalidad.
El Gobierno central, solo ofrece a Cataluña que siga siendo una parte importante de España, de lo contrario auguran para ésta región grandes «plagas y miserias». Para ello se encargó la política exterior del Gobierno al conseguir que los grandes líderes mundiales como, Merkel, Draghi, Cameron y el mismísimo Obama se pronunciaran en contra de la independencia, argumentando entre otras cosas, que una Cataluña independiente quedaría fuera de la Unión Europea y por consiguiente fuera de euro.
Varios ex- Ministros, del partido Socialista y del Popular, todos ellos bien pagados y recompensados por sus servicios también se meten en este lio catalán, proponiendo reconocer la singularidad de Cataluña, contraviniendo así derechos fundamentales reconocidos en la Constitución, como es el de igualdad de todos los españoles.
Otro grupo que tardó mucho en pronunciarse fue el de los empresarios. El último en hacerlo fue la Asociación Española de Banca, que abiertamente dijo que: «Si Cataluña opta por la independencia reconsiderará su implantación en ésta comunidad».
Otro de los grandes banqueros, el catalán Isidro Faine, presidente de Caixa-Bank, también expone en su declaración que, «la exclusión de Cataluña de la zona euro, comportaría para todas las entidades bancarias con presencia en Cataluña afrontarían graves problemas que obligarían a las entidades a reconsiderar su implantación en la región. ¡A buenas horas…!.
¿Qué consecuencias pueden tener esas medidas en los ciudadanos?.
De llevarse a cabo las medidas que enumera la declaración del sector bancario y otros organismos internacionales, las consecuencias serían realmente graves, pues peligrarían los ahorros de los depositantes, la financiación a las familias, a las pymes y a todos los sectores productivos que generan empleo y bienestar.
De ser cierta la declaración, o amenaza, del sector bancario, parece increíble, que los dirigentes de Convergencia fuesen tan irresponsables y no les explicasen al pueblo catalán el coste que tenían que asumir para seguir adelantes con el tema independentista.
Artur Mas, sólo habla de independencia, como si al día siguiente todos los catalanes fuesen a vivir en el «Paraíso». No les explica a sus conciudadanos las consecuencias que ello puede acarrear, no dice que hará con la Sanidad, si se pagarán las pensiones, si habrá dinero para pagar a los funcionarios, si habrá un Banco Central, si les echaran de Europa….. en fin, quiere que el pueblo catalán se tire con él a la piscina sin saber si hay agua o no en ella.
El Sr. Mas y su partido deberían mirar hacia Oriente, y ver lo que pasó y está pasando en Grecia, cuando el Sr. Tsipras no pudo cumplir lo que también irresponsablemente habría prometido.
La campaña electoral ha terminado, el pueblo catalán ya se pronunció y ¿ahora qué?.