Las aves migratorias que visitan nuestro país cuando llega la primavera, provenientes todas ellas del hemisferio meridional, se denominan estivales. Dentro de éstas, no podemos olvidarnos de los curiosos abejarucos. En África y Asia hay varios tipos, a Europa migran los abejarucos comunes o europeos (Merops apiaster). Son pájaros de «mil colores» ya que, cuando los vemos en detalle, podremos apreciar una amalgama variada: azul, rojo, naranja, amarillo, verde, turquesa, granate, marrón, blanco y negro; prácticamente todo el espectro visible se concentra en estos seres. Su característica forma de volar, aleteando varias veces y después realizando cortos planeos, les sirve para capturar a sus presas, que son sobre todo abejas aunque se nutren de otros insectos de un cierto tamaño como libelulas, avispas, etc. Suelen reclamar continuamente, tanto posados como en vuelo, un bip-bip-bip peculiar, como un silbato de árbitro que se puede escuchar desde lejos.
En nuestra península, se distribuyen por todas las latitudes, exceptuando Galicia, la cornisa cantábrica y los Pirineos. No suelen estar a grandes altitudes, su hábitat predilecto son los lugares con taludes arenosos, donde construyen sus nidos. Ambos cónyuges excavarán en la pared vertical un túnel horizontal que puede tener como máximo unos dos metros de largo; al final de éste ensachan el agujero para dejar una cámara donde depositarán los huevos, normalmente unos siete. Los trabajos de construcción duran unos 10-14 días; excavan con el pico y sacan la tierra con las patas. Está realizado de manera que desde el interior del nido se pueda observar el exterior. Aunque los abejarucos pueden criar en solitario, generalmente nidifican en colonias con grandes diferencias poblacionales: desde pequeños grupos hasta cientos de parejas.
Suelen llegar de mediados a finales de abril; el macho entra en celo a primeros de mayo, corteja a la hembra llevándole insectos, una imagen muy común en esta época y muy bonita de observar. Tras la cópula llegará la puesta; el periodo de incubación se prolonga unos 20-22 días; transcurridos los cuales eclosionarán los huevos y nacerán los pollos, que pasadas cuatro semanas estarán listos para el vuelo. El retorno hacia el sur, hacia sus cuarteles de invierno transaharianos, lo comienzan de mediados de agosto a primeros de septiembre, momento a partir del cual ya será difícil verles entre nosotros.
A la hora de su identificación es un ave de tamaño medio, con una longitud de 27-29 cms. y una envergadura cercana al medio metro. Posee un pico largo y curvado y en su larga cola destacan dos plumas centrales que sobresalen aún más, rasgo éste muy característico a la hora de detectarlo en vuelo. Además unos ojos con iris de color rojo; la variedad de colores podéis observarla en la foto; decir asimismo que la hembra y el macho apenas se diferencian, como también se aprecia en la imagen.
En cuanto a sus poblaciones, en España contamos con el mayor contigente europeo, con unas 100.000 parejas como mínimo. Sus amenazas las encontramos sobre todo en el uso de insecticidas en la agricultura por un lado y, por otro, en la persecución directa de los apicultores, ya que pueden causar auténticos estragos en las colmenas. En el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, se le incluye con la categoría «De interés especial».
Esperemos que en un futuro podamos seguir disfrutando de este «Arco Iris» volador.
Miguel Ángel Granado (Coordinador SEO-Sierra Norte)
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