Vive en Buitrago y está a punto de cumplir 39 veranos. Acaba de ganar el I Premio Nacional de Literatura de Buitrago de Lozoya con su Novela «Equilibrio» editada por Pigmalión. Comparte la escritura con su trabajo como Técnica de Turismo en el Ayuntamiento y con su familia «compartiendo momentos y viendo sonreír a mis hijos, escuchando música, tomando un vino con amigos. Intento encontrar ratos, a veces sin éxito, para escribir o leer lo que otros han escrito. A escuchar el silencio, el crujir del suelo mientras visito un museo. Me encanta salir a correr por las mañanas, cuando el día todavía no se ha levantado en esta tranquila sierra y olvidarme de que hago deporte, mientras disfruto de la música lo más alto que el amor a mis propios tímpanos me permite.»
Cuando ves tu novela publicada… ¿Es un sueño o no es para tanto?
Es un sueño, sin lugar a dudas. Es más que eso de hecho, es algo que sabes que está pero que no te planteas como una meta real, pues lo ves muy lejano. Cuando te enteras de que hay alguien a quien no conoces, que se ha interesado por tu libro y quiere publicarlo, con todos los riesgos que eso implica, al principio prácticamente no puedes creerlo. Pero poco a poco comienzas a asimilarlo por todo lo que ello conlleva, pues después de escribirlo hay mucho trabajo por hacer hasta que el libro sale publicado.
La primera vez que vi mi libro en papel, realmente me emocioné. Iba a presentarlo en la casa museo Lope de Vega y ya conocía la apariencia que tendría, la fotografía de la portada, cómo estaba maquetado… Sin embargo, tenerlo en mis manos por primera vez supuso un momento muy especial para mí, que pude compartir además con la persona con quien ya comparto mi vida y en el que pude confirmar que todos los miles de momentos en los que había trabajado en él, sumergiéndome en su historia, estrujando mi cabeza, robando horas a la noche para alargar los días a fin de dar salida a todos sus entresijos, tenían una finalidad real, llenar sus páginas dando así vida a sus personajes.
Cuéntanos un poco de Equilibrio…¿Por qué escribes? ¿Qué te inspira?
Equilibrio surge como un reto personal, ante una nueva iniciativa cultural en Buitrago, el Certamen Literario «Agua y Viento», siendo estos elementos la temática de los trabajos a presentar. No dudé a la hora de elegir el agua como elemento principal de «Equilibrio», pues como sabes, Buitrago está rodeada de ella. Este hecho realmente me inspiró en el momento de construir en mi mente la ciudad de Fortalezas, lugar de origen del protagonista de la historia, Evo. El agua, que en un principio formaba parte de la morfología del país de Duara, fue transformando su significado a lo largo de la historia, hasta quedar finalmente como un elemento simbólico, que acompaña al personaje en su andadura.
Pasar de los cuentos a una historia larga requiere una organización de la cabeza diferente. ¿Cómo lo has hecho?
Pensando en ello como en una historia abierta a sucesos y personajes nuevos, que más tarde acabarían teniendo su propia identidad y cuyos destinos deberían estar entrelazados para que finalmente el conjunto pudiera funcionar. No fue fácil, pero estoy contenta con el resultado.
¿La vida no es lo que parece?
No siempre, creo que muchas veces subestimamos nuestro potencial a la hora de vivirla y nos parece más simple de lo que realmente es. Al final, cada uno percibimos la vida desde nuestro propio cristal y todo es bastante subjetivo en ella. Esa es la idea que he intentado transmitir en «Equilibrio».
¿Cómo ves el panorama cultural de la Sierra? Qué nos falta?
Hay mucha cultura en la Sierra y creo que actualmente se llevan a cabo verdaderos esfuerzos por fomentarla, manteniendo la propia e introduciendo otra serie de elementos que, aún sin ser autóctonos, sí que son importantes para enriquecer la nuestra y poder así vivir de forma intensa todas las manifestaciones de la inteligencia y creatividad humanas, que entendemos por «cultura» en su conjunto.
No creo que el problema real, sin restarle importancia, sea la falta de recursos económicos que nuestra situación actual presenta, acostumbrados como estábamos a casi nadar en la abundancia; si algo nos falta quizá sea pasión, pasión por disfrutar de la cultura desde su más simple manifestación, sin que ésta tenga por qué surgir de proyectos que requieran de muchos recursos, sino concediendo importancia a las pequeñas actuaciones que tienen lugar día tras día en los pueblos de nuestra Sierra y que conllevan el esfuerzo diario de sus vecinos, cuyas iniciativas merecen nuestra atención, pues todas ellas en su conjunto forjan la Sierra que heredarán nuestros hijos.
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