Luis Fco. Durán Carretero
Bueno, pues henos aquí a la puerta de elegir a los nuevos, o no tanto, ediles de nuestros respectivos pueblos. Las poblaciones con más habitantes, también son pueblos, aunque tengan metro y/o autobuses interurbanos. No dejan de estar en mitad del campo, aunque sus habitantes no se lo crean. Yo soy de la capital, presumen. Criaturas…luego están locos porque llegue el fin de semana, para esquilmar la despensa de los abuelos en el pueblo, del que no son, ……….el calificativo le dejo a la sabia elección del lector.
A lo que iba, las elecciones se tendrían que hacer como en los pueblos pequeños, por concejo abierto, si, para votar a la persona que crees que es la idónea para llevar las riendas de una población, así nadie se puede colar en un grupo en el que sale elegido por simpatía, que es lo que suele ocurrir en las poblaciones más pobladas, que no más grandes. La grandeza no es una facultad que se consigue por el tamaño de la población, sino por el bienestar de sus habitantes. En ese bienestar influyen, la calidad de vida, la escasez de paro y, sobre todo que los votantes y a la vez vecinos de los consabidos elegibles, tengan un tanto por ciento aceptable, más de un sesenta, de alegría y felicidad. Algo que en los pueblos menos poblados, prácticamente se consigue y. Eso sí es ser grande.
Por eso lo de votar en plan concejo abierto, cuantos, pero cuantos se iban a llevar una galleta electoral que iban a flipar a cuadraditos de colorines. Esto es, porque siempre hay algún vende burras en las candidaturas, que se aprovecha de que a su lado tiene una gente válida y, al calor de ellos sale elegido, aprovechando hábilmente su puesto para mangonear en la sociedad, esto no quiere decir que sea un chorizo, que también, pero sí un toca pelotas. Algo que ya no es noticia, pues estamos hartos de verlos. Pero si se eligiera en concejo abierto, esta cosas igual no pasaban, pues ya se mirarían muy mucho los elegidos de no cagarla y los vende burras, seguramente no saldrían. Seguramente no, seguro, o tiene mucha familia o se comen una boñiga como el gorro de un picador. Oye que igual, los supuestamente buenos, se lo pasan por el forro y estámos igual.
Alguien dirá que es muy cansado marcar los que quieres que salgan, y que a la hora del recuento, igual nos daban las tantas. ¡Coño! No estamos en la era digital, y no me refiero a firmar con la yema de los dedos, sino a que traigan una maquinita para contabilizar los votos. Vamos como las quinielas, al que quieres que salga, le pones un uno y al que no, una cruz y punto.
Bueno pues sea como sea, el caso es que podemos elegir democráticamente a nuestros regidores, que es algo importantísimo, algo que a algunos, no les hace excesiva gracia. Peor para ellos, y que si nos equivocamos, la equivocación nos dura cuatro años. Y cuatro años no son nada, y podremos cambiarlos otra vez. He igual ya han desaparecido la mitad de los vende burras y sus adláteres.
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