Rafael de Frutos Brun
La Dehesa Boyal de Montejo está situada a unos trescientos cincuenta metros de distancia en el punto más cercano al casco urbano.
La Dehesa siempre me ha llamado la atención porque, si la miramos desde La Dehesilla, da la impresión de que estamosmirando a una gran alfombra, casi circular, que está decorando el Cerro de Majalapeña. Aquella persona que ame la naturaleza y la mire desde el Camino de los Molineros creerá que está mirando una pintura de un grande de los pinceles.
471.000 metros cuadrados de extensión, a una altura aproximada sobre el nivel del mar de 1.165 metros, ¡ahí es nada!,y que además esta en tierras montejanas.
Si partimos desde la carretera en la Era del Mingo, alcanzaremos la Peña de los Balagares, cruzando el Regato de Barranca, nos encontramos el zarzo de la Raya. Siempre ha sido el más usado de todos por la proximidad al pueblo y su accesibilidad. Siguiendo el movimiento de las manecillas del reloj, nos encontramos la Barranca que limita con los Prados de los Balagares, en su parte baja, y los Prados Montes, en la parte alta. La orografía no es homogénea, como tampoco es igual el color de su tierra y sumasa forestal. En la Barranca la tierra es barriza y de un color que quiere ser roja tostada.
Siendo alcalde Hernán Frutos se hicieron letreros de tierra cocida para nominar las calles de Montejo y numerar sus casas y se tomó el barro de la Barranca para su fabricación. En la misma zona y desde tiempos pasados, se conocía una pequeña beta de color azul suave y húmeda que las mujeres aprovechaban ya que mezclándola con agua les servía para pintar zócalos de portales y pasillos.
Así llegamos al Zarzo de Arriba, también llamado de Las Eras del Abajo. Camino que atraviesa en un llano desde las dichas eras hasta El Redondillo. En dirección norte entramos en una zona de muy poco monte y pobre de hierba para pico con su tierra de color negruzco. A la altura de La Fuente del Bragas, el perímetro de la Dehesa vira hacia la derecha hacia el Barrancón de las Tablazas, donde hay abundancia de arboleda, que aumenta hasta La Funfría, donde hay algunos acebos y por la desigualdad del terreno una recogida de agua y de nieve en invierno originando el regato del mismo nombre.
Siguiendo el perfil de la hipotética alfombra llegamos a Los Callejones, lugar donde en la misma pared de la Dehesa encontramos una arqueta terminada en bóveda que suministró el agua potable para el pueblo. En este punto cambia la dirección de la pared hacia el sur, yendo Penillas abajo y haciendo mojonera con las tierras que otrora se sembraban hasta llegar al Zarzo del Redondillo, lugar y camino que parte la Dehesa en dos mitades.
Permítanme que un servidor piense que la Dehesa, en un principio, pudo ser más extensa, llegando en esta zona hasta Los Prados Helechares, siendo mojonera el Arroyo de Las Caseras y los Prados Redondillos. Alfonso X, el Sabio, en su libro de Monterías dice que en Montejo se cazaba el oso en verano y el puerco en invierno en el «Redondiello y Collado de Xarama». ¿No pudieron nuestros abuelos intentando de fomentar la agricultura descuajar los espinos y resalvos y obtener unas hectáreas de agricultura en un terreno que criaba trigo? Justo diez metros más abajo pasa la reguera como veremos luego.
Pasados los Prados Redondillos volvemos a tener tierras de labor con mojoneras prácticamente hasta al Zarzo de La Cañada, pero no quiero olvidar que antes, a los pies de dichos prados,hay otra entrada, por donde entraban los carros, que atravesando el Arroyo del Tomillar, subiendo al Lomo Quiñón y cruzando el Arroyo de la Hornilla cerraba el perímetro que se percibe desde la carretera que va hacia El Cardoso.
Grande y señorial la Dehesa Boyal en su extensión, en su belleza, y en su utilidad para el pueblo.Que tiene abundante comida en todo tiempo para el ganado y «agua por un tubo de manantial». Todas sus zonas tienen nombres y los montejanos las identificamos perfectamente: La Raya, la Barranca, la Choza, la Frenera, las Hoyuelas, el Zarzo de la Cañada, el Redondillo, Lomo Quiñón, Raso la Cañería, las Tablazas, El Barrancón, La Funfría, la Huerta del Guarda, los Callejones… Hasta sus piedras tienen nombre, que bautizaron a la vez vaqueros, pastores y caminantes: Peña Gorda, la Cobatilla, la Peña del Ombligo, etc.
El primer agua potable que se canalizó hacia Montejo partió de la Fuente de las Tablazas, con arquetas en los Prados Montes, la Capellanía y el pueblo. Hoy hay otras arquetas que se construyeron a la vez que se aumentaba el caudal. En la Dehesa localizamos los estanques, que hay cuatro, de gran capacidad que discurren paralelos al camino del Redondillo a las Eras del Abajo. Son remansos de agua en tierra natural. Sólo tienen de mampostería parte de su muro de contención. Gran riqueza que permite el riego a la carta de huertos y prados y que el sobrante sigue hasta incorporarse al río. Permanentemente llenos por si los necesita para cargar agua cualquier helicóptero en caso de fuego.
Con relación a las construcciones en la Dehesa tiene, prácticamente en el centro y sobre un altozano, una choza circular de piedra con tejado de lanchas cubiertas de tierra con capacidad para descansar tres personas en unos lechos de retama y con el fuego en el centro. Se utilizaba como resguardo de vaqueros y pastores.
Más moderno, antes de terminar el siglo pasado, se acotó una parte del Lomo Quiñón, que linda con fincas de siembra en La Mata, para construir un polígono ganadero que evitó la estabulación del ganado en el pueblo y se levantaron naves, propiedad del Ayuntamiento, que tienen los ganaderos en arriendo. Están dotadas de agua que se toma de la acequia de riego y luz de la red. Una parcela tiene perros de caza, otra caballos, otra placas solares, las demás hierba, pienso, cebadero y de todo un poco y estancias comunales para todos. Se accede al polígono saliendo en el puente de la Molilla, en la carretera de la Hiruela, por una carretera asfaltada pasando el Arroyo de los Balagares y el Arroyo de la Hornilla llegando a un «paso canadiense» que franquea la entrada. Todo el polígono esta cercado por una malla de alambre.
En cuanto a su aprovechamiento «a pico» siempre ha estado al máximo. Aquí han pastado tanto vacuno, equino, lanar y caprino.
Al pasar la acequia de riego por el centro, los montejanos aprovecharon su líquido haciendo pequeños regueros para distribuir bien el riego de la hierba. Incluso en diciembre de 1931 el Ayuntamiento acuerda «que debido a la escasez de pastos en los tranzones de Tablazas de Abajo y Lomo Quiñón y por ser también el monte de poco rendimiento al ser de mata rañiza, solicitar al Ingeniero Jefe, o a quien corresponda de montes, autorizar que concedan hacer una roza en los dichos tranzones dejando los mismos de monte hueco y que tuviera más hierba para pico que se podría regar con una buena reguera de agua a la vez que serviría de abrevadero. Si esto lo conceden, los vecinos se comprometen a hacer la roza y preparar la tierra gratis, dejando las guías que el Cuerpo del Monte crea dejar»
A la Dehesa entraban el día 25 de abril, día de San Marcos, las vacas que eran utilizadas en las yuntas de trabajo, puesto que los cerriles subían a la sierra hasta la derrota de la espiga y las vacas de leche se quedaban cerca del pueblo para poder ordeñarlas diariamente. Al derrotarse el Tercio, todos los animales podían entrar en la Dehesa o alrededores para aprovechar la comida donde había habido cereales o baldíos.
Esto hasta las Candelas, día 2 de febrero, que se volvía a guardar hasta San Marcos para que se renovara la hierba. En otoño se solían ramonear ciertos árboles, fresnos y algunos robles, para el aprovechamiento de sus hojas.
Lógicamente los tiempos cambian y una de dos, o te actualizas o quedas fuera de juego. La Dehesa y los que la dirigen han optado por la primera opción.
En la actualidad, 2024, podemos disfrutar de un precioso paseo por esa repetida alfombra donde hasta «las boñigas huelen bien» y admirar y disfrutar deportivamente de los cuatro magníficos estanques donde crían los patos y los anfibios. Tenemos para refrescarnos y descansar la Fuente de Macarra. Y sombra, si queremos, por todo el paseo. Desde la cabecera podemos ver las tierras y el campo de Horcajuelo, Prádena, el Cerro de la Puebla, el Collado de la Hiruela, el Pico del Lobo y, en lontananza en un día claro, las cuatro torres de la Plaza Castilla. ¿Hay quién de más?
Puedes ver, si tienes suerte, un nido de mirla, de hurraca, de guarlo o de paloma torcaz. Alguna raposa a la espera de que pasen las ovejas del Maestro por si algún corderillo se despista. O un corzo que sube a beber agua desde Pascualibáñez, o tal vez un jabalí que regresa de las patatas del Lomo o espantado de la Dehesilla del Tranca.
Hay alguna dehesa que nos ofrezca, en cualquier estación del año, lo que nos ofrece la nuestra? Si nuestro paseo es en las tardes de otoño disfrutaremos viendo las tostadas hojas de roble, que están desnudando las ramas y lo hacen con ritmo hasta llegar al suelo. Mientras, si el paseo es en invierno, lo haremos con una buena nevada y las vistas que ya hemos dicho más arriba, quedarán asombrosas con el manto blanco por encima. De la primavera no hablamos porque se percibe espectacular en cuanto a olores y colores. Disfrutar del olor de la madreselva teniendo cuidado al andar de no pisar las margaritas, las virondelas, violetas, campanillas, el poleo, orégano, té o fresas junto a los estanques, sabiendo que esta florecido el espino vero, los carambujos, las pequeñas rosas de cuernacabra…Y del verano no hay que hablar porque se atraviesa todo a la sombra de los resalvos escuchando el trinar y cantar de todas sus variedades de aves. Te puedes sentar en la Peña de La Cobatilla y respirar ensanchando el pulmón.
NOTA. No puedo pasar sin acordarme del niño que construyó con su padre una cometa, intentó elevarla y un ventarrón se la llevó a una charca. Lo que sintió el niño es lo que siento yo al escribir los siguientes renglones. Pero querido amigo, es historia. Debo recodarlo con la verdad desnuda y el respeto que merece: «Día 15 de agosto 1936, dos vecinos, Hilario y Cesáreo, uncen sus yuntas, enjulian los carros y se van a acarrear la mies. A Hilario le acompaña su hija Fausta Fernández del Pozo, 22 años, soltera, su madre era Hilaria. A Cesáreo le acompaña su hijo Dionisio Martín, soltero, 35 años, su madre era Plácida. Los dos carros van cruzando por la Dehesa. En un carro van los padres, en el otro los dos hijos. Un «Panzudo», avión de guerra modelo Heinkel He 111, bufa por el Zarzo de Arriba. Los carros van ahora por las Tablazas. El avión suelta un proyectil impactando en uno de los carros. Mueren Fausta y Dionisio y la yunta de vacas. Dice la partida que «no habiendo cura en Montejo ni en los pueblos cercanos, los entierran los vecinos». Firma las partidas de defunción Don Francisco Llerena, Capellán del Ejercito Español.
Descansen en paz, Fausta y Dionisio.
Montejo os recuerda con respeto.
Rafael de Frutos Brun
(Foto cedida por A. Bermejo)
Montejode la Sierra
2024
Be the first to comment on "Dehesa Boyal"