Si hablamos de Pastores nos pueden venir a la cabeza imágenes bucólicas, de cuento o con historias picantes; o, si escuchamos a las Pastoras de los pueblos de El Berrueco, CincoVillas, Mangirón, Paredes, Serrada, Robledillo, Cervera de Buitrago, El Atazar y Patones, oíremos historias de miedo, de frio, de juegos, canciones y solidaridad; historias reales que vivieron las pastoras de estos pueblos cuando, algunas de ellas, desde los 7 años, cuidaban de ovejas y cabras, hiciera el tiempo que hiciera, por que era necesario.
El miércoles 16 de octubre se presentó en el Centro Comarcal de Humanidades de La Cabrera, el documental y exposición fotográfica bajo el título “El legado de las pastoras”. Un proyecto impulsado por la Mancomunidad del Embalse del Atazar (que componen los pueblos mencionados), con la colaboración del Ministerio de Cultura, en el que se recogen los testimonios de mujeres que fueron pastoras desde niñas en los pueblos del Valle Bajo del Lozoya, en la Sierra Norte de Madrid.
Con este proyecto se pretende mostrar la importancia de los conocimientos y valores de estas mujeres y salvaguardar unos legados femeninos que han permanecido invisibilizados y que forman parte de la identidad cultural de nuestros territorios rurales. Y se puede decir, tras visionarlo que lo han conseguido de manera sobresaliente.
En este proyecto han participado en la realización del documental y la exposición fotográfica La Proyectora de Ideas y CucuFlash.
La coordinación del proyecto ha estado a cargo de María Julián Prados, trabajadora de la Mancomunidad del Embalse del Atazar; en un proyecto donde el documental es sólo la plasmación de muchas horas de conversación, y de relatos que recuperaban otras historias. Algunas de estas mujeres compartieron noches al raso, porque las Pastoras de Cervera y El Berrueco se encontraban y hablaban a través del río Lozoya, cuando el embalse de El Atazar todavía no existía.
Con este proyecto se pretende dar visibilidad al trabajo desarrollado por estas mujeres; recuperar y salvaguardar los saberes que atesoran y hacer partícipe a la comunidad, para que las generaciones presentes y futuras encuentren inspiración en sus vivencias y mantengamos este conocimiento y este patrimonio cultural tan valioso.
Ellas mismas, a través de la transmisión oral directa, nos narran sus vivencias y conocimientos y son las protagonistas en las acciones que se realizan con la comunidad. Patrimonios profundamente ligados a las emociones, el trabajo colaborativo y unas formas de vida tradicionales que debemos salvaguardar, como identidad cultural propia.
En los pueblos del Valle Bajo del Lozoya, hubo un tiempo en que los rebaños de ovejas y de cabras poblaban el territorio. Para muchas familias suponía un medio de subsistencia en tiempos de escasez, junto con lo que sembraban y cosechaban en las poco agradecidas tierras de labor. Estas dos actividades, la ganadería y la agricultura, eran complementarias, ya que gracias al abono que aportaba el ganado, las tierras eran más productivas.
Desde muy niñas, las mujeres eran quienes se dedicaban principalmente a las labores de pastoreo, ya que todos los miembros de la familia debían colaborar en mayor o menor medida.
A los 7 años de edad estas niñas ya comenzaban a cuidar de los corderos o los cabritos y un poco más mayores con 9 o 10 años ya empezaban a llevar un rebaño. A veces solas, a veces acompañadas de otras pastoras y pastores y más adelante ya dormían solas en el monte con el ganado, al raso y como único abrigo una manta enrollada. A su pesar dejaban la escuela, sin casi saber leer y escribir por que el sustento de la familia lo necesitaba, aunque como comentaba Alfonsa Valle, los chicos si iban a aprender a escribir por que, como a la mili, tenían que escribir cartas a la familia…
En estos pueblos había más pastoras que pastores, “Cuando nos pusimos a investigar, -comenta María Julián Prados-, vimos la gran importancia que tenían, aunque ellas se la quitan, nosotros ahora se lo devolvemos. Son muy mujeres muy sabias, como nos van a demostrar, contando muchas pero, sobre todo, los valores, que nos transmiten: la ayuda mutua, la colaboración, el amor por la tierra, el trabajo, la generosidad, los cuidados.
Nos hablan de su vida, de como trabajan, de como se divertían, las noches de frio y el respeto entre todos”
Felisa Garcia, Cervera de Buitrago: De noche y de día cuidando ovejas, teníamos que rodear el ganado, teníamos que dormir en el suelo, siempre con un ojo abierto, para que no se perdieran»
Juana Ramírez, de Cinco Villas, desde pequeña iba de Pastora, con una mantita al hombro y con un ojo abierto para que no se desperdigarán. De noche era duro, de día mejor porque podías hablar con otras pastoras, en tiempos de verano, los días de tormenta lo pasaba de mal, te caía granizo, luego tenías que segar, coger algarrobas, trillar, todas las faenas del campo, de todo, desde pequeñita, ahora todavía hecho una mano porque me gusta
Alfonsa de Cervera, estuvo 12 años de pastora, con nueve años me mandaron con 10 ovejas, y no sabía contarlas, durmiendo en el suelo, haciendo de todo, yo toda mi juventud la pase de pastora hasta que me case y tuve mis hijos”
María de El Berrueco, yo con seis años ya estaba con las ovejas, pero según crecías te mandaban más cosas – nos relacionábamos a través del rio, cada uno de nuestro lado, seguimos manteniendo la amistad
Anastasia, desde los seis años con las ovejas, “era tan pequeñaja, que mi madre me ataba la cesta al brazo para que no la perdiera, cuando dejábamos a las ovejas en los tinaos, íbamos a ayudar a mi padre a segar, después de la merienda cena, mientras mi padre se ocupaba de recoger, yo me iba con las ovejas a dormir al campo, y si no cuidaba la huerta, porque entonces llovía, corrían los arroyos, no como ahora, yo hecho de todo. El campo es muy esclavo pero también muy bonitos había mucho ganado, que limpiaban el monte, los caminos, no como ahora. Ahora el ganado no es tan duro. Nosotros nos hacíamos nuestros medias, se mojaban y nos lo quitábamos, con una manta raid, tendría que haber más ganado”.
Las veteranas se mostraron orgullosas y animaron a las nuevas Pastoras que se están asentando en la Sierra.
En el Centro de Humanidades, se pudo ver una exposición con fotografías de las representantes de esta historia. Así como una pequeña muestra de objetos típicos que usaban en su vida cotidiana: Medias de lana, el mantón, el Zagalejo en Cervera de Buitrago, la Manta en El Berrueco, las sandalias, las albarcas…
El encuentro permitió el relato de muchos historias, anécdotas, de como se pasaban consejos para coser, para cuidarse, las fiestas (pues algún baile hubo”, la rivalidad con las pastoras de cabras, el respeto de los chicos (algunos también pastores) y el recuerdo de una vida de trabajo, donde cada uno tenía su responsabilidad, sin importar la edad.
Esta crónica se queda corta para contar las historias, las anécdotas, las emociones que emanan del encuentro con ello; de la alegría de las veteranas ante las nuevas Pastoras, y el respeto de éstas, por las palabras, las historias y su vida de las veteranas.
Muchas voces no han llegado para contar esas vidas, pero las que han quedado dan un testimonio que emociona, desde la alegría al dolor.
Estas líneas son un pálido reflejo de lo que transmiten; que daría para un extenso tratado de historias, de la vida real, que tanto cuesta que salga en los libros y en los medios nacionales porque no hay nada truculento, sino la vida real, de unas mujeres que a pesar de ver truncadas sus sueños de una vida distinta, se mostraban orgullosas de la vida que habían llevado
LAS VETERANAS
Alfonsa Valle (Cervera de Buitrago), Anastasia Sanz. (El Berrueco), Aquilina Gómez. (El Berrueco) – Cecilia García Herranz. El Atazar – Dionisia Isabel.(El Berrueco) – Eugenia García. (Serrada de la Fuente) – Felisa García. (Cervera de Buitrago) – Gabina Acevedo. (Cervera de Buitrago) Gregoria Hernanz. (Patones) – Irene Encina. (El Berrueco) – Isabel Martín. (El Atazar) – Teodosia Juana García. (Paredes de Buitrago) – Juana Ramírez . (Cinco Villas) – Julia Sanz. (El Berrueco) – María García. (El Berrueco) – Pilar Sanz. (El Berrueco) – Victoria Martín. (El Berrueco)
LA NUEVA GENERACIÓN
Ana Ruiz de la Granja Prados Montes en Montejo de la Sierra
Clara Benito del proyecto Entrelobas
Encuentros con el C.R.A Lozoyuela
Jornadas de encuentro realizadas entre pastoras tradicionales y alumnado del Colegio Rural Agrupado de Lozoyuela.
Ruta Pastoreo Trashumante Jóvenes
Jornada de encuentro de pastoras de varias generaciones, con jóvenes, en Prádena del Rincón. Jóvenes participantes en ruta de pastoreo trashumante, organizada por la Asociación Roblemoreno y el proyecto «Como Cabras»
Itinerarios guiados interpretados sobre el trabajo de las mujeres pastoras en los distintos pueblos del territorio, con la participación de algunas de las protagonistas, narrando sus vivencias en primera persona.
Con la colaboración de Luis García Valera, dinamizador cultural y promotor de Entre Sierras, la Escuela de Músicas Populares de la Sierra Norte de Madrid.
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