EL GRAN OLVIDADO DE RASCAFRIA

El encanto de estos lugares en torno al Valle del Lozoya, debió seducir a Alfonso XI, rey de Castilla de la casa de Trastamara, quien mediado el siglo XIV mandó construir en el lugar que nos ocupa un pabellón de caza y una capilla. Su hijo y sucesor Enrique I también frecuentó estos lugares y antes de abdicar en su hijo Juan I, le ordenó mediante documento testamentario construir un monasterio sobre lo que había sido el citado pabellón de caza.Cumpliendo los deseos de su padre,en 1390 se puso la primera piedra de lo que hoy es el Monasterio de Santa María del Paular.No obstante,pocos avances conocería Juan I en las obras ya que falleció en ese mismo año en un accidente de caballería en Alcalá de Henares. Sería su hijo y heredero Enrique III quien continuaría los trabajos iniciados.

La custodia del monasterio, una vez terminado, sería encomendada a la orden de La Cartuja, y así fue hasta 1835.

Era creencia generalizada entre reyes y nobles que, a través de la oración, los monjes que poblarían el futuro monasterio podrían interceder ante Dios y así salvar sus almas. A cambio dotaban a los monjes de bienes en forma de ganado y tierras. Esta Orden llegó a reunir mas de 80.000 cabezas de ganado lanar, concretamente de ovejas merinas.

Entre los trabajadores necesarios para la construcción del monasterio estaban los canteros. La Transmiera cántabra era bien conocida por haber dado a luz una estirpe de excelentes canteros y maestros de obra que se extendieron por varios lugares de la península al calor de los grandes proyectos promovidos por la corona o la iglesia. Entre ellos Juan Gil de Ontañón llegó a este lugar a trabajar en la catedral de Segovia. La familia se estableció en Rascafría, y aquí, el 23 de febrero del año 1500 nacería Rodrigo Gil de Hontañón.

Siguiendo los pasos de su padre, estudió el oficio de “tracista” La palabra “arquitecto “aún no estaba en uso, que al paso de pocos años consiguió, no sin una enorme vocación y dedicación, ser un gran renovador de la arquitectura antigua para adentrarse en el clasicismo renacentista. Siendo aún muy joven, Rodrigo trabajaría en las obras de El Paular, la soberbia fachada que todos conocemos de la entrada al patio del Ave María es obra suya.

A la edad de 35 años, Rodrigo ya se responsabilizó de su primera obra: la Colegiata de Santa María de Villafranca del Bierzo de estilo plateresco.

Su maestría en el estilo renacentista dejó su sello en las obras de las que fue máximo responsable, entre ellas sólo citaremos las siguientes:

Durante el reinado de Carlos V dirigió las obras de la catedral de Santa María de Segovia, construida entre 1525 y 1577 en estilo gótico tardío.

Fue maestro mayor de las obras de la Catedral Nueva de Salamanca.

Diseñó y dirigió la construcción del Palacio de Monterrey de Salamanca de estilo plateresco y del Palacio de los Guzmanes en León.

Otro de sus primeros trabajos fue el diseño y construcción de la torre de la basílica de la Asunción de Colmenar Viejo.

Y tal vez su obra más emblemática fue el diseño y construcción, a instancias del Cardenal Cisneros de la fachada del Colegio Mayor de San Ildefonso en Alcalá de Henares, para muchos autores la mas conocida y bella obra de Rodrigo Gil de Ontañón. Iniciada en 1537 y finalizada en 1553,se trata del edificio principal de la Univesidad Complutense (hoy Universidad de Alcalá),declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998.

Este edificio es mundialmente conocido por tratarse de la sede de la entrega anual por parte del rey del premio Cervantes de las Letras, que personalmente he tenido ocasión de visitar varias veces.

En la actualidad, la obra de este ilustre rascafrieño, sigue teniendo influencia entre prestigiosos arquitectos, tanto de dentro como de fuera de nuestro País.

Y no sólo esto, la obra de Gil de Ontañón traspasó el océano y llegó a América, alcanzando su influencia a Méjico y Argentina. El Teatro Nacional de Buenos Aires, conocido como Teatro Nacional Cervantes, declarado Monumento Histórico Nacional en 1995, está inspirado en la referida fachada del Colegio Mayor de San Ildefonso de Alcalá de Henares. Rodrigo falleció en Segovia en el año 1577, a los 77años de edad. El hecho de ser Rascafria la cuna de este ilustre personaje, causa al menos extrañeza, comprobar que su figura y su obra parecen ser ignoradas en Rascafría, tanto a nivel institucional como por la mayoría de los rascafrieños. Su nombre merece ser recordado con orgullo, creo que estamos obligados a rescatar del olvido a este extraordinario personaje para que deje ya de permanecer siendo EL GRAN OLVIDADO DE RASCAFRIA.

Sé el primero en comentar sobre "EL GRAN OLVIDADO DE RASCAFRIA"

Dejar un comentario

Tu dirección email no será publicada.


*