Cuando una función de teatro acaba con toda una sala en pie aplaudiendo a rabiar, significa que se ha dado un paso a favor de la humanidad por pequeño que parezca.

El 19 de junio, el grupo de teatro de Valdemanco, compuesto mayoritariamente por mujeres, que van desde los cuarenta a los noventa y siete años, fueron capaces de sorprender a un público expectante, que había obligado desde hace días, a colgar el cartel de “entradas agotadas” 

La función, una creación colectiva que llamaron La Peluquería, habla del cierre de la única peluquería del municipio, un fondo de inversión compró el edificio y desahucian a Pilar la peluquera, que lleva más de veinte años al frente. La peluquería como símbolo de espacio común por donde discurre la vida. Las clientas junto con Pilar, ponen en marcha un plan, salvar la peluquería.

Pero es interesante detenerse un momento en las dificultades con las que se encuentra un grupo de teatro amateur de la comarca, si quiere estrenar en el único teatro con que se cuenta por estas tierras, simplemente, con ánimo de trabajar para superarlas.

Actuar en el Centro Comarcal de Humanidades en La Cabrera, nos dicen,  se convirtió en una odisea. Un primer acuerdo de fecha fue posteriormente desestimado por el programador de la sala. Parece ser que es alguien que decide desde un despacho de Madrid lo que es bueno para la comarca,  aunque no conozca ni se asome por el territorio (alguien cree haberle visto una vez en el teatro, al parecer es un señor instruido de la ciudad, que tanta falta nos hace, ya se sabe, por aquí seguimos haciendo fuego con dos palitos) Pero afortunados somos, a este grupo de mujeres no las doblega ni el más pintado. La suerte fue encontrar en el Director de Cultura de la CAM, la sensatez necesaria que desbloqueó la situación.

Aun así, el CCHH tiene sus normas.  La función no apareció en ninguna de las plataformas de difusión del Centro, newsletter, listas de difusión, boletines, etc. Incluso, nos comentan, fue necesario insistir para que el cartel del espectáculo se incluyera en el muro donde ubican la cartelería de las actividades del mes.

Aún quedaba otra valla en esta carrera de obstáculos, el comienzo se retrasó una hora por un corte de electricidad, las bondades de Iberdrola.

Hoy recordamos con nostalgia ese espacio lleno de vida que significaba el CCHH en el pasado, con la cafetería funcionando (cerró en la pandemia y no la han vuelto a habilitar), con los colectivos de artistas dando luz y color a lo que debiera ser un centro social, motor de la cultura en el territorio. Se echa de menos ese espacio de encuentro en torno a la cultura, no como simples espectadores, sino como creadores activos de la cultura.

Confiamos en que alguien se haga cargo, mientras tanto y si lo facilitan, esperamos poder disfrutar de propuestas entrañables como la que nos regalaron anoche las mujeres del grupo ¡Queremos…Podemos! de Valdemanco

Y que viva el teatro…!!!