Lunes, día 1 de mayo de 2023.
Adjudicamos la palabra “culpables” del encabezamiento de estas líneas a un grupo de mozas y mozos que son los responsables de que hoy haya sido un día grande y especial en Montejo para la mayoría de sus vecinos.
De madrugada, al salir a la calle, olía a retama. ¿El motivo? ¡Los balcones estaban enramados! ¡También las ventanas! Esta noche las y los jóvenes de Montejo ¡habían RETAMADO!
Pero no sólo lo habían hecho en balcones y ventanas. La Fuente de los Tres Caños, la puerta de la Iglesia, el balcón del Ayuntamiento y la mayoría de las puertas de las casas de las personas mayores que residen en el pueblo estaban engalanadas con ramos de retama.
Muchos de estos mayores habrán recordado, como si fuera una película muda, las escenas de cuando “entraron de mozos” pagando su módica entrada y sabiendo que los quintos de ese año serían los alguaciles y retameros. Y las mujeres de la misma quinta ya podían ser “mayordomas” y acudir a los actos de juventud como mayores. Es decir: salir a pedir con el Santo, hacer la merienda del hornazo, abrir el baile, etc.
Sabían unas y otros, avisados por los alguaciles, que la noche del 30 de abril debían acudir al salón de baile, donde serían “emparejados” durante el siguiente año mediante un sorteo en el que se metían los nombres de todos ellos en dos bolsas. Una para las mujeres y otra para los hombres. Los “Alcaldes de Mozos” serían los encargados de sacar una papeleta de cada bolsa y el azar “uniría” durante ese año a las distintas parejas que se iban formando. Bonito recuerdo para muchos que vivieron esos “sorteos”. Seguro que estos recuerdos hoy se han tenido en los corrillos y muchas anécdotas han vuelto a las tertulias callejeras.
¿Quién no recuerda su primer mayo? ¿Quién no pensó que en aquel balcón lleno de piorno que adornó “el mayo” de turno no estuvo también ayudado por aquel chaval moreno que siempre le sonreía en los encuentros y tenía en su mente? ¿No soñaba ella, al ayudar a su madre a hacer aquellas riquísimas rosquillas que primero se freían en el caldero de cobre y después iban al horno adornadas con clara de huevo y azúcar, que tal vez alguna probaría el amigo en cuestión? ¿No añoraba el que le ayudó a enramar el balcón que los días del Corpus, de la Ascensión, de Pentecostés y el día del Cordero el poder pedir bailar la segunda jota con la joven de sus sueños, ya que la primera era obligatorio bailarla con el “mayo” de ese año?
Ese día se barría la plaza (estaba de tierra) y se regaba para poder bailar sin levantar mucho polvo. Todo el pueblo en la plaza bailando, o viendo bailar, mientras se tomaba una limonada. Al anochecer, “las mayas” llevaban las rosquillas a sus “mayos” en agradecimiento por ser ese año sus parejas. Bonitos recuerdos.
Hoy también hemos visto al llegar a la Plaza a ese buen “mayo” de más de 20 metros de altura, erguido y luciendo su copa verde visible desde las Minas o el Lomo por encima de otros árboles y de los tejados del pueblo. Los montejanos tenemos derecho a pensar que puede ser uno de los mejores de la Comunidad. Con nosotros estará hasta que termine el mes de mayo.
¡Jóvenes! Debéis estar felices por conservar la tradición, y el pueblo agradecido porque habéis sido los culpables de hacernos disfrutar, ¡Gracias!
Rafael De Frutos Brun
Montejo de la Sierra
Mayo 2023
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