Si en el último artículo que se publicó el pasado mes hablaba sobre un pájaro muy vistoso como es el camachuelo, en este de abril voy a escribir sobre otra especie que también lo es: el Roquero rojo (Monticola saxatilis). Esta ave es estival, llega a nuestro país desde marzo hasta primeros de junio; la mayor parte de los individuos entre los meses de abril y mayo. Tiene una longitud de 17 a 20 cm. y una envergadura de unos 35 cm. El macho es muy llamativo: la zona dorsal superior, la cabeza, el cuello y la garganta son de color gris azulado; la ventral, el pecho y la parte interior de la cola (excepto en las rectrices centrales, de color pardo oscuro) son anaranjadas. Las alas marrones oscuras con los extremos más claros. En el centro de la espalda, donde termina el tono gris, muestra una mancha blanca. Es un ejemplo claro en cuanto a dimorfismo sexual: las hembras son pardas, con las partes superiores (dorso) más oscuras y moteadas y las inferiores pardo anaranjadas, de aspecto escamoso. La cola es similar y también poseen la mancha blanca. Los jóvenes se parecen mucho a las hembras.
Este pájaro montañero es más abundante en zonas septentrionales de nuestro país: Cordillera Cantábrica, Pirineos, Sistema Ibérico, Sistema Central y sierras cercanas al mar en Cataluña y Valencia. En el sur es mucho menos frecuente y lo localizaremos en el Sistema Bético pero en puntos concretos: Sierra Nevada, Cazorla, Ronda y serranía de Cádiz. Presente también en Mallorca.
La actitud del roquero también es particular: a veces resulta esquivo y otras confiado. En ocasiones se posa muy cerca del observador sorprendiéndole. Cuando nos percatamos de su presencia mirándonos fijamente, volará y se esconderá en alguna roca cercana. Pero al cabo de unos instantes volverá a posarse donde estaba y repetirá esta acción varias veces. Una conducta muy curiosa. Es frecuente localizarlo en el suelo, caminando a saltos; o también muy erguido en lo alto de una roca. Su hábitat son las montañas, por encima del límite forestal, alcanzando altitudes hasta los 2500 m. Pero además y en menor medida, lo encontraremos en zonas áridas de sierras más bajas, llegando a vivir cerca del mar. No le gustan las zonas arboladas aunque sí que existan matorrales y vegetación arbustiva, para obtener su alimento. Y siempre en ambientes rocosos. De ahí su nombre. Consume insectos grandes, a los que acecha desde un posadero o los captura en vuelo: lepidópteros, coleópteros, dípteros,…, además de gusanos, orugas, caracoles, etc. Complementa su dieta con frutos de arbustos y semillas.
El paso prenupcial por Gibraltar comienza a primeros de marzo, prolongándose hasta junio. En los destinos a mayor altitud tardará más en aparecer y siempre llegarán con antelación los machos; las hembras lo harán dos o tres semanas después. Ellos nada más llegar a su territorio cantarán con gorjeos muy agradables, tanto posados como en vuelo, emitidos en cortos intervalos de tiempo; estos reclamos serán más frecuentes cuando ellas hayan llegado e, irán acompañados de vuelos con las alas y cola muy desplegadas, para llamar la atención de éstas. Tras el cortejo durante abril y mayo, llegará la puesta en el nido que previamente habrá acondicionado la hembra, y al que aporta la mayoría de los materiales: hierba seca, raicillas y musgo y en la parte interior hierba muy fina y musgo. Lo instala en el agujero de una pared rocosa, en restos de construcciones humanas y de forma más rara en algún hueco de un árbol. La puesta que se produce desde mediados de mayo hasta entrado junio se compone de cuatro o cinco huevos, que incuba casi exclusivamente la hembra, con apariciones fugaces del macho, en las que a veces trae alimento para ella. Tras 14-15 días se produce la eclosión y nacen los pollos, muy voraces, que serán frecuentemente alimentados por ambos progenitores. A los 16 o 17 días abandonan el nido, permaneciendo por los alrededores ocultos en las cavidades y matojos de la peña; a las tres semanas comienzan sus primeros vuelos. Pueden realizar una segunda puesta pero los individuos que habitan los pastizales alpinos se reproducirán más tarde y solo efectuarán una. La migración postnupcial o viaje de vuelta a África comienza a finales de agosto o primeros de septiembre, con máximo paso por el Estrecho durante la segunda quincena de septiembre. Parece ser que los jóvenes parten unos días antes.
El Roquero rojo figura como Casi amenazado en el Libro Rojo de las Aves de España: sus poblaciones están decreciendo y en breve puede aparecer como Amenazado. Le afectan las transformaciones en su hábitat y el cambio climático: La construcción de infraestructuras en la sierra como pistas de esquí, las molestias de los turistas y la sobreexplotación ganadera de los pastizales son sus principales amenazas. Esta especie es bioindicadora de la salud de los ecosistemas de montaña: debemos protegerlo para preservar estos paisajes de gran valor ambiental.
Miguel Ángel Granado
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