Rafael de Frutos Brun
Montejo de la Sierra 20/3/21
Han pasado casi setenta años desde que en mis manos cayera un pequeño libro de apicultura que con curiosidad hojeé y me fijé en algunos dibujos que hallé en sus páginas. Se llamaba “a-b-c del apicultor” y tal vez por desconocer el tema empecé a leer el pequeño libro. ¿Quién en su juventud no tiene curiosidad por aprender y conocer cosas nuevas? La verdad es que aquel libro me enganchó. Ver a aquel insecto tan pequeño, negro y pardo y con pelillos, que además era el que producía aquel manjar dulce que en algún momento habíamos degustado (un hermano de mi madre tenía cuatro “corchos”) me llevó a seguir leyendo sobre la vida de que aquellos animalillos tan trabajadores y tan bien organizados.
A partir de ese momento, toda mi ilusión era encontrarme con alguien que tuviera colmenas y me contara algo sobre las mismas y poder ver la colmena por dentro y su organización, cosa difícil porque ningún colmenero suele abrir una colmena cuando hay algún extraño en el colmenar.
Tuve la suerte de que el padre de mi novia (mi señora más tarde) tenía algún “corcho” y estaba en el proceso de pasarlos a “colmenas modernas” y yo empecé a ayudarle y sobre todo aprender. Pronto pensé que quería tener mis colmenas propias y poderlas abrir y trabajarlas cuando yo quisiera sin depender de nadie y decidí tener “mis colmenas”. En principio debía empezar de cero y compré “corchos” para aprender a pasarlas a modernas.
Los “corchos” que llamamos los colmeneros son colmenas antiguas artesanas hechas con la cáscara de alcornoques (corcho) a los cuales se le pone en el interior dos palos cruzados donde las abejas colgarán sus panales de cera y depositarán su polen, su cría y su miel, cada cosa en su lugar. Se lodaban con barro donde hubiera una abertura y se colocaban sobre una lancha de piedra para evitar humedades y se cubrían con otra lancha, más fina, que se asentaba y remataba también con barro. En algunos casos los corchos eran secciones de robles huecos que, aunque más pesados, cumplían la misma función. Corchos que un servidor compró y que tuve el placer de pasar a colmenas modernas, disfrutando y aprendiendo por igual. Pasamos pues a la colmena moderna de madera manufacturada, de dos centímetros de grueso para evitar el frío y en las que las abejas mantienen una temperatura de unos 22 grados durante gran parte del año. Se componen de un fondo rectangular con un cuadradillo de dos centímetros que va en la parte trasera y en los laterales. Encima se sitúa la cámara de cría, que es un cajón sin fondo ni tapa. Otro cajón, llamado alza, igual al anterior, y donde las abejas depositarán la miel y el polen, va colocado encima y es tapado por una entre-tapa y una tapa-cubierta forrada que protege la colmena de las adversidades meteorológicas.
En el interior de cada cajón van diez cuadros o bastidores en vertical a los cuales incorpora el colmenero una lámina de cera estampada donde las abejas harán sus celdas. En ellas la reina pondrá sus huevos y las obreras, en diferentes celdas, depositaran el néctar, que después se hará miel, y el polen, para la alimentación de larvas y el resto de la colonia. Hay varios modelos de colmenas, pero todas vienen a ser parecidas y para el mismo objetivo.
Ya tenemos la casita y ahora buscamos a sus habitantes, que durante estos setenta años han sido y son nuestras amigas y que tanto nos han enseñado y nos han hecho disfrutar. Esta familia tiene individuos que se diferencian por su forma y su manera de trabajar y comportarse.
Anatómicamente diferenciamos tres partes: CABEZA, TORAX Y ABDOMEN.
En la CABEZA tiene las antenas, el aparato bucal y los ojos, tanto simples como compuestos.
En el TORAX tiene las patas y las alas. En el protórax el primer par de patas, en el mesotórax el segundo par de patas y el primer par de alas y en el metatórax el tercer par de patas y el segundo par de alas.
En el ABDOMEN tiene las glándulas cereras, las glándulas odoríferas o de Nasanoff y el aparato de defensa.
Ahora intentaré explicar, sin profundizar, que uno no es profesional, algo del papel que cada abeja tiene en esa casita de madera que llamamos COLMENA.
Al frente tenemos una única reina, con entre cuarenta y sesenta mil abejas obreras y unos mil quinientos zánganos o ninguno, dependiendo de la época del año. Ya he dicho que todos tienen cabeza, tórax y abdomen, pero entre ellos hay diferencias y diré algunas. La reina, a los pocos días de nacer ya es adulta y es la única que está completamente desarrollada sexualmente. Y esto es debido a que su dieta es únicamente a base de jalea real. Llega el momento de ser fecundada en su vuelo nupcial fuera de la colmena. Hay quien dice que sólo de un zángano, otros colmeneros dicen que de más de uno. La verdad es que en ese vuelo de amor ella elige al que va a ser padre de sus hijas, y después de que va eliminando por agotamiento a los que no la siguen en su paseo nupcial. Tiene la reina una longitud de 25 mm, cinco milímetros más que las obreras. Vive unos cuatro años con la dedicación exclusiva de poner huevos, que en temporada de floración productiva, pueden ser hasta tres mil diarios. No tiene pelos en el tórax, sus estigmas son amarillos, su abdomen es picudo, tiene aguijón liso y largo, pero no pica, sólo lo utiliza contra otra reina cuando entra en su colmena para defender la colonia.
La obrera desempeña en su vida, que suele ser de ocho a diez semanas, tres misiones principales. Una, alimentar las larvas. Dos, ser nodriza y guardiana de la colmena. Y tres, almacenar provisiones de miel y polen para sobrevivir. No pone huevos, porque el aparato reproductor no se le desarrolla. El par delantero de patas le sirven para limpiar sus antenas y para moverse. El segundo par para moverse y el tercer par para, mientras liba con su lengua hueca el néctar, con unos pelillos que tiene en el mismo, recoger el polen que depositará en sus celdas. Poseen unas glándulas cereras que producen unas escamas de cera con las cuales hacen las celdas. Al final del abdomen tiene un aguijón, especie de anzuelo, con el cual pican, dejándolo clavado en la carne con su veneno y también dejando parte del intestino que le provocará la muerte. El olfato lo tienen muy desarrollado, tiene la lengua hueca y muy larga para poder penetrar en el nectario de las flores. Puede volar hasta cuatro kilómetros en línea recta, y transporta en su buche hasta 50 miligramos de néctar.
El zángano es el padre de todos los individuos de la colmena. Padre que jamás ve a sus hijas. Porque al fecundar a la reina su aparato genital queda enganchado a la reina y muere. La fecundación se hace por selección natural. Todos vuelan detrás de la reina y se van eliminando los que se cansan. Son atraídos por un perfume especial y sólo el más fuerte, potente y que aguante el vuelo será padre, pero morirá al poco rato. Nace en primavera. No trabaja, la naturaleza no le da herramientas de trabajo, no puede coger néctar y es alimentado por las obreras. Es peludo, oscuro y más grande que las abejas. Obreras que también matan a los que se quedan en la colmena cuando la reina emprende su vuelo nupcial.
Hasta aquí, muy por encima, hemos explicado un poco lo que es una colmena y las abejas.
Hablaré ahora, someramente, de un fenómeno que se produce todos los años en primavera y son los enjambres. O lo que podríamos decir, un hijo de la colmena. Dije más arriba que la reina vive normalmente cuatro años poniendo huevos. Los más fértiles serán el segundo y tercer año, mientras que, como en el cuarto ya es mayor y se va vaciando la espermateca, la colmena le invita a que abandone la colmena y lo hace llevándose su corte, una tercera parte de la colmena y ese es el enjambre que tratará de instalarse en una oquedad o en una colmena nueva si lo ve el colmenero. Esta reina que deja la colmena, lo hace cuando faltan de 4 a 6 días para que nazca una hija suya que será la nueva reina en la colmena madre. Creo que debo hablar de la satisfacción que uno siente cuando una cosa que te ha enseñado el abuelo o has leído en un libro, consigues hacerlo tú sólo y los resultados son satisfactorios.
Desgraciadamente no tenemos una carrera de apicultor, ni una universidad donde ir a estudiar apicultura, además no hay una conciencia de que las abejas son unos animalillos importantísimos en el mundo en que vivimos. Cuando hablas con cualquier persona de abejas te va a comentar algo de miel, de un tarro que compró, de una abeja que le picó o de un enjambre que pasó volando. O que a un primo suyo, que era alérgico le picó una y estuvo muy mal.
Pero pocas veces oyes o ves en los medios que cuenten que las abejas producen cera, miel, polen, propóleo, veneno y que si muriesen todas de repente el mundo se moriría de hambre. ¿Por qué no se divulgan todas esas cosas para que haya más colmeneros? ¿Por qué no se explica en la escuela? ¿Por qué en televisión se dedican muchos minutos a gente sin arte ni oficio y de las abejas ni pio? No vende claro… y mientras tanto así nos luce el pelo.
Sentadas ya las bases sobre lo que son las abejas debo explicar su producción y vida. Tenemos algunos fósiles de abejas melíferas de 100 millones de años. Y pinturas rupestres que muestran a un hombre recogiendo miel de hace 7.000 años antes de Cristo. La Biblia nos dice que San Juan comía miel silvestre en el desierto. Deduzco que el tratamiento que siempre hemos dado a las abejas ha sido artesanal. Empezando por la caza de un enjambre, donde recuerdo que en el colmenar de La Hiruela una abuela apicultora intentaba que un enjambre entrara en un corcho dando golpecitos continuados con dos tejotes,trozos de teja, acompasada con una canción/oración que decía: “Venid hijas de Abraham, venid al colmenar, venid hijas de Abel, aquí tenéis la miel”. Le pregunté por qué daba los golpecitos con los tejotes y no con unas piedras y con autoridad me dijo: “No es igual, ni entran las mismas”, y no me dio ninguna otra explicación. Es un gozo el poder recoger un enjambre en el campo, o en un edificio, e instalarlo en una colmena, depositándolo primero encima de una sábana o paño blanco y viendo como van entrando todas las abejas en la colmena al ritmo de los golpes con tejotes. No veremos ni una sola que vaya en dirección contraria. Es algo que hay que ver una vez en la vida. Otro anciano, pastor este, me dijo en una ocasión, cuando supo que andaba tras de las colmenas: “Si quieres ver tu capital volar, mételo en un colmenar. Tendrás pocos beneficios si tienes un colmenar, pero tendrás muchos menos si no quieres trabajar”.
LA MIEL. Es un fluido viscoso, muy dulce, producido a partir del néctar de las flores y las plantas. Su composición, fructosa, glucosa, y sacarosa, con una humedad de 17%. En las tumbas de los faraones se ha encontrado miel operculada y era comestible. Se emplea en alimentación, en bebidas y sobre heridas para cicatrizarlas. La denominamos como monoflora cuando el 60% de la misma ha sido libada por las abejas en la misma clase de flor. Y multiflora si se libó en todo tipo de flores. Se puede tomar como edulcorante, en merienda, en alimentación infantil, en repostería en turrones y en multitud de productos de alimentación.
LA CERA. Es una sustancia solida moldeable que segregan las abejas a través de las glándulas cereras en forma de escamas entre el día sexto y doceavo de su vida. Con sus mandíbulas la moldean y la estiran. Y forman unas celdas hexagonales donde depositará la reina los huevos, el polen y la miel. En la naturaleza sólo las abejas hacen y producen cera. Cera que se utilizó para poner luz en nuestras noches y que se utiliza también para “dar luz” a muebles antiguos. Incluso en cremas de belleza y ungüentos varios. Desgraciadamente las velas que vemos en iglesias y algunos salones no son de cera virgen, sino de parafina, resinas, etc., y además no siempre huelen bien.
EL PROPOLEOS. (La RAE no reconoce Propóleo o Propolis, si Propóleos). Es una resina que exudan las abejas y que la toman de arbustos de lo más variados, sobre todo el olmo. Suele ser oscuro. Las abejas lo utilizan como silicona para tapar y barnizar algunas fisuras que tiene la madera, evitando el frío. Se le atribuyen alivios en enfermedades, gripe, catarros, cicatrizantes, etc., pero no hay base científica que lo avale.
LA JALEA REAL. Es un alimento, casi milagroso, que las abejas jóvenes segregan por sus glándulas hipo faríngeas entre el quinto y el decimoquinto día de su vida. Alimento que van a tomar todas las larvas los tres primeros días de su vida. El cuarto día ya tomarán miel y polen y por ello ya no podrán ser nunca reinas. Mientras, las futuras reinas seguirán tomando jalea real mientras vivan. La jalea es un conjunto de materias medicinales nitrogenados que influyen mucho en el organismo animal y en el humano. Es un alimento cremoso blanquecino (que tomado directamente de la colmena) ) tiene cierta acidez. Al ser muy eficaz y difícil su recolección es muy elevado su precio y aquí si que tiene eficacia aquello de que (el mayor cosechero es el amo.) pues el colmenero lo toma directamente en el colmenar.
EL VENENO. El veneno en las abejas es un elemento principal en la colmena, para la defensa de la colonia. Utilizan su aguijón envenenado para custodiar y proteger su casita de elementos externos siendo al mismo tiempo kamikazes porque saben que la que pique morirá. Su aguijón esta al final del abdomen y al picar se queda enganchado y se les desprende parte del sistema nervioso y digestivo. Su veneno se emplea en medicina.
Un consejo: Si caminas por el monte y encuentras un colmenar, casi siempre orientado al mediodía, pasa por detrás del mismo, así no molestarás su salida ni su entrada y evitarás picaduras.
EL POLEN. Recolectan el polen para la alimentación de la colonia. Al mismo tiempo que las abejas pecoreadoras liban con su lengua hueca en el nectario de las flores, con su último par de patas recogen un polvillo que tienen las flores, que mezclado con el néctar regurgitado, se convierte en polen. Hay que por sus cualidades lo llaman la pata negra de la colmena. Es rico en nutrientes esenciales, en aminoácidos minerales y vitaminas. Es bueno para el crecimiento y puede tomarse con un vaso de leche, de café, o de caldo. También sólido, pues está liofilizado y se disuelve con la saliva. Son bolitas de diferente color que se corresponden con las flores que han visitado. Una de las ventajas que ofrecen a naturaleza las abejas es que polinizan las flores, con lo cual en rendimiento de las plantas en mucho mayor. Si agregamos que nos previene de enfermedades cardiovasculares y que refuerza la barrera anti-gérmenes del organismo, nadie duda de que es la “pata negra” de la colmena.
OTROS PRODUCTOS. Hay alguna otra cosa que producen las abejas, y aunque no sirva de alimentación ni de medicina, creo que debo comentarlas. Las abejas producen aire cada vez que su casa lo necesita. En días de calor, cuando la colmena tiene mucha población y bastante cosecha, un número importante de ellas salen al exterior, se colocan en formación sobre la misma y empiezan a aletear sus alas produciendo un aire que refresca la colmena. Todo un espectáculo verlo y sentirse uno pequeño de su organización. Procuran tener dentro de la colmena 22 grados más o menos.
No se si el verbo producir se puede aplicar para decir que las abejas pecoreadoras, cuando vuelven del primer vuelo del día hacen dentro de la colmena unos bailes que indican a sus compañeras donde está ese día el mejor alimento para libar. Se llama el baile del ocho, porque trazan unas figuras similares al número ocho que indican la distancia y el lugar de trabajo de ese día. Sabemos que, aunque el sol ese día no salga, ellas que se orientan con el astro rey.
Querido lector. Si has llegado hasta aquí, primero quiero darte las gracias y segundo pedirte que si alguna vez ves un enjambre colgado en una rama no lo quemes ni le rocíes con insecticida. Avisa a una autoridad o a un experto que lo recogerá. Recuerda que nos ayudan a que vivamos y como compañeros de viaje nos debemos respetar. Que no es costoso tener un par de colmenas, si tienes tiempo libre y un huerto, que te darán miel, pero sobre todo satisfacción. A los jóvenes, que sois el futuro que ya llega, si queréis vivir una experiencia nueva en un mundo nuevo, la apicultura puede ayudar y este aprendiz de colmenero estaría dispuesto ayudarte.
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