ÁNIMO CALLEJERO

Rosa Ortega Serrano

Me pregunto cuántos libros he leído que sonaran a inglés traducido. Seguro que unos pocos, o tal vez muchos o todos los que, escritos en mi lengua, necesitan justificar su calidad, la calidad de lo español frente a lo extranjero. Es un poco antigua y extraña esta sensación de que lo que viene de fuera es mejor o que lo español, como la bandera, solo es de unos pocos. O que los españoles somos juerguistas, perezosos, simpáticos, envidiosos, católicos. Españas hay muchas y españoles un montón, tantos que no vamos a caer en el tópico de la identidad para clasificarlos. 

  Tampoco vamos a aceptar el tópico de la bandera con esa apropiación indebida de la españolidad por parte de la derecha o el prejuicio de la izquierda con los símbolos de la patria. Ambos se pueden sanar con tolerancia y escucha de los que no son afines. Precisamos de la mirada de los visitantes, pero no solo de los turistas sino de los emigrantes, incluidos los ilegales. Necesitamos que nos cuenten cómo somos, cómo nos ven aquellos que vienen para quedarse y convivir con nosotros los españoles. Intento enlazar todo esto con mi gran preocupación en este momento que es la desinformación y el ruido. Exceso de noticias sin contenido, telediarios gritones y sugerencias marcadas por algoritmos invasores. Acepto mi parte de responsabilidad, oigo lo que quiero escuchar y me acuerdo sin parar de mi amigo Jesús, cuando me contaba que oía a sus contertulios políticos favoritos en su emisora favorita pero también a otros contertulios con opiniones distintas en emisoras opuestas. Y, todo esto, ¿para qué? (fíjate amigo que me he tenido que hacer mayor para entenderte) Pues para oír no solo lo que quieres oír de la gente que piensa como tú y raramente te va a generar inquietud y cambio de pensamiento, sino para escuchar otras opiniones sobre las mismas cosas que te permitan distinguir el debate del insulto y la demagogia.

Y todo esto con unas sorprendentes elecciones en la Comunidad de Madrid en las que los candidatos intentarán polarizarnos, arrastrarnos a sus razones políticas, convencernos de que seguimos en el siglo XX. Veremos qué tipos de recursos utilizan esta vez: ¿La voz de los futbolistas? ¿Tragedias de famosos? ¿Raperos sin gracia? Política de mercadillo que nos mantiene despistados de lo importante: volvemos a las ratios excesivas en las escuelas, se retiran los apoyos introducidos por la Covid, nos olvidamos de la inversión en investigación, y más allá: de la economía del reparto, la ley de vivienda, la esperada ley de eutanasia, la necesidad de reinventar las residencias… Problemas reales para gente real. 

Jorge Riechmann es un poeta dedicado a observar las contradicciones de nuestra sociedad.

VENIMOS A ESTE MUNDO

PARA APRENDER DOS COSAS

1

AMAR

Y morir

No es que el resto carezca de importancia

Pero saber distinguir es importante

2

Y toda la energía derrochada

En construir el hueco figurón donde se busca

Refugio-la vida pública

Ya sabes: la interminable feria donde interminablemente

Desfilan los desmañados gigantes

Y cabezudos-no sirve ni para amar

Ni para aprender a morir.

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