La Fiesta de la Vaquilla de Pedrezuela se celebra el 20 de enero, festividad de San Sebastián, y es conocida popularmente como «los gurramaches». La familia de los quintos son las encargadas de adornar la vaquilla y ayudar a vestir a los protagonistas de la fiesta. El cuerpo de la vaquilla consiste en un armazón de varas cubierto de colchas, encajes y mantones de Manila, entre otros adornos. Los vaqueros visten de traje campero, y entre los atuendos tradicionalmente establecidos destaca una honda en la mano que han de restallar constantemente.
Los curramaches, el resto de los quintos, visten también según la tradición; destaca un floreado pantalón y dos mantones de Manila cruzados en pico sobre el cuerpo, un manojo de grandes cencerros que se cuelgan a la cintura, y una larga vara de fresno, adornada en la punta con un lazo rojo.
Una vez ataviados, acuden a la casa de donde sale la vaquilla, y de ahí recorren todas las calles del pueblo formando dos filas de curramaches, con un vaquero al frente, y la vaquilla en el centro del grupo.
Haciendo un ensordecedor ruido de cencerros, se dirigen a la plaza, donde les esperan todos los vecinos; la recorren y vuelven a seguir recorriendo el pueblo. Entre la expectación y el jolgorio de los más pequeños demuestran su condición física. Tradicional es también la parada ante el monumento a la vaquilla.
Este año la alcaldesa Sagrario de la Fuente, estuvo acompañada las alcaldesas de Soto del Real, Redueña y Perales de Tajuña.
Después de varias idas y venidas, realizando distintos recorridos, dan tres vueltas a la plaza y un par de disparos al aire simula que la vaca ha sido sacrificada. Todos los quintos salen en estampida por diferentes calles y callan definitivamente los cencerros, con lo que finaliza el ritual.
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