Luis Fco. Durán Carretero.
Eso es lo que ha sido este fatídico año dos mil veinte, que por fin vamos a despedir, aunque, viendo cómo se las está gastando, no dejaran de cerrarse y perderse libros desgraciadamente…más de cincuenta mil ya, en esta Piel de Toro, que es España.
Cada uno de esos libros pertenece a una persona que no ha podido firmar el final de su libro como hubiera soñado o querido, con un final menos dramático, seguramente más entrañable. Con un final en el que su familia y amigos estuvieran representados como acompañantes en su último capítulo y no confinados, apartados o enfermos igualmente o, y desgraciadamente, también cerrados y perdidos…una pena.
Cada vez que muere alguien es un libro que se cierra. Un libro del que ya no podemos aprender nada. Una historia que acaba, de la que solo podemos tener recuerdos y si somos lectores aplicados aprovechar sus enseñanzas. Todas las enseñanzas son necesarias, unas por positivas y otras por negativas, pero todas y cada una nos enseñan algo, solo hay que saber qué es lo que queremos aprender de ellas.
Todos somos libros, con diferentes portadas y variados contenidos, unos con más capítulos que otros, pero todos vamos llenando cada capítulo con la experiencia que acumulamos y la vamos dejando escrita. Con sus comas y acentos. Con sus puntos y aparte y sus puntos y seguidos y con sus faltas ortográficas también, ¿por qué no? Y, por sus puesto.
Este año hemos y, seguimos perdiendo y cerrando libros y eso que estamos acompañados de una serie de personajes fantásticos, aunque pocos desgraciadamente (Personal Médico en general) que han añadido parte de su tinta, para que muchos de estos libros no se cerraran y se perdieran tan pronto, para que siguieran llenando renglones de vida, de experiencia. Pero no ha sido posible conseguirlo. Solo las lágrimas escondidas detrás de una mascarilla han dado un poco de calor a tan triste y rápido epílogo.
Ya no volveremos a leer sus sonrisas, ni sus tristezas, sus logros o sus fracasos. Fracasar o triunfar por momentos es ley de vida. La vida se compone de eso, de momentos, de capítulos, que nos van construyendo y a su vez construyendo un libro que debería ser completado en su momento. No en este momento. Porque muchos de estos libros todavía les quedaban varios capítulos por escribir, pero…por alguna razón insospechada alguien, funestamente, ha volcado los tinteros de los que se llenaban las plumas que escribían esos libros.
Estamos acabando el año, espero y deseo que con él se acaben de cerrar y perder libros. Que consigamos libros nuevos, que se llenen y nos llenen a la vez de capítulos de esperanza y alegría, de sueños fantásticos que se conviertan en realidad. Que los que ya están editados sigan vigentes, para poder seguir aprendiendo dé y con ellos. Que no cerremos más libros, que no perdamos más vivencias, más sonrisas, más experiencias. Que no provoquen más lágrimas, más sufrimiento. Que nos quiten el forro que nos han puesto. ¿Quién no ha forrado los libros de pequeño para conservarlos más tiempo? Ahora mismo yo deseo con toda el alma, que nos quiten el forro, que nos saquen de la biblioteca o del armario en el que nos tiene enclaustrados. Necesitamos que nos dé el aire para que desaparezca esta polilla que nos está corroyendo y llenando de amargura. Que dejemos de ser dramas para convertirnos en libros de aventuras, llenos de vida, de alegría, de amor y llenos de expectativas positivas.
Bueno, pues este es mi deseo para todos los libros que todavía, somos, afortunadamente leíbles. Que sigamos estando publicados aunque no seamos los más vendidos.
Salud y billetes para todos. Porque la paz viene acompañada de lo anterior.
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