Rafael de Frutos Brun
Hace tres meses se cumplían sesenta y ocho años que el Alcalde de Montejo León de La Iglesia (Manchego èl de Manzanares) entregaba a los vecinos una cartilla que no era para aprender a leer, pero sirvió para aprender a echar cuentas de cuando debíamos ir a por la ración al comercio y como la madre echaba cuentas para que hubiera algo al terminar el mes. Era la cartilla de racionamiento que tuvieron todos los mayores de 18 años y que al caer ahora en mis manos (la de mi madre me ha movido a enseñarla y comentar un poco lo que se hacía. La dicha cartilla tenía la portada en la cual se puede leer “Comisaría central de abastecimientos y transportes-colección de cupones de racionamiento tercera categoría-primer semestre 1952 nº 657736 y serie- M 2
En la contraportada dice “advertencias” pero por la letra tan pequeña y los años que han pasado no se puede leer nada.
Dentro tiene cinco hojas con cuatro columnas en vertical y cada columna tiene cinco cupones. En cada cupón va la serie, el numero de cada semana, el nombre del producto aceite ete. El mes y el año. Los productos que figuran son el aceite, el azúcar, el arroz y tres hojas estaban dedicados a “varios y eran los cupones que cortaban los comerciantes para el pan, el tabaco, la harina, las legumbres todo se pagaba y te cortaban el cupón. Los productos se compraban en los comercios del pueblo y cada vez en casa del comerciante de turno por lo menos en nuestro pueblo.
Muchas personas de los posibles lectores tal vez han escuchado que hubo una cartilla de racionamiento después de la guerra y tal pero los que no lo han conocido estoy seguro que lo ven muy lejano, que piensan que no fue tanto y que tal vez exageremos, yo deseo dejar patente como lo vivimos en el pueblo y sobre todo como lo vivimos en casa. Muchas familias o algunas tenían posibles, ganaderos que tenían ovejas podían matar una oveja y no faltaba la carne, agricultores que sembraban y cosechaban trigo con lo cual el pan siempre había un coscurro, algunos tenían vacas que estaban criando un ternero y conseguían leche para el desayuno pero ¿y los otros? Cada uno cuenta “como le fue en la feria “ y yo estuve en ella” En mi casa se comía la hogaza de kilo de la ración y otra que nos pasaba un pariente de Prádena, cada dos días que ellos tenían trigo y hacían su pan, y un vecino nos daba pan blanco de lo que ellos hacían. Dios lo tenga en el cielo a ambos. El desayuno era patatas secas a las que mi madre agregaba grasa con algo de ajo y lo freía un poco. (se comía todo en la misma cazuela y no había que mandar comer a nadie. Personas que hacían el pan en casa agregaban patata cocida a la masa del pan para que aumentara. Hubo gente que llevaba un jamón curado al humo de la chimenea al comercio para cambiar por tocino, (si pesaba ocho kilos te daban 16 de tocino) del mismo podías sacar grasa y torreznillos al freírlos. Los señores fumadores les daban la ración y como se quedaba corta fumaban las hojas de patata seca y mitigaban el vicio. Hubo algunos que sembraron tabaco, pero no supieron elaborarlo, igualmente se sembraron, remolacha azucarera para suplir al azúcar, pero no tuvieron mucho éxito. El café para desayunar de muchas familias era cebada tostada en una sartén y molida después. Fueron unos años de mucho dolor y sacrificio y nadie sabia lo que era el colesterol y la obesidad, sin embargo, si se hablaba de enfermedades, de piojos, cataplasmas, ventosas, parches sor Virginia, ricino y de aceite de hígado de bacalao, el ceregumil, y la quina Santa Catalina a la que se agregaba un huevo crudo batido. Aprendimos pronto lo que significaba la palabra “estraperlo,” muchas cosas más que por el paso del tiempo y por no ser grato su recuerdo hemos ido dejando en el olvido. Pero no es justo poner encima de la memoria un peso que lo tape todo y que parezca un jardín aquello que fue un terreno pedregoso donde cada paso se encontraba un obstáculo. La historia hay que contarla para que los que vienen detrás puedan saberla y en el caso que nos ha tocado vivir como homenaje a nuestros padres y abuelos que al terminar una guerra supieron llevar con dignidad un temporal duro para ellos sus hijos y nietos y por ello hemos podido contarlo.
Rafael de Frutos Brun
Montejo de la Sierra 2020
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