Iris Martín Hernanz comenzó su andadura como emprendedora verde en 2014 cuando regresó de Ecuador, donde trabajaba de profesora universitaria. Entre sus motivaciones para emprender estaba poder vivir y trabajar en el medio rural y conciliar su vida laboral con su reciente maternidad.
Desde hace dos años es la gerente de Casa rural Melones, un pequeño alojamiento ecológico situado en Patones, en la Sierra Norte de Madrid. Pero además de gerente realiza otras muchas actividades relacionadas con su proyecto de emprendimiento.
Iris es recepcionista, prepara y sirve los desayunos y hace de personal de mantenimiento los fines de semana. A diario se encarga de la contabilidad, la limpieza, la plancha, las compras, la jardinería, el marketing, las reservas, gestión de página web y redes sociales, etc. Incluso recoge las aceitunas que lleva a una almazara donde elaboran el aceite que sirve en los desayunos. Un sinfín de actividades que, como otras emprendedoras verdes, debe realizar ahora que se encuentra en los primeros pasos de su proyecto.
Lo ideal es pasar del autoempleo a la contratación de personal a medio plazo. En cualquier caso, un proyecto de emprendimiento verde en el medio rural potencia la economía local y apoya a otros emprendedores. En el caso de un alojamiento ecológico, por ejemplo, a través de la compra de productos artesanos y ecológicos para el mobiliario, los suministros y los desayunos. Así nos apoyamos y creamos red con proyectos liderados por mujeres en la Sierra Norte de Madrid como: El Horno de Mariné, Quesería Jaramera, La Casa del Jabón, Letografía o Tomate la Huerta.
“Siendo emprendedora aprendes muchísimo”, reflexiona. “Te tienes que desenvolver en ámbitos en los que nunca habías trabajado. Estás continuamente pensando, teniendo nuevas ideas, formándote y por supuesto aprendiendo de los aciertos y los errores. Es tu idea, tu sueño, tu proyecto el que está en juego. Es apasionante pero también agotador”.
Pero es que además, y como le ocurre a muchos de quienes deciden montar un negocio propio, Iris aún mantiene su antiguo trabajo como guía de turismo a media jornada. Los días libres, de momento, son algo del pasado. Iris además es madre de una hija de seis años. Para ella actualmente es difícil conciliar la vida laboral y familiar. Puede parecer a primera vista que emprender facilita la conciliación pero arrancar un proyecto desde cero tiene sus inconvenientes, sobre todo en el medio rural donde los servicios públicos son escasos. Afortunadamente en los pueblos sigue existiendo mucho apoyo entre los vecinos y familiares que siempre apoyan en los cuidados.
Esta es la situación en la que se encuentran en la actualidad muchas mujeres rurales emprendedoras. Mujeres que luchan por mantener vivos los pueblos y paisajes rurales. Iris no desea ser una supermujer, ni un ejemplo a seguir. Le sirve con conseguir la viabilidad de su proyecto, continuar viviendo en un pueblo y criar ahí a su hija. Ganas y perseverancia no le faltan.
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