Rosa Ortega Serrano
Hay veces que veo padres y madres que arrastran a sus hijos. En ocasiones les insultan con cierta violencia. En otras les ahogan con sus cuidados, destacando sus fallos como aciertos, pisoteando a amigos, maestros, hermanos y vecinos.
Hay veces que veo padres y madres que pretenden que sus hijos que son solo suyos crezcan protegidos del mundo con grandes dosis de aislamiento y vigilancia parental. Otras veces y en otros ámbitos me dicen que los reyes son los padres y que de ellos aprendemos casi todo y que es el mundo y la familia los que cuentan para sobrevivir.
Estos días está de moda la famosa frase de Khalil Gibran:”Los hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida”, parece una cursilería de un laureado poeta, pero es una oportunidad para dialogar sobre la ceguera del amor a los hijos.
Después está lo que nos enseñan nuestros padres. De mi madre aprendí a ser generosa, a ponerme los rulos, decir buenos días, ver siempre el lado amable de la gente, cuidar a los míos. De mi padre aprendí casi todo. Ellos nunca quisieron proyectar su sombra sobre mí o moldear mis ideas, si hubieran vivido en la región de Murcia no hubieran aceptado firmar el pin parental porque siempre confiaron en mis maestros y sobre todo, en mí.
Acabo de leer que cada día las personas somos menos inteligentes. Parece ser que hasta los años 80 y a partir de la segunda guerra mundial crecíamos intelectualmente año tras año. Ahora nada, tal vez sea la educación industrial que nos estamos regalando o la vida regalada que nos estamos dando. Sin duda la curiosidad se está perdiendo y es uno de los ingredientes de la inteligencia. Tener una mente abierta y paciente, capaz de seleccionar entre toda esa información que parece que nos va a resolver la vida, pero no hace sino embarullarla. Ser creativos por curiosos y buscar soluciones simples para problemas complejos. Podíamos dejarnos de bobadas y de inventar instrumentos de control e intentar volver a crecer intelectualmente, ejerciendo la tutela afectiva y moral sobre nuestros hijos e hijas ,teniendo en cuenta que vivimos en comunidad y que sobre todo “son hijos e hijas de su tiempo”, como decía el profesor y filósofo Don José Ortega y Gasset.
Este va a ser un buen mes: tenemos el proyecto de ser más listos y de dudar siempre de la veracidad de las noticias que nos ofrecen los llamados medios de comunicación (incluido el que nos ocupa), llega la primavera y parece que va a llover. ¡Qué más podemos pedir!
Ida Vitale nos regala un poema que se llama FORTUNA. Sin duda es una fortuna ser mujer y poder disfrutar de sus versos.
Por años, disfrutar del error
y de su enmienda,
haber podido hablar, caminar libre,
no existir mutilada,
no entrar o sí en iglesias,
leer, oír la música querida,
ser en la noche un ser como en el día.
No ser casada en un negocio,
medida en cabras,
sufrir gobierno de parientes
o legal lapidación.
No desfilar ya nunca
y no admitir palabras
que pongan en la sangre
limaduras de hierro.
Descubrir por ti misma
otro ser no previsto
en el puente de la mirada.
Ser humano y mujer, ni más ni menos.
Sé el primero en comentar sobre "TODOS SOMOS ADOPTADOS"