Miguel Ángel Granado
Una de las sensaciones más frecuentes en nuestros paseos por la sierra, es escuchar el canto de las alondras. Cuando vine a vivir aquí hace unos años, no pensaba que fueran tan habituales estando en una comarca montañosa. Tenía asociadas estas aves a páramos, terrenos arados, estepas….en general extensiones llanas a baja altitud. No conocía su versatilidad para adaptarse a climas tan diferentes.
Efectivamente, la Alondra común (Alauda arvensis), habita tanto en cotas bajas como en áreas de montaña; lo que coincide es que vive en lugares abiertos y con escasa vegetación, además de ser planicies. Es un ave de tamaño mediano-pequeño, con sus escasos 20 cms. y en la que predominan los tonos pardos, que le sirven de camuflaje en el suelo. No hay dimorfismo sexual, los adultos presentan estrías de tonos más oscuros, con pecho blanquecino y bordes terminales blancos en las alas. Es un ave que parece más grande, por tener una fisonomía alargada: cuerpo, patas, alas y cola son prolongados. En la cabeza posee pico fuerte, lista superciliar pálida y, sobre todo, una pequeña cresta más apreciable cuando está nerviosa; en condiciones normales apenas se nota.
Una característica fundamental de la alondra es su bonito y variado canto; lo emite incluso cuando vuela. Es por ello por lo que es conocida como el pájaro cantor, está considerada simbólicamente como la alegría de vivir. Tiene muy buena capacidad a la hora de maniobrar en el aire, con ascensos y descensos rápidos y cernidos prolongados. Incluso en esos momentos emite sus frases melodiosas, con variaciones en las notas muy llamativas. Los ancestros decían que su canto hace vibrar lo más profundo del alma. Para los bárbaros, por ejemplo, la alondra era sagrada y, según cuenta la leyenda griega, existía en la tierra y el cielo mucho antes de que aparecieran los dioses. El simbolismo que se le otorga a este ave por la sabiduría ancestral es Comienzo, ya que cantan desde muy temprano, al amanecer.
Bien distribuida por Asia, Europa y zonas montañosas del norte de África, en España es residente, mayoritariamente, en la mitad norte peninsular. En zonas más meridionales como Andalucía, solo cría en cotas altas. Es muy raro encontrarlas en zonas calurosas; además está ausente en los archipiélagos. En invierno abundan las alondras, ya que muchos individuos de países de Europa más septentrionales, bajan hacia el sur y recalan en nuestra geografía. En cuanto a la alimentación, es omnívora; durante los meses cálidos come insectos en un alto porcentaje de su dieta, es la época reproductora. Según va haciendo más frío, en otoño e invierno, la proporción de insectos baja y aumenta la de semillas, frutos y hojas de diversos cultivos como trigo, trébol o col, que digiere ingiriendo piedrecitas.
El periodo reproductor comienza en marzo y se prolonga hasta julio, con varias puestas: dos, tres y, ocasionalmente cuatro (sólo si hay fracaso en alguna de las anteriores). La hembra construye un sencillo nido en el suelo, un cuenco de hierbas, hojas y ramitas que tapiza con plumas y pelo; suele estar orientado al norte y protegido por matorrales o alguna depresión del suelo, para paliar el calor del estío. La mayoría de las puestas las realiza al principio de este ciclo, durante la primavera. Pone de tres a cinco huevos, que incubará la hembra durante once días. Tras la eclosión, los pollos permanecen en el nido unos diez días, alcanzando el vuelo a los dieciséis o veinte días. Cuando alguno de los adultos se acerca al nido con ceba para la prole, no desciende directamente sino que se posa a una distancia y va caminando hasta él, para evitar que lo descubran los predadores. Es una especie monógama, repite con la misma pareja año tras año. Es territorial pero se agrupa en bandos al terminar la etapa reproductora, al final del verano, que es precisamente cuando menos alondras se escuchan, ya que se mimetizan en el suelo y vuelan poco, al coincidir con la muda de su plumaje.
Cuenta con buenas poblaciones en nuestro país, estimadas entre 2 y 6 millones de individuos. Aunque su número está descendiendo ligeramente, debido a varios factores: intensificación agrícola, concentración parcelaria, eliminación de linderos, recogida de la cosecha más temprana en campos de cereal, cambios a cultivos de regadío, insecticidas,…La agricultura intensiva afecta mucho a esta y otras especies, como hemos comentado al hablar de otras aves. Cuidemos de las bellas alondras, que marcan el comenzar de cada día, animándonos con su alegre canto.
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