Desde PEÑALABRA
por José de Villamisar
Desde que España y Gran Bretaña, en el año 1713, firmaran el Tratado de Utrecht, en el que España cedía a Inglaterra ese trocito de peña que se llama Gibraltar, los distintos gobiernos que se sucedieron a través de tantos años, no dejaron de reivindicar la soberanía española sobre el Peñón.
Actualmente es turno de Mariano Rajoy, al que el Gobierno de Gibraltar empezó a ponerle «chinitas» en los zapatos. Primero con la incursión de patrulleras de la policía gibraltareña para impedir la pesca de los barcos españoles en aguas que rodean a la Roca y que España considera propias. Recientemente Gibraltar está arrojando bloques de hormigón al mar para la creación de un dique que España considera ilegal.
Como las protestas españolas ante el Reino Unido no dieron resultado, el Gobierno español, tomó la decisión de endurecer los controles en la verja, lo que provoca colas interminables de automóviles y retrasos de hasta tres horas, además anuncia otras medidas, entre ellas implantar un impuesto para entrar o salir en el Peñón e incluso cerrar el espacio aéreo de los vuelos hacia o desde Gibraltar.
Es posible, que la respuesta española ante la agresión gibraltareña, sea justa y proporcionada, pero también es posible que así no resolvamos el problema de fondo que es la descolonización.
Está bien que el Gobierno de España,intente hacer cumplir al Reino Unido y a Gibraltar el Tratado de cesión a rajatabla y que no ceda ni un milímetro más de lo acordado, pero de eso a la soberanía española hay un «trecho». Los habitantes de Gibraltar no quieren ser españoles, llevan trescientos años siendo ingleses y se sienten británicos, no desean que se les descolonicen, como ha quedado patente en los referendos que se realizaron en los años 1967 y en el 2002. Es posible que las razones por las que los gibraltareños quieren ser británicos tengan mucho que ver con los privilegios que tiene el Peñón, es un paraíso fiscal y es fácil desarrollar ciertas actividades, aunque sean ilegales, que convierten a Gibraltar en un territorio al margen de la Ley, enclavado en la misma Unión Europea.
Es una misión que le compete al Sr.Margallo, Ministro de Asuntos Exteriores, hacer que la Unión Europea acabe de una vez con ésta anomalía, y sería después cuando se podría encarar la cuestión de fondo, y no haciendo proclamas patrióticas que no conducen a nada, como «Gibraltar español» o cosas parecidas, esto Sr. Margallo nos conducen a la nada.
Y a todo esto, ¿en donde está el Embajador de España en Londres?, tenemos un conflicto de ésta envergadura con el Reino Unido y no sabemos nada de Federico Trillo, si está de vacaciones, si acaso está cesado, si estará arreglando sus papeles con Bárcenas …. o a caso ¿ no le incumbe el asunto al Sr. Embajador?.
No hay mal que por bien no venga, todo éste revuelo le da un pequeño respiro al menos mediático a Rajoy y su relación con Bárcenas. Aunque el clima que se respira en el Partido Popular tiene que ser de desmoronamiento, después de la declaración, en sede judicial, de Cristóbal Paez, en la que reconoce que el asiento que figura en el cuadernillo de Bárcenas entregándole a él cierta cantidad de dinero es cierto.
En estos momentos estivales, los populares no descansan y el partido se ve más dividido que nunca. Empiezan a surgir nuevas familias, «los cospedales», «los soyaristas»…., todos intentan posicionarse para llegar bien situados a la convención de otoño .
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