Alameda del Valle vive momentos de tensión a causa de un proyecto de uso de las instalaciones del hotel La Posada. El pasado 31 de agosto hubo un encuentro convocado por un grupo de vecinos, para recibir explicaciones tanto del ayuntamiento como de la entidad promotora. Se vivieron momentos de gran tensión, donde una parte ni quería escuchar ni aceptar las explicaciones de los promotores.
La entidad promotora es una asociación religiosa evangelista que tiene proyectos similares en otros puntos de España. El proyecto en Alameda, es destinar parte de los habitaciones del complejo hostelero a personas y familias que llegan a España de forma reglada, y que en aeropuertos o las fronteras al llegar piden asilo político por diversas circunstancias.
En el tiempo que el Ministerio del Interior decide, son acogidos por instituciones como Cruz Roja, Caritas o CEAR, según unos baremos establecidos por el ministerio. La estancia en estos centros, en principio, no debe superar los 6 meses. Los acogidos durante su estancia estarían apoyados por un equipo de abogados, psicólogos, y profesores que les sirvieran para una primera adaptación.
En Alameda, el hotel mantendría su uso hostelero, aunque con una parte reservada a estas personas que huyen de conflictos armados, y de persecuciones por su religión, ideas políticas u opción sexual. No vendrían, en ningún caso los llamados Menas, los menores no acompañados.
Una parte de los vecinos, desde el primer momento, con sus gritos no dejaron explicarse ni a los promotores ni al ayuntamiento. Un grupo manifestó su temor a posibles problemas, y a su temores de posibles situaciones de seguridad ciudadana, relacionados con robos o ocupaciones. Señalaron que Alameda no era un pueblo con los servicios adecuados para ello al no tener ni colegio, ni un médico permanente, ni un cuartel de la Guardia Civil.
Uno de los presentes señaló que el complejo sólo tenía licencia para uso hostelero y, por tanto, no podía permitirse el nuevo servicio.
La hostilidad fue bastante elevada por el temor, de que una vez en funcionamiento empezarán a llegar personas que no cumplieran las características iniciales.
El alcalde Roberto Canencia y el concejal Mariano Sanz explicaron que desconocían el proyecto porque no se había presentado ningún documento oficial. Lo único claro que dijeron es que actuarían de acuerdo a la legalidad.
En esta asamblea celebrada en la plaza del pueblo acudieron vecinos de Alameda, de Oteruelo, Rascafría y Pinilla (entre ellos sus alcaldes).
Entre los presentes más hostiles al proyecto había muchas personas de segunda residencia, que sólo acuden al pueblo en vacaciones o fines de semana.
Aunque no todos los presentes se manifestaron en contra, vecinos, que viven de forma permanente en el pueblo (los 365 días del año) no se situaban en contra del proyecto, considerándolo positivo. Eso si, creían que la entidad promotora no se había explicado correctamente en los días previos. Y señalaban que algunos de los que se oponían simplemente no querían que nada perturbase su paraíso.
Un grupo de vecinos inicio una recogida de firmas improvisada contra el proyecto.
Quizás detrás de esta tensa situación está lo que la filósofa Adela Cortina define como Aporofobia, el rechazo al pobre.
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