La Asociación Cultural El Bustar, fuertemente comprometida con los valores democráticos y dedicada desde 1977 a promover el conocimiento, la conservación y la difusión del patrimonio histórico, cultural, artístico, típico y ecológico de Bustarviejo, se suma a las manifestaciones de repulsa provocadas por los actos de vandalismo que se vienen produciendo en nuestra Villa y que han culminado en la madrugada del domingo 5 de mayo.
En 2008 basamos nuestra propuesta para modificar los nombres franquistas del callejero de Bustarviejo (aprobada por unanimidad en el Ayuntamiento) en que nuestras calles no podían perpetuar el recuerdo de situaciones ilegítimas o injustas; en que nadie puede sentirse agraviado o agredido por los nombres de las vías públicas de la población donde reside, porque esto vulnera los principios más básicos de una sociedad democrática que aspira a una convivencia pacífica, sin menoscabo de la libertad de los ciudadanos para realizar sus elecciones personales del tipo que sean.
Ahora lo repetimos para decir bien alto que actos como los que denunciamos no son tolerables. No lo son en el uso del espacio público, del que nadie puede adueñarse para imponer su visión del mundo. No lo son tampoco en el respeto a los que en dicho espacio nos desenvolvemos. Antes, mucho antes de interpretar el posible mensaje, esta forma de comunicación niega a la otra parte su libertad de escucharlo. Es una imposición intolerable, un escupitajo lanzado contra todos con la única intención de agredir, de insultar, de herir. Agredir, porque queda en el espacio público. Insultar, por su manifiesta impostura. Herir, al dañar los soportes donde son vomitados los mensajes.
En todos los casos –en estos y en otros anteriores– la sensación es la misma, que se acentúa en el caso de la fachada de la iglesia. También ahí, quienes no representan a nadie ni aportan nada quieren imponernos una lectura obligatoria. Y lo intentan sobre una pieza esencial del patrimonio local, el nuestro. Por eso, es ahí donde se pone de manifiesto la ignorancia y el profundo desprecio de los autores hacia todos los demás. Porque, comulguen o no con lo que sea que pretendan, es una afrenta a nuestra comunidad local. Es un error colosal por su parte que no merece más que repulsa y condena. Y nuestro desprecio. El mismo desprecio con el que han herido las piedras que componen nuestros sentimientos.
Dicho eso, nuestra solidaridad con los convecinos afectados, más fuerte si cabe en el caso de la Parroquia. Y un abrazo fuerte al párroco, Pedro Pablo Tomico, quien como mínimo merece el mismo respeto que él nos dispensa, siempre cercano y dispuesto a la mejor de las colaboraciones.
Una última consideración por nuestra parte: las agresiones al patrimonio público en general, y particularmente sobre el cultural, no solo son reflejo de la ignorancia de sus autores, sino también de la ignorancia y la falta de madurez y respeto de las sociedades en que se producen. La apropiación del patrimonio cultural por parte del vecindario y su implicación activa en la conservación, protección y gestión de sus elementos significativos son también indicadores de nuestra salud democrática. Si como sociedad no alcanzamos ese objetivo, en algo estamos fallando.
Bustarviejo, mayo de 2019