Luis Francisco Durán
La igualdad o desigualdad entre hombres y mujeres, ha sido siempre…y es, aunque cueste aceptarlo, por que estamos en el siglo veintiuno y claro a estas alturas de la vida, suena mal. En la era de la súper tecnología, en la que cualquier avance tecnológico se queda obsoleto seis meses después de salir al mercado, parece o debería parecernos incomprensible, que estemos tan poco igualados en derechos.
Seguimos infravalorando a la mujer «frente» al hombre, cuando deberíamos entender de una vez por todas, que la mujer NO es la sirvienta del machote de pelo en pecho. Muy por el contrario, es la autentica y verdadera compañera, en este camino pedregoso, que es la vida.
Aunque en estos tiempos que corren parece, simplemente parece, por que en la realidad no es tanto el avance, que se van equiparando algunos derechos….no todos como debería ser.
Quizás, que en tan poco tiempo, hayamos avanzado tanto en otros ámbitos, no nos deje ver, ni ser conscientes de que en éste, estamos muy estancados.
Deberíamos echar mano de la memoria, para recordar que no hace tanto, en vez de con un Ipad, estábamos llamando por teléfono desde una cabina con una ficha, y que para hacer una conferencia, había que ir a la casa de teléfonos. Por eso quiero trasladar este relato a la memoria, de no hace tanto, en el que en pueblos, se araba con una yunta y un arado, que ver un carro tirado por una yunta de vacas y cargado de leña, o patatas, o hierba, o paja, no era tan extraño, muy por el contrario era algo natural y cotidiano….en esa memoria me viene a recordar la desigualdad de las mujeres de campo, pero no pasaba nada….era….SU TAREA.
En mi pueblo, al igual que la mayoría de los pueblos españoles, donde la gente vivía del campo y de su ganado….un campo y un ganado que había que atender denodadamente y a diario.
En esos años, cualquier matrimonio con hijos pequeños, tenía que atender las labores del campo y el ganado entre los dos miembros del matrimonio. Esto que parece de lo más normal, en el reparto de tareas siempre…..perdía ella.
A la hora de segar, segaban los dos, si había que sembrar, sembraban los dos, si había que ordeñar, ordeñaban los dos y así sucesivamente.
A la hora de ir a lavar la ropa al río, o con un poco de «suerte» al lavadero, que está cubierto, pero el agua sigue igual de fría y el rodillero no mitiga en exceso el frío del suelo, solo lo hacía ella…..era….SU TAREA……como va a lavar un «hombre» la ropa en el río, o los cacharros…..¡¡¡¡se le cae la cola!!!!!
Fregar los cacharros, tres cuartos de lo mismo, ella era la que fregaba, también en la reguera, cargada con los cacharros en el barreño de cinc o de barro apoyado en el costado, con estropajo de esparto y arena, para que saliera mejor el quemado que la lumbre de leña, que tanto ennegrece sartenes y cazuelas…..con el jabón que ella misma había fabricado con la grasa que se va guardando y sosa cáustica…..era…..SU TAREA. Ese jabón era el detergente para todo, servia tanto para lavar la ropa, como para fregar los cacharros y por supuesto el suelo, de rodillas y con un cepillo de raíces, que por supuesto, también…..era….SU TAREA.
Pero a la hora de ir a la taberna, a tomar algo, solo iba él…a tomarse alguna cerveza o cuatro chatos, mientras echaba un mus o un tute, con los demás hombres, entre olor a sudor, campo y vacas, en lo que dilucidaban quién tiene la mejor huerta o las mejores chotas destetadas….un rato de esparcimiento y diálogo para renovar el ánimo, después del duro trabajo…..esta parte no se contempla en los derechos de la mujer, ni pertenece a…..SU TAREA..
Ella está en casa atendiendo a los niños y preparando la cena, para que cuando llegue su marido y supuesto «compañero», para cenar todos juntos escuchando el Parte de Radio Nacional en el Telefunken que les regaló en su boda un pariente que trabajaba en Alemania.
Acabada la cena y mientras el marido se termina de liar un cigarro, petaca y librillo en mano, para irse a la cuadra a echar un vistazo al ganado, y en el camino fumarse el cigarro con la luna en el horizonte y las estrellas en lo más alto…ella, acuesta a los niños, enseñándoles la pequeña oración de antes de acostarse….Hasta mañana que descanses y pases buenas noches, si Dios quiere. Hecho esto fregará los cacharros de la cena y recogerá la cocina….era…SU TAREA.
Acabado esto se sentará al amor de la lumbre, con unas madejas de lana a terminar de confeccionarse una rebeca, que quiere estrenar para las fiestas en conmemoración a La Inmaculada…. También terminará un jersey para su marido, pues cuenta para hacerlo con noches como ésta y alguna tarde, que como llueve y al campo salir no tiene cuenta, aprovecha para ir terminando ESA TAREA, mientras escucha la radionovela…Simplemente María…..y si el marido, esa noche, al calor de los chatos de vino, viene con ganas de juerga, pues se lava en una palangana y a «retozar» en el colchón de lana…..también….es SU TAREA…..a fin de cuentas habrá que tener contento al marido, es el que «trae el sustento a la casa»….
Y así todos los días, incluido el día de la fiesta, en la que por ser un día señalado, entre tarea y tarea, una vecina le cogerá unos rulos, y le cambiará el peinado, que a diario tapa con un pañuelo en la cabeza….habrá hecho unas rosquillas de anís para agasajar a los familiares y amigos que vendrán a tomar algo….qué menos, estamos en la «función» y la «función» hay que celebrarla.
Ya con la música en la plaza, a echar unos bailes, y poder lucir la rebeca y la falda de tablas. Habrá que ir a la taberna a tomar una Mirinda de naranja, no está bien visto que la mujer se tome un vino, mientras los maridos se toman unos chatos de vino, de pellejo, acompañados de aceitunas negras, y el techo atestado de humo de tabaco. Después de cuatro pasodobles y haber comprado unas almendras garrapiñadas, se va acompañada de su cuñada a preparar la mesa y cenar en familia, entre tanto, ellos se toman un trago del porrón, y quedan para ver cuándo hacen la matanza, pues el momento se acerca……y esta noche….por fin….¡¡¡¡¡ FIESTA!!!!!
Es lo que tiene celebrar la función el ocho de diciembre, con un frío que pela, dos copas de anís, unas rosquillas, al calor de un brasero de ascuas intensas, que llena de cabrillas las pantorrillas y calienta la entrepierna.
Queda comprobado que la mujer en esa época y cualquier otra, no nos engañemos, siempre ha trabajado como cualquier hombre…o más, pero nunca se la ha reconocido el esfuerzo….ni se le ha agradecido su ahorro, pues en una casa rural, que un mujer fuera capaz de sembrar, regar, segar, ordeñar, cortar leña, cavar y además….»HACER SUS TAREAS»…..como hacer jabón, confeccionarse la ropa, además de zurcir, fregar, guisar, planchar, barrer, limpiar, parir, criar, atender a los niños y a todos los demás.
¿¡¡¡Qué más tiene que hacer una mujer para que se la reconozca su labor!!!!!?
¿¡¡¡¡Qué tiene que hacer una mujer para igualarle en derechos!!!!!?
Y que lo que hace……no solo……SEA SU TAREA.
No os equivoquéis, pensando que esto solo pasaba o pasa en el campo…¡¡NO!! Esto os pasa en la ciudad y en todos los casos. Solo ha cambiado la yunta y el carro….lo demás…..no ha cambiado nada.
Tenedlo en cuenta….NO HA CAMBIADO NADA…..la mujer, no tiene derechos……sigue teniendo…..TAREAS.
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