Esos Guardias Civiles que desaparecen

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Esos trenes que no pasarán

Pedro G. Baldía

He leído con atención la entrevista al señor delegado del gobierno Francisco Martín. La verdad es que dice unas cuantas cosas interesantes, este o no de acuerdo con él, pero hay un par de cosas que me animan a bucear en mi archivo propio y personal de la Sierra Norte que me proporciona, la recopilación en pdf de los más de 300 números de Senda Norte.

Cuando compre el recopilatorio eran menos, pero gracias a mi suscripción al pdf de Senda Norte estoy al día.

Y después de este preámbulo para que se animen a suscribirse, no ocupan tanta memoria, les haré algunos comentarios tras repasar ciertos periódicos de estos veintisiete años.

El problema del número de los Guardias Civiles en la Sierra no es nuevo; desde mucho antes que Sánchez empezaron a disminuir. Recuerdo los tiempos en que habías dos Cuarteles en el valle del Lozoya, o cuando los cuarteles de Lozoyuela, El Molar abrían los veinticuatro horas.

Los tiempos cambian, pero desde los tiempos de Aznar se empezó a ver más clara esa disminución, aunque cuando llega el otoño las autoridades competentes nos dicen que todos los puestos en la Sierra están completos; se olvidan decir que poco a poco, por cambios de destino, comisiones de servicio ese número decrece. 

Hay que entender que los guardias, además de su vocación de servicio, tienen una ambición profesional que les lleva a buscar mejores puestos, que un pueblo perdido en la ancha Castilla o la sierra madrileña.

Y esos trenes que no pasarán. El delegado es hábil no dice que si, pero tampoco que no. Lo cierto, es que sólo por el tráfico de camiones que podrían evitar en la A1, y el deterioro del firma que producen, ya sería rentable.

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