Pedro G. Baldía
El verano también es tiempo para que los médicos cojan sus vacaciones. Es un derecho reconocido y un deber con ellos y sus familias.
En otros tiempos, no habría problemas, llegaban médicos sustitutos o de refuerzo. Unos tiempos, en que muchos municipios duplicaban o triplicaban sus poblaciones.
Ahora no. Si ya en muchos centros, no hay servicios de urgencias por falta de médicos durante todo el año, cuando llegan los calores el cartel de No Hay Médicos, es verlo de forma habitual.
¿Cuál es el problema? ¿Qué soluciones puede haber?
Todos los años salen de las facultades de Medicina miles de médicos, ¿a donde van? ¿Por qué no se prioriza en el MIR la atención primaria, la pediatría?
¿Por qué no se mejoran las condiciones laborales de los médicos?
Si se van a otros países, o a la sanidad privada por lo que cobran, quizás habrá que mejorar esos sueldos; también habría que diseñar unos horarios y un número de pacientes asumible.
Una consulta médica supone un desgaste emocional y físico para los médicos; hay casos de trámite, pero muchos requieren un trabajo, un esfuerzo que desgastan.
Los médicos nos cuidan pero también hay que cuidarlos.
Los responsables autonómicos y estatales deben ofrecer un entorno y unas condiciones laborales que sean atractivas.
Estos responsables deben estudiar, trabajar y preparar unos proyectos profesionales que sean atractivos.
Y sobre todo, señores responsables o irresponsables, no puede ser que haya urgencias sin médicos, que en verano cuando se multiplican las poblaciones en los pueblos de la sierra, disminuyan o desaparezcan los médicos de atención primaria.
Esto este verano no tiene solución, porque, al igual que se dice, que los incendios se apagan en invierno con los trabajos preventivos, en la planificación sanitaria, las bajas y sustituciones debían estar previstas desde enero.
Esperemos no ponernos enfermos.
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