Unos pájaros pequeños y muy inquietos, hay varios juntos, reclaman mientras los observamos, son como bolitas de algodón que se mueven por las ramas. Cuando al fin conseguimos distinguir alguno, resultan ser muy bonitos. Efectivamente, son mitos.
La característica principal para diferenciarlos de otras aves es su pequeño tamaño, entre 12 y 14 cm., y que la mitad o más de su cuerpo está constituido por su larga cola. El Mito común (Aegithalos caudatus) puede parecernos muy oscuro en una primera observación pero si nos quedamos quietos es muy probable que alguno se muestre mejor y entonces podremos apreciar sus distintos colores, que van del negro al blanco. En su cabeza tiene una franja blanquecina, que la recorre desde el cuello hasta el pico: éste es pequeño y grueso, de color negro. A ambos lados de esta franja se observan unas negras, que también llegan hasta la nuca: más abajo los ojos con un anillo orbital rosado y el resto de la cara blanquecino, que se continúa por la zona pectoral, convirtiéndose en asalmonado en el vientre y partes inferiores. La zona dorsal combina negros y grises y se continúa hacia la cola, de color negro y con las rectrices (plumas externas) blancas. No existe dimorfismo sexual.
Se distribuye por toda la región paleártica, exceptuando las zonas septentrionales de Escandinavia, el norte de África y Cerdeña. Está presente en casi todas las regiones de España, escaseando en los valles del Duero, Ebro y parte del Guadalquivir, la Mancha y en general en lugares muy áridos. Muy escaso en Baleares y no se encuentra en las Canarias, Ceuta y Melilla. Es un ave residente durante todo el año, es sedentario pero en otoño e invierno puede realizar desplazamientos en busca de alimento. Su hábitat son los bosques abiertos con abundante matorral y campiñas con arbolado disperso. También podemos localizarlo en grandes parques urbanos. Siempre moviéndose en pequeños grupos familiares, sacudiendo las alas y la cola, a veces posándose boca abajo y emitiendo un tsii-tsii-tsii continuo, que remata con un áspero tsirrrrup…rrrrup; este final es más típico en época reproductora; en otoño e invierno bastará con el tsii-tsii-tsii para mantener unido el grupo.
Se alimenta sobre todo de pequeños insectos, que busca en las hojas y brotes de árboles frutales y arbustos, donde también picotea en busca de las larvas; también levanta los líquenes y hongos de la corteza en busca de pulgones, pequeñas arañas y huevos de insectos. Esta dieta la complementa con semillas pequeñas y frutos. Es de los pájaros que más pronto comienzan a preparar el nido. A finales de enero y durante el mes de febrero las parejas comenzarán con esta laboriosa tarea, ya que sus nidos son muy elaborados: son cerrados, en forma ovoidal, con un orificio de entrada en la parte superior. Ambos individuos se afanan en su construcción; para la estructura emplean sobre todo musgo, que sujetan con telas de araña entrelazadas. El recubrimiento exterior está formado por líquenes y el revestimiento interior por plumas diversas. Los sitúan en las ramas de los árboles o arbustos y están bien sujetos a la vez que son muy miméticos. Una vez preparada la morada llegará la puesta, normalmente solo una por temporada, que dependiendo de la climatología puede oscilar desde finales de marzo hasta bien entrado mayo. La hembra depositará entre siete y once huevos, que pondrá con intervalos de unas veinticuatro horas y que comenzará a incubar cuando la puesta esté casi completa; el macho a veces la releva en esta tarea y por las noches duerme en el nido junto a ella. Como es habitual entre otras aves, él será el que se encargue de traer la comida para su compañera en este delicado periodo. Transcurridas dos semanas aproximadamente llegará la eclosión y comenzarán a nacer los pollos de forma escalonada. El periodo de desarrollo de éstos hasta que pueden volar es de otras dos semanas, aunque serán atendidos por los padres durante 15 o 20 días más. Las cebas se producen por parte de ambos progenitores aunque será la madre la que lo haga más frecuentemente.
El Mito común es una especie en buen estado de conservación; la tala o alteración de los bosques constituyen su principal amenaza. La imagen de este artículo corresponde a un anillamiento llevado a cabo hace años, en el que se atraparon varios mitos. El anillamiento científico constituye una herramienta básica y necesaria para conocer más las aves y poder conservarlas. Una vez capturadas, se procede con premura a tomar una serie de datos del individuo e inmediatamente se libera tras haberle puesto una anilla para poder conocer sus movimientos. Confiemos en que estos simpáticos pájaros sigan en un futuro con sus movimientos familiares: su observación resultará siempre muy gratificante.
Miguel Ángel Granado
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