Rosa Ortega Serrano
“A mi padre se le contamina el lenguaje. /Nombre cinco animales, le piden. / Y él responde pato, gato. Pato. Manzana.”
Miro a mi alrededor con asombro, con gratitud: ¡Hemos llegado hasta el año 2024! Cuando era pequeña nuestra fantástica meta era el año 2000. Todos saliendo a pasear al espacio. Gravitando con preciosos trajes fluorescentes, tomando nutritivas pastillas y viviendo en pisos diminutos con forma de supositorio y sin cocina. Nada de lo que ha pasado en este caducado año 2023 habría sucedido en mi ficcionada niñez. Cuando escribo estas líneas el ejército de Israel ha bombardeado Gaza por enésima vez, como reacción indiscriminada al ataque sufrido por Hamás el 7 de octubre. El reaccionario gobierno de Israel ataca a la población Palestina y acumula miles de muertos entre la población civil, muchos de ellos mujeres y niños.
La guerra de Ucrania continúa. Es difícil seguir este conflicto en la prensa. Me imagino a los ucranianos y ucranianas como un caramelo masticable estirado por rusos y americanos (por supuesto hablo de gobiernos). ¿Ganará Putín o la UE, con EEUU al frente, se conformará con el empate? Apostaríamos, si no fuera por las tragedias que conlleva.
El beso robado a Jenni Hermoso desata la polémica en el futbol: una causa justa supeditada a la interpretación de una indignidad, otra vez.
Vuelve Lula a Brasil, Milei gana la presidencia argentina. Siguen muriendo migrantes en el Mediterráneo. En España mantenemos un costoso y esperanzador gobierno progresista. Dos mortíferos terremotos asolan Siria y Marruecos. Las hormigas siguen sin predecir el final de la sequía y ahora sabemos que el ser humano es el principal responsable del cambio climático.
En mi pueblo han cerrado el colegio. Elegimos un nuevo/antiguo alcalde y llegó la luz, al parecer también el dinero de Europa. En mi calle como en el resto de la comunidad hay obras. Caminamos sobre un lecho de barro y piedras que va a quedar precioso. Algunos vecinos se mueren y nos dejan huérfanos de vecindad.
La sierra norte, La Comunidad de Madrid, España, Europa, el mundo, la luna, marte y nosotros como siempre: la navidad, con sus luces y sus sombras, el consumo, mucho exceso y poca conciencia.
Mi homenaje poético está dedicado este mes a las mujeres que padecen o han padecido violencia de género. En lo que va de año 55 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas, 1.237 desde que existen registros en 2003. EL poema es de la misma autora de los versos con los que he iniciado este artículo: Pilar Adón, del libro “Las Órdenes”:
REGALARLO TODO. Cada prenda. Cada adorno.
Con mentalidad de pobre. Los dedos de harina
calentando el mismo tazón
y la sonrisa rota hacia la mesa
sin frutas ni flores en la fuente.
Sin estrenar nada, sin ambición de refugio.
Habiendo perdido la energía
y el asombro.
Queriendo decir: «¿Por qué no vuelves a casa?»
Cuando lo sabe. Que volver a casa es el miedo.
Que la huida del día es el miedo.
La tapia de ladrillo y la llamada al timbre sin prever
si podrá entrar.
Cada mirada de hembra.
Cada preñez. El miedo.
El cuerpo que no se acostumbra
y que, lejos de aumentar,
reduce su tamaño y se parte en dos.
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