Luis Fco. Durán Carretero
Qué triste paradoja, cuanto más libres nos creemos, más presos nos encontramos y de menos libertad disfrutamos, y todo por un chisme que no pesa doscientos gramos y, que todos hemos adoptado, además de presumir de su compra, pagando por él sin miramientos y para colmo nos hemos adaptado a él con una facilidad pasmosa y no al revés. El teléfono móvil.
A este archiperre, no le hacen falta dos pistolas ni una cárcel cerrada para mantenernos presos, ni mucho menos, somos nosotros mismos quien le hacemos que nos acompañe para tenernos controlados y lo hacemos encantados y orgullosos. Criaturas…
Desde que se instaló internet en nuestras vidas, ha ido poco a poco metiéndose en ellas hasta conseguir su mayor herramienta de control. El móvil pinturero, controlador y chivato. Se chiva de donde estamos, lo que hacemos y con quien, lo que comemos y donde y todo esto sin tener patitas, ni boca, simplemente haciéndose notar con una dulce melodía y acariciando nuestra cara. Ya lo dijo Albert Einstein (Dos cosas son infinitas, la estupidez humana y el universo, y no estoy seguro de lo segundo)
Seguimos tan embobados con “sus” virtudes, que no caemos en la cuenta de que sin él también podemos vivir. Mejor dicho sin él ¡vivimos!
Todo el día pendiente de que suene su maravillosa musiquita, de su tono de aviso, para alertarnos de un hecho histórico sin precedentes. Un famosillo del tres al cuarto se ha roto una uña al quitarse un moco. En cuestión de minutos y merced a las aplicaciones con las que nos hipnotiza este cachivache, medio planeta está informado de un hecho tan relevante y afortunado para la humanidad. ¡¡Grandioso!!
Más “ventajas” que sirve para que, como no nos vigila el bastante, pues nosotros lo utilizamos de gran hermano para vigilarnos entre nosotros, criticarnos, poner conocimiento de todo Cristo nuestras miserias. Para amedrentar, calumniar, menospreciar, atemorizar, insultar, asustar o utilizar una supuesta inteligencia artificial, que no sé qué tiene de inteligente…y menos en manos de un escueto neuronal como los últimos casos aberrantes y eso que esta aplicación se acaba de estrenar. Quiere decirse que si el chisme este solo y por su cuenta ya es chungo, en manos de cualquier subnormal es muy peligroso. Todo “ventajas”…
Tenemos una cantidad de “amigos” y “contactos” inimaginable, pero ¿Con cuántos hablamos en vivo y en directo? ¿Con cuántos chateamos, de tomar Chatos, no de mandar mensajes? Con cuatro o cinco si acaso, con los demás solo cuando te pone un emoticono con un corazoncito o un abracito…Que triste.
Sí, que triste se nos hace la vida alrededor de esta carcelero, nos quita hasta las ganas de escribir, porque como es capaz de saber lo que pensamos, pues se adelanta y nos deja la palabrita puesta, sea o no sea lo que tú quieres decir y si no estás atento, pues en vez de poner (amor y si cenamos) igual te sale (amorcillado me hayo) y se te ha jodido la cita.
¿Os imagináis lo que sería estar dos días sin el carcelero? Sería la repera y no pasaría absolutamente nada. Simplemente seriamos felices por dos días, hablaríamos con la gente en vivo y en directo, con cercanía, aunque le cante el sobaco, qué más da, con cariño y espontaneidad y sin que suene a metálico, o a impostado. Lo importante es que por unas horas seriamos libres. Sin musiquita, sin tonito de aviso, sin informaciones absurdas, sin distracciones, nada más que viviendo un rato. Probadlo que no pasa ná de ná, muy al contrario sentiréis una paz tremenda.
Salud y que le den al carcelero.
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