Rosa Ortega Serrano
Tenía varias ideas para comunicarme con ustedes este mes y todas ellas han quedado ensombrecidas por el resultado de las elecciones del 28 de mayo. Este periódico, como todos los que aún lucen en papel, llevará en titulares el nombre y la foto de los ganadores. Saldrán exultantes, alzando los brazos y dando gracias al cielo por ser los elegidos para manejar el rebaño y administrar la hacienda pública (la de casa y la foránea). Pero, ¡oh dios! Algunos de estos políticos aparecen encogidos, acurrucados en un rincón y con cara de circunstancias ¡Ellos serán nuestros héroes!, solo llevan un día en el cargo y ya se han dado cuenta de la responsabilidad que supone gestionar el patrimonio de todos.
A esos que esconden su mirada, que tienen ideas y saben que la democracia no empieza y acaba en las urnas, debemos ayudarles. No será fácil, pero seguro que nos dan pistas: cuando lleguen al ayuntamiento abrirán de par en par las puertas (o simplemente acogerán a los vecinos), desligarán la parte de gestión política de la parte administrativa y escucharán a los técnicos. Ofrecerán explicaciones, se mostrarán humildes y nos contarán todas las promesas que no pueden ser cumplidas (por falta de competencias, licencias, apoyo de otras administraciones, presupuesto), no gobernarán en comisiones (excluyendo a los que no piensan como ellos, ¿acaso los adversarios políticos no tienen ideas?), contarán a los ciudadanos qué pueden hacer y qué no, no se considerarán señores de estado investidos de traje y poder con cara de mercachifles.
Ofertarán cultura, transformarán sus plazas en lugares de encuentro para conversar, habrá bibliotecas y si esta propuesta está pasada de moda, buscarán otra, aprovecharán la cultura que va llegando al pueblo, aunque no tenga papeles o presente un brillante empadronamiento “de fuera”. ¿Qué cuesta ser más amable, tolerante, no tener miedo al diferente y aprovecharse de la sabiduría ajena para enriquecer nuestros pueblos?
¿Utopía? Sí. Pero utopía con imaginación, con ganas de hacer realidad lo que no cuesta dinero que es abrir la mente y hasta el corazón y que sí, que me estoy poniendo cursi (pero me apetece), no en vano iniciamos una legislatura y parece que renace la democracia y que acaban de llegar los Reyes Magos.
A todo esto, me van a disculpar porque voy a contradecirme y a recordar a Unamuno cuando decía: “Si alguien no se contradice es porque no dice nada nunca”, algunos políticos tienen mis respetos y, si exacerbada por excesos reivindicativos les he tratado de mala gente, pido disculpas a los que son tolerantes, entregados al servicio público, buenas personas, no tienen intereses de lucro personal, se forman o vienen formados a la política, son capaces de marcharse a tiempo, para todos ellos este poema cuya autoría desconozco:
SILENCIO
No me importa
El tumulto sordo
De las tumbas vacías.
Me incomoda
El silencio
que emana del estruendo
de las palabras muertas.
No me espanta
La llamarada en mi cara
De lo inesperado.
Me espanta
El tedio denso
De la obviedad,
Que anida
En la memoria
Sin poesía
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