Por Mar Rodríguez y CEPA Buitrago
Hay historias de vida difíciles de creer. Hemos escuchado muchas veces que la realidad supera a la ficción y la vida de Cándida es un claro ejemplo de este dicho.
El 12 de Mayo de 2023, Cándida Villar, conocida por su papel protagonista en la película que lleva su nombre, dirigida por Guillermo Fesser, estuvo compartiendo la mañana con el alumnado y vecindario de Buitrago, invitada por el CEPA.
Casi todo el mundo había visto la película y eso hizo más mágico el momento, si cabe.
Disfrutamos de un coloquio con ella en el salón de actos de la antigua Escuela de Música y Danza de Buitrago. La sala fue preparada con esmero, cada detalle cuenta. Una mesa redonda que hace inevitable compartir las confidencias, unas macetas con plantas que alegran nuestros corazones y unos caramelos y agua por si se nos secaba la boca.
En esta tertulia, en la que solo faltaba el brasero bajo las faldas de la mesa, la directora del CEPA de Buitrago del Lozoya, Nuria Montero, presentó a las asistentes que acompañábamos a Cándida: Mar Rodríguez Gimena – médico del SAR de Buitrago del Lozoya –, María García – maestra de Enseñanzas Iniciales del CEPA Buitrago – e Isabel Redondo – jefa de estudios y profesora de Secundaria del CEPA Buitrago.
Mar Rodríguez desgranó con breves pinceladas lo que supuso el éxodo de las mujeres que dejaron sus pueblos para emigrar a las grandes ciudades, conscientes de que se abría un mundo de oportunidades y también de retos y dificultades. Como Cándida, nos contó Mar, estas mujeres vivieron en carne propia, por un lado, el desarraigo de su lugar de origen, la oportunidad que suponía Madrid para poder sacar adelante a su familia y el dolor de la caída en la droga de alguno de sus hijos. No podemos olvidar que Madres Unidas Contra la Droga luchó en los barrios desde los 80 y 90 por la vida de sus hijos e hijas. Nos recordó Mar también que los roles de género en los que se ha educado a las mujeres, el cuidado por encima del desarrollo de la propia vida, el sacrificio y la entrega podían, quizá, desdibujarse en la aventura que suponía para las mujeres de pueblo, del campo, emigrar a las grandes ciudades.
Cándida nos encandiló rápidamente. La manera de contarnos su vida es maravillosa. Es una gran contadora de historias, nuestra Cándida. Cuando estás a punto de la lágrima, hace un quiebro en el relato y rompes a reír. Cuando lo que cuenta es casi imposible de creer, con una entonación o un gesto, te ofrece un punto de realismo que da la vuelta a la tortilla y sabes que no solo es cierto lo que relata, sino que se calla detalles más dolorosos para no hacer más honda la herida que nos provoca escuchar con atención todo lo que ha vivido.
Como si tejiera con ganchillo, fue intercalando sus vivencias entre lo que ella expresaba espontáneamente y lo que le preguntaban tanto Isabel, como María: su viaje a Nueva York, sus guisos, cómo entro en la casa de Guillermo a cuidar de una familia numerosa, qué pasó con sus hijos, cuántos nietos y biznietos tiene, su participación como crítica de cine en la radio, cómo se entretiene ahora, cómo le pesan las piernas…
Y la hubiéramos escuchado durante horas. Con respeto, por su capacidad de sobreponerse a todas las adversidades de la vida. Con admiración, porque sigue siendo capaz de sonreír y de hacer bromas de los episodios más dolorosos de su vida. Con cariño, como el que se siente por una vieja amiga, porque se coló en los salones de nuestras casas con su película. Y con mucho amor porque ella nos confesó también quién fue el amor de su vida y cómo la cosa se echó a perder porque la casa de protección oficial que le dieron, en vez de un bajo fue un cuarto piso sin ascensor, y “claro, él era cojo y si me hubieran dado un bajo, habría seguido con él, porque era muy guapo”.
Finalizamos este breve encuentro con besos, fotos, regalos y aplausos. Y con el corazón latiendo fuerte, pensando en la vida, que a pesar de ser dura y haber maltratado a muchas mujeres, a pesar de las dificultades, se abre paso en estas historias que nos recuerdan de dónde venimos y a dónde queremos ir.
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