Rafael de Frutos Brun
La cosa empezó una tarde del 2019, en plena pandemia, en nuestro querido pueblo de Montejo de la Sierra.
Tres mujeres del pueblo se reúnen y coinciden en que el pueblo está triste, ya que los vecinos están enclaustrados y con miedo, que las calles están vacías, que no se oye jugar a los niños y que la autoestima está deteriorándose.
En ese momento, Beatriz, Ascensión y Julia (nuestras promotoras, que han tenido el detalle de regalarme el título del escrito) piensan ilusionadas que hay que hacer algo para devolver al pueblo la vida y la esperanza que se está echando a perder.
De sus mentes surgen cantidad de ideas, proyectos y deseos para que esto cambie y con mucha ilusión se implican en un trabajo que esperan madurar y que ha de consistir en devolver al pueblo su vida normal, a ayudar a aquellas personas que más lo necesitan, a tener contacto entre todos y en definitiva, alegrar y mejorar el sitio donde vivimos.
Dura empresa y difícil objetivo conseguirlo, pero después de muchas conversaciones y descartes se elige un proyecto. ¡Vamos a fabricar un Árbol de Navidad a ganchillo con lana de distintos colores! Y vamos a invitar a toda mujer y a todo hombre que quiera colaborar en el mismo a que ayude en su construcción.
Se lanza la idea y el mensaje al pueblo, animándole a que participe en la empresa. Empieza el boca a boca.
¿Ustedes han visto al terminar el verano que cae una chaparrada de agua y a los dos días están las merenderas floreciendo todas a la vez? Pues mucho más es lo que ha pasado apuntándose para tejer el árbol. En una semana había 56 mujeres dispuestas a participar en el evento. La mayor con 90 años, la más joven con 16 años.
Con el apoyo del Ayuntamiento y la Caixa se compran 200 madejas de lana de diferentes colores, que se reparten entre las colaboradoras, y “manos a la obra”. Unas harán las flores, aquellas las hojas y otras las ramas, mientras los hombres empiezan a forjar el soporte de hierro donde se colocará todo lo tejido.
Los que estamos en el pueblo hemos visto a la puerta de casa a nuestras heroínas montejanas, ganchillo en mano, tejer el árbol sabiendo que al mismo tiempo tejían otro árbol muy importante de amistad, convivencia, ayuda y enseñanza sabiendo que el valor del árbol era interesantísimo para todos. Las veteranas enseñando a hijas y nietas y contando aquella anécdota de «aquel paño que ella hizo antes de casarse».
Tendrá el árbol unos 5 metros de alto por 3 metros de ancho. Ilusionante, emocionante, digno de todo elogio. La idea, excelente. La realización, insuperable. El resultado, un 10. Llevará el árbol alrededor de 3500 piezas con una media de 9 centímetros de diámetro cada una. ¡Unos 22 metros cuadrados tejidos! Y para unir todas estas piezas hay otras 35 personas que las han cosido. Todo un éxito de colaboración.
ENHORABUENA a la gente del pueblo de Montejo que ha puesto la primera piedra de lo que puede ser en el futuro parte de la Navidad. Esta puede ser la levadura que fermente y que traiga nuevos eventos beneficiosos para el pueblo y sus vecinos. Lo deseamos de todo corazón.
El árbol estará colocado en La Plaza, junto al Ayuntamiento, y disfrutaremos al pasar viéndole, y haciéndole fotografías, y diciendo: «mira, esas rosas blancas las hizo mi madre», «mira las hojas verdes que están rematadas en azul las hicieron la abuela y la tía».
Yo pienso que el árbol de la esperanza echará tallos y nacerán más árboles si los hijos de Montejo lo regamos, podamos y cuidamos. Algún adolescente de hoy, cuando tenga ochenta años, y vea la foto de este árbol dirá: «en ese árbol colaboró mi abuela, mi madre y mis hermanas en el año 2022».
Montejo noviembre 2022
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