El viernes día 15 de Julio, en el museo de los Sentidos de Cervera de Buitrago se vivió un encuentro donde los recuerdos, las emociones y sentimientos de cinco mujeres, de cinco pastoras cautivaron al público asistente. Es una tarde, donde nos sentimos más a gusto al escribir una crónica, que será siempre un pálido reflejo de lo vivido.
Las historias de Anastasia Sanz y María García de El Berrueco, Felisa García y Alfonsa Valle de Cervera, y Juani Ramírez de Cinco Villas llegaron al corazón de los asistentes, e ilustraron sobre la vida dura, pero apegada a la tierra de estas y otras muchas mujeres que vivieron esa vida.
Después de ellas, hablaron dos pastoras del siglo XXI, que nos contaron sus proyectos de pastoreo actuales: Clara, de «Entrelobas» Serrada de la Fuente y Concha de La Caperuza, Bustarviejo.
Este encuentro recogía los testimonios de cinco mujeres de tres pueblos del Bajo Lozoya, que tenían como línea fronteriza el río Lozoya, ellas llevaban sus ovejas por unas tierras, mucho antes que existiera el embalse de El Atazar, una labor coordinada por María Julián Prados, Educadora ambiental de la Mancomunidad del Embalse de El Atazar (El Berrueco, Puentes Viejas, RObledillo, Cervera de Buitrago, El Atazar y Patones)
En estos pueblos había más pastoras que pastores, “Cuando nos pusimos a investigar vimos la gran importancia que tenían, aunque ellas se la quitan, nosotros ahora se lo devolvemos. Son muy mujeres muy sabias, como nos van a demostrar, contando muchas pero, sobre todo, los valores, que nos transmiten: la ayuda mutua, la colaboración, el amor por la tierra, el trabajo, la generosidad, los cuidados.
Nos hablan de su vida, de como trabajan, de como se divertían, las noches de frio y el respeto entre todos”
Felisa Garcia, Cervera de Buitrago: De noche y de día cuidando ovejas, teníamos que rodear el ganado, teníamos que dormir en el suelo, siempre con un ojo abierto, para que no se perdieran»
Juana Ramírez, de Cinco Villas, desde pequeña iba de Pastora, con una mantita al hombro y con un ojo abierto para que no se desperdigarán. De noche era duro, de día mejor porque podías hablar con otras pastoras, en tiempos de verano, los días de tormento lo pasaba de mal, te caían granizo, luego tenías que segar, a coger algarrobas, trillar, todas las faenas del campo, de todo, desde pequeñita, ahora todavía hecho una mano porque me gusta
Alfonsa de Cervera, estuvo 12 años de pastoras, c”on nueve años me mandaron con 10 ovejas, y no sabía contarlas, durmiendo en el suelo, haciendo de todo, yo toda mi juventud la pase de pastora hasta que me case y tuve mis hijos”
María de El Berrueco, yo con seis años ya estaba con las ovejas, pero según crecías te mandaban más cosas – nos relacionábamos a través del rio, cada uno de nuestro lado, seguimos manteniendo la amistad
Anastasia, desde los seis años con las ovejas, era tan pequeñaja, que mi madre me ataba la cesta al brazo para que no la perdiera, cuando dejábamos a las ovejas en los tinaos, íbamos a ayudar a mi padre a segar, después de la merienda cena, mientras mi padre se ocupaba de recoger, yo me iba con las ovejas a dormir al campo, y si no cuidaba la huerta, porque entonces llovía, corrían los arroyos, no como ahora, yo hecho de todo. El campo es muy esclavo pero también muy bonitos había mucho ganado, que limpiaban el monte, los caminos, no como ahora. Ahora el ganado no es tan duro. Nosotros nos hacíamos nuestros medias, se mojaban y nos lo quitábamos, con una manta raid, tendría que haber más ganado.
Medias de lana, el mantón, el Zagalejo en Cervera de Buitrago, la Manta en El Berrueco, las sandalias, las albarcas….
El encuentro permitió el relato de muchos historias, anécdotas, de como se pasaban consejos para coser, para cuidarse, las fiestas (pues algún baile hubo”, la rivalidad con las pastoras de cabras, el respeto de los chicos (algunos también pastores) y el recuerdo de una vida de trabajo, donde cada uno tenía su responsabilidad, sin importar la edad.
Próximamente la Mancomunidad editará un video con sus relatos.
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