La violencia en las escuelas, causa una disminución del éxito académico de los estudiantes, el deterioro del clima escolar, la deserción escolar y crea malestares psicológicos.

Maestras y maestros del CRA de Lozoyuela 

Los niños que padecen maltrato manifiestan un funcionamiento comportamental problemático (ONU, 2006). Podemos afirmar que casi un tercio de los y las adolescentes del mundo (32%) han sufrido acoso escolar recientemente, tal y como reflejan las últimas cifras facilitadas por la UNESCO (2019) en su estudio “Ending school violence and bullying”, siendo la media europea de un 25%. En España, el 15,4% del alumnado (18,2% de los chicos y 12% de las chicas) ha sufrido alguna forma de bullying o maltrato. Los exámenes del acoso y ciberacoso (Machimbarrena, & Garaigordobil, 2018; Montañez, & Martínez, 2015) han demostrado que la violencia entre iguales tiene consecuencias extremadamente negativas para todos los implicados, aunque con diversos síntomas y niveles de sufrimiento. Los efectos más marcados se dan en las víctimas, pero agresores y observadores implicados en situaciones de abuso corren un mayor riesgo de sufrir desajustes psicosociales y trastornos psicopatológicos en la adolescencia y en la edad adulta (Garaigordobil, et al., 2018). 

No podemos garantizar el Derecho a la mejor Educación de los niños con estos niveles de violencia en las escuelas y en las aulas. Todas las Actuaciones Educativas de Éxito, (en adelante AEE) avaladas por la comunidad científica internacional, mejoran los resultados y la convivencia en los centros escolares independientemente del contexto, si se aplican rigurosamente. Una de estas AEE es el Modelo Dialógico de Prevención y Resolución de Conflictos, (Flecha & García, 2007), en adelante MDPRC, en el que se enmarca el Club de Valientes, CV. Sabemos y está demostrado que la transformación de la convivencia del centro que implica a todo el profesorado, la participación y el posicionamiento de toda la comunidad educativa, proyecta mejores pronósticos en el medio y largo plazo (Martín Casabona & Tellado, 2012). 

El club de valientes sin violencia o CV, es una de las concreciones prácticas que se proponen desde el MDPRC, para conseguir un clima de protección y buen trato; un horizonte de violencia 0 desde los 0, es decir, escuelas libres de violencia, es decir, que el colegio sea un espacio seguro de socialización. Además, el CV es preventivo de la lacra de violencia de género (VdG) dotando de atractivo a las personas que se posicionan en contra de cualquier agresión. El CV es determinante para evitar que el agresor pueda resultar atractivo y pueda salir impune. Para conseguir este impacto social es esencial proteger al valiente que protege a la víctima de VdG para evitar su victimización por Acoso Sexual de Segundo Orden (SOSH) por sus siglas en inglés.

El CV, en el aula, nace motivado por el cuento “El club de los valientes” (Ibarrola, 2008). A partir de la lectura se crea un tablón donde se incluye las fotos o dibujos del alumnado que forma parte del club. Es prioritario generar un marco teórico previo con los niños/as para introducir el CV en el aula una vez facilitado el compromiso y la participación motivada del alumnado ya que se refuerza el atractivo de ser valiente. 

Valiente en el CV significa posicionarse contra la violencia y tener conductas proactivas con sus iguales. Se da mucho protagonismo a esas actitudes no violentas, de ayuda y de cuidado. Ahí ponemos el foco de nuestra atención desarrollando un decálogo, en el aula y en el centro, de buen trato o decálogo del valiente con reflexiones dialógicas del alumnado orientadas desde el lenguaje del deseo (Flecha, 2008; Flecha & Puigvert, 2010). Por tanto, se dota de atractivo a conductas de oposición frontal a la violencia, conductas proactivas y preventivas, no violentas (Aubert,et al., 2011) desde Educación Infantil.

El CV se puede implementar en las aulas a modo de asambleas de convivencia para la prevención y resolución de conflictos dialógica, vaciando de atractivo las conductas violentas. Partimos de la premisa que todas las personas tenemos capacidades específicas para solucionar conflictos y posicionarnos ante la violencia, especialmente el alumnado, que es el principal protagonista de los centros escolares.

“El club de valientes” es un compromiso grupal por cuidarse y ayudarse para ser parte del grupo, del CV. Todos los niños quieren estar con sus compañeros/as y ser reconocidos por ellos/as. El grupo ha decidido y se ha comprometido a ser valiente tanto en el centro educativo, como fuera de él. El CV trasciende así la convivencia escolar llevándola más allá del espacio y tiempo educativo del colegio para llegar a la comunidad. Esto implica que también los conflictos que surgen fuera de las aulas se abordan en el CV puesto que éstos en muchas ocasiones tienen como origen el centro escolar y casi siempre afectan al mismo grupo de iguales. 

Las conductas agresivas o violentas son actitudes cobardes y sometidas al debate del grupo para intentar solucionar los problemas de convivencia que afectan a todos. Nuestro amigo se ha equivocado y queremos ayudarle porque le queremos. Somos valientes, intervenimos, hablamos y le tendemos la mano para estar en el grupo desde un diálogo grupal igualitario que conecta con sus intereses y preocupaciones. Es el grupo quién decide cuánto tiempo está fuera del CV vaciando de atractivo la violencia y aislando la conducta del agresor. Cuando este varía su actitud, regresa al Club de Valientes, y vuelve a estar integrado en las dinámicas del aula y en los juegos. 

Reforzamos las actitudes valientes y vaciamos de atractivo las violentas o cobardes para intentar socializar al alumnado del colegio en libertad, es decir, sin violencia. No toleramos ni normalizamos cualquier tipo de violencia desde infantil. Rechazamos el uso o recepción de cualquier tipo de violencia en sus vidas. 

Saber elegir a personas no violentas es impulsor de mejores aprendizajes, es altamente preventivo de cara a otras etapas y será garantía de un mejor futuro.