AVES DE LA SIERRA NORTE
Miguel Ángel Granado
Hoy día siete de junio comienzo a escribir mi nuevo texto. Hoy siete de junio es el Día mundial del Vencejo común (Apus apus). Y además en este 2021 ha sido elegido como Ave del Año; esta última nominación no es precisamente para alegrarnos, ya que las especies que son declaradas aves del año han sufrido un descenso en sus poblaciones y, el escogerlas es para ayudarlas especialmente. Así que este 2021 estamos centrados en esta peculiar ave. Sirva este artículo para que los conozcamos más y sepamos apreciarlos y protegerlos. Los vencejos pasan la mayor parte de su vida en el aire, son llamados ”artistas del vuelo”. Todos los conocéis, esas aves negras en forma de cruz que se mueven a gran velocidad, realizando giros inesperados y a veces volando en grupo, como sincronizados; asimismo no dejan de emitir sus chillidos mientras se desplazan. Recientemente se ha descubierto que viven nueve meses en el aire, exceptuando los tres del periodo de crianza. La edad adulta la alcanzan a los dos años de edad; hasta ese momento permanecerán en África. Luego pueden seguir “solteros” hasta los cuatro y, su longevidad oscila desde los once hasta veintiuno. Son aves estivales, que llegan desde el sur del Sáhara durante el mes de abril y, a finales de julio abandonan las colonias de cría en los pueblos y ciudades, pudiendo localizarlos en agosto únicamente en el campo y, produciéndose el paso numeroso por el Estrecho de Gibraltar a lo largo de septiembre. Durante la migración en algunas jornadas recorren hasta un millar de kilómetros.
Los vencejos, junto con algunas otras aves como los colibríes, pertenecen al orden de los Apodiformes, cuyo significado en griego es “sin pies”. Si alguna vez encontráis un vencejo en el suelo -casi siempre serán jóvenes que saltan del nido precozmente debido al calor- no podrá remontar el vuelo y debemos ayudarle apreciando, primero que no tenga lesiones y, poniéndolo en la palma de nuestra mano, la agitaremos suavemente arriba y abajo hasta que vuele, al sentir el aire en sus largas alas; nunca se les debe lanzar. Tienen una longitud de unos 17 cms. con casi medio metro de envergadura, de pico corto pero la boca es ancha y la garganta blanquecina, con grandes ojos negros. Su cola es horquillada; sus pequeños pies tienen cuatro dedos de fuertes garras dirigidos hacia delante, lo que les proporciona la capacidad de sujetarse en paredes verticales. No existe dimorfismo sexual. Esta especie se distribuye por toda nuestra península, islas Baleares, Ceuta y Melilla y, se encuentra en número escaso en cuatro de las islas Canarias.
No está ligado a un hábitat específico; se le puede encontrar en todo el área Paleártica, desde desiertos hasta montañas altas, sólo requiere que existan buenas poblaciones de insectos y huecos donde anidar. Obviamente, se da en mayor número en zonas cálidas. Los machos con pareja llegarán primero y buscarán la oquedad donde estaba su nido, rivalizando con otros “solteros”; son fieles a su pareja y al lugar concreto donde anidaron. En España siempre los encontramos en zonas urbanas, en huecos de edificios antiguos, preferiblemente. Se alimenta de pequeños insectos que atrapa en el aire, especialmente moscas, mosquitos y hormigas voladoras, además de pulgones y arañas que lleva el viento; a veces realiza barridos con la boca abierta; volando entre las abejas es capaz incluso de capturar únicamente a los zánganos, evitando las abejas obreras, con su peligroso aguijón. Esta capacidad nos demuestra su excelente visión y grandes reflejos. Bebe en vuelo.
Unos días después llegan las hembras y aunque esta especie es monógama, los viajes migratorios los realizan por separado, con lo cual dejan de verse durante ocho meses…, hasta que una nueva primavera acontece el reencuentro en el interior de su oscuro hogar. Tras comunicarse con chillidos reconocibles por ambos, comenzarán a acicalarse, saldrán y volarán juntos muy rápido por delante de la colonia (estas aves alcanzan velocidades de hasta más de 100 km/h) y, concluirán el cortejo con las cópulas, que a menudo suceden también en su medio, el aéreo. A partir de ese momento, las parejas defienden su oquedad de otros vencejos intrusos y, construirán un nido en ella. Tendrán que buscar materiales para ello y también los obtendrán en vuelo: telas de araña, plumas, pajitas, pelo,…, que flotan en el aire y que utilizarán para moldear un cuenco, revistiéndolo con su saliva. Llegará enseguida una única puesta que se compone de tres huevos, si el tiempo es cálido. Si es templado o frío, pondrán únicamente uno o, a lo sumo, dos. La incubación es tarea conjunta, durante unos veinte días. Los pollos al nacer, son alimentados unas diez veces cada jornada, hasta que llegan a volar a los 40-45 días; pero la estancia se puede prolongar un poco más, si hay días fríos. Los adultos crean una bola de 1-2 gramos, agrupando multitud de insectos y así dan de comer a los pequeños. A las dos semanas los pollos llegan ya a pesar lo que sus padres, unos 45 gramos; con cuatro semanas ya los superan, alcanzando unos 60 gramos. Se trata de un mecanismo de defensa, acumulando suficiente grasa por si las temperaturas bajan. Si se da el caso, tienen la posibilidad de entrar en estado de hibernación, ralentizando su metabolismo, llegando a ayunar hasta una semana permaneciendo vivos. Si el calor no llega y, ante la posible pérdida de su descendencia, los progenitores utilizarán otra estrategia, denominada “fuga de tempero”. Esta adaptación a los días desapacibles prolongados, consiste en alcanzar mucha altura y alejarse decenas o cientos de kilómetros, dejando atrás las borrascas, buscando zonas soleadas en las que encontrar comida y, retornar al nido con alimento para sus polluelos. Fascinante la adaptabilidad de estas aves.
A mediados de julio, los adultos ya no ceban a su descendencia; los jóvenes se asoman a la puerta del nido reclamando pitanza, hasta que saltan y realizan su primer vuelo. Ya no volverán nunca a ese agujero donde vivieron sus primeros días. Ahora toca alimentarse para preparar su primer viaje hacia las tierras africanas. Concluyendo, resaltar que las poblaciones de este ser excepcional han disminuido alarmantemente en los últimos años, debido sobre todo a la demolición y reforma de edificios antiguos y construcción de otros modernos, con ausencia de huecos en sus fachadas. Le afectan asimismo la contaminación atmosférica en las grandes ciudades y, el empleo de pesticidas e insecticidas en los pueblos. Recordando a Miguel de Unamuno y su poema “Han vuelto los vencejos”, esperemos que en el futuro continuemos diciendo, como él escribió:
Han vuelto los vencejos,
como ellos vuelven…¡siempre!:
con su alegre chillar el aire agitan
y el cielo, con su raudo ir y volverse,
al caer de la tarde
cobrar vida parece.
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