El apoyo mutuo: un factor de evolución

Ana Martí

Nuestros mayores lo saben bien. Esta crisis sanitaria en la que seguimos inmersos muestra de nuevo que las personas y la vida es simbiosis, no competencia. 

La primavera de 2020 nos ha brindado un momento de lucidez social para observar y observarnos como personas y como sociedad. Quizá es el momento de que algunas transformaciones personales y colectivas cojan fuerza.

Desde el Centro de Educación ambiental (CEA) El Cuadrón, en colaboración con la Mancomunidad de Servicios Sociales Sierra Norte, se hizo un acompañamiento telefónico a personas mayores durante el periodo de confinamiento debido a la crisis sanitaria por coronavirus. Las educadoras del CEA hablaron con 25 mayores de diferentes municipios: Alameda del Valle, Pinilla del Valle, Lozoya, Canencia, Garganta de los Montes, Pinilla de Buitrago, Navarredonda, San Mamés y El Cuadrón. El teléfono es un medio de comunicación cómodo para gente mayor. Durante el confinamiento fue fundamental para muchas personas que viven solas. Fue una manera de cuidar en la distancia, tanto en lo material, suministrando alimentos, medicamentos o artículos de necesidad, como en lo emocional, acompañando, compartiendo miedos y preocupaciones, brindando comprensión, consuelo, e incluso ofreciendo una actividad en la que poder participar y aportar: El Banco de Saberes. 

El CEA El Cuadrón posee un Banco de Saberes de la vida rural que se nutre desde 2004 con la sabiduría y la cultura de las gentes de la Sierra Norte, que durante generaciones han sobrevivido en este territorio. Las llamadas telefónicas del confinamiento sirvieron de contacto y cuidado con la población mayor, a la vez que aportaron testimonios para este Banco.

Durante estas llamadas quisimos comparar el apoyo vecinal de antaño con el de hoy día. Parece que está claro que con el tiempo hemos perdido en cooperación y apoyo mutuo. Hablando de los trabajos durante la trilla o la siega, varias mayores relatan testimonios similares: “Antes, cuando acababas el trabajo de tu familia, ayudabas a otras que iban más atrasadas”. La limpieza de regueras, el cerramiento de terrenos comunales, el horneado del pan, el cuidado de hijos, hijas y personas enfermas, el pastoreo de vacas y cerdos, el uso compartido de animales, aperos y carros, la matanza, la costura, la compra, las construcciones de las casas y pajares, el auxilio en caso de accidente o emergencia, el uso de las primeras radios y televisiones, el traslado a otros pueblos, y un largo etcétera, eran tareas de la vida en los pueblos que se hacían de manera comunitaria. “Antes, el que tenía una cosa no tenía la otra”, “no tenías azúcar, y salías a la calle a ver quién te podía dar”. Se vivía en comunidad y el apoyo vecinal era un valor seguro. “Hoy ya no es como antes”, pero incluso hoy, “todo el mundo necesita de alguien”.

Nuestra sociedad nos permite ser más individuales y anónimos a costa de perder en cooperación y ayuda mutua entre vecinos, porque parece que la sensación de abundancia nos hace sentir más fuertes y capaces. Todas estas conversaciones nos hacen preguntarnos si de verdad somos tan fuertes solos, y si gozamos de tanta abundancia. La percepción de abundancia es ficticia por ser insostenible en el planeta y en el tiempo. Es la responsable de procesos como el cambio climático o la pérdida de biodiversidad. Según Yayo Herrero, antropóloga, ingeniera, profesora y activista ecofeminista, “vamos en contra de nuestra propia supervivencia”. 

Por eso sorprende que, a pesar de que el apoyo vecinal haya quedado reducido a poco, con la llegada del coronavirus, el grupo Acción Sierra Norte COVID-19 hizo cooperar a más de 450 voluntarias, y alrededor de 60 entidades diferentes, entre asociaciones, comercios locales, centros sanitarios, ayuntamientos, mancomunidades, cuerpos de seguridad y grupos de acción local. Los logros conseguidos fueron variados: se elaboró y distribuyó material sanitario necesario en momentos muy críticos de la pandemia, se recogieron y repartieron alimentos, y se dieron servicios diversos como limpieza sanitaria de calles e instalaciones municipales, reparto de tareas escolares, de medicamentos, etc. Se generaron alianzas muy importantes que nunca imaginamos, demostrando que cuando queremos, podemos. 

Piotr Kropotkin, con un libro cuyo título coincide con el de este artículo, descubrió que aquellas especies que más posibilidades tienen de sobrevivir son aquellas que saben encontrar en la solidaridad la mejor arma para asegurar su devenir.

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