ANTONIO SÁNCHEZ-MARÍN ENCISO
El recuerdo de aquellos hechos nefandos, no es sinónimo de rencor, parafraseando a Francisco Espinosa, su Memoria es para vivificarlos cónsul recuerdo, pues el olvido fue su segunda muerte, y tampoco es sinónimo de reconciliación.
Terror, miedo, sumisión…, poder. Gradación perfecta de los criminales, de ahora y de siempre:ETA, yihadismo, franquismo…
“La crueldad está en la propia guerra. La guerra menos cruel es la más corta. Y para que sea corta, tiene que ser cruel (Castro, Arzobispo de Burgos. 1936)
El terror es el arma, aunque no la única, que utilizan los fascistas para conseguir el poder que, por otra parte, por la inteligencia, por la fuerza de la razón, no pueden hacerlo.
El miedo, consecuencia del terror impuesto, es el procedimiento que utilizaron los sediciosos para alzarse contra la República y aplastarla y conseguir el dominio que han sabido conservar durante cuarenta años.
Miguel Ángel Aguilar:
Una vez instalado el miedo es muy fácil imponer la disciplina del asentimiento y presentar al discrepante o al librepensador como una amenaza insoportable, (…) Porque, continúa, una población temerosa resulta mucho más manipulable y enseguida se entrega a la práctica de la docilidad sin ofrecer resistencia crítica ninguna.
El miedo hizo que muchas personas olvidaran su pasado y admitieran, sin más, las doctrinas franquistas: ejemplos hay por doquier, en muchos Alcaldes republicanos que entregaran las llaves de los Ayuntamientos con cierta sumisión a las nuevas autoridades, en muchos Maestros, otrora republicanos, que se adhirieran al Movimiento, y no digo vergonzantemente puesto que en dicha situación ¿quién no hubiera hecho igual para salvar su vida y la de los suyos?…..
El miedo les hizo negar, incluso, su pasado, quemando los libros, las fotografías, los recortes de prensa, cualquier vestigio que les pudiera acusar, como es el caso de la madre de Moncho en la Legua de las mariposas, pidiéndole a su hijo que se olvidara de todo:
Recuerda esto, Moncho, Papá no era republicano. Papá no era amigo del alcalde. Papá no hablaba mal de los curas. Y otra cosa muy importante, Moncho, Papá no le regaló un traje al maestro.
La violencia, el terror, formaban parte del proyecto de los insurgentes. Era un plan trazado de antemano para conseguir el poder. Mola comunicó a los Alcaldes de los pueblos próximos a Pamplona:
Es necesario propagar una atmósfera de terror. Tenemos que crear una impresión de dominación (….) Cualquiera que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado.
Y añadía en el bando hecho público en la madrugada del 19 de julio en Navarra:
El restablecimiento del principio de AUTORIDAD exige inexcusablemente que los castigos sean ejemplares, por la seriedad con que se impondrán y la rapidez que se llevarán a cabo, sin titubeos ni vacilaciones.
Así mismo en las Instrucciones Reservadas a los conspiradores, firmada el 25-5-36, decía :
La acción ha de ser en extremo violenta para reducir en lo antes posible al enemigo que es fuerte y bien organizado. Y continúa: serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al movimiento, aplicándose castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas.
La Junta de Gobierno del colegio de Abogados de Madrid denuncia, leemos a Sevillano Calero:
Tales instrucciones, ordenan que se mate sin compasión, no sólo a los dirigentes y obreros de las organizaciones sindicales, sino a los individuos de su familia, para producir un espanto en el que se ahogue toda voluntad de defensa.
Y Manuel Azaña se lamenta amargamente:
La ferocidad de la guerra llega a extremos repugnantes. Unos trescientos hombres de la columna que manda El Campesino quedaron copados y prisioneros. Cuando se entró en uno de los pueblos tomados, encontraron a los trescientos hombres fusilados y con las piernas cortadas. (….) Creo que en Quijorna, (Madrid) fueron encontrados dos mil cadáveres de enemigos. A esto se le llama el “nacer de una nueva España”. Era preferible la “vieja, con todas sus lacras”. Indudablemente estaba acorde con la estrategia del terror de los sublevados.
Al preguntarle a Yagüe el periodista John Whittaker si había eliminado a los milicianos detenidos en Badajoz, contestó:
¿Pensaban que me llevaría conmigo a cuatro mil rojos…..? ¿Debería dejarlos en libertad a mis espaldas, permitiéndoles que hicieran nuevamente de Badajoz una ciudad roja?
Ignacio Cumbreño nos relata, siguiendo con nuestro deseo de exponer las distintas opiniones que refuerzan esta hipótesis criminal de los fascistas:
El teniente General Mizzian, hizo la guerra civil en el bando franquista y de él hablan en sus libros los historiadores Rosa de Madariaga, G. Cardona y el norteamericano Jonh Whittker. Me encontraba con este militar moro cerca de Navalcarnero cuando dos muchachas que parecían no haber cumplido los 20 años fueron conducidas ante él, escribe Whittaker. A una la encontraron un carné sindical en la chaqueta. La otra afirmó no tener convicciones políticas. Mizzian las llevó a lo que había sido la escuela del pueblo, donde descansaban unos 40 moros. Se escuchó un ululante grito de la tropa. Asistí horrorizado. Él, Mizzian, sonrió afectadamente cuando le protesté diciéndome que no vivirían más de cuatro horas.
Y, redundando en esta teoría, Eduardo Pons Prades, expone que Pascualín escuchó de boca de los falangistas que iban a fusilar a las escolleras del `puerto de Gijón a quince prisioneros, entre ellos a su padre, cuando uno de sus ejecutores, después de fusilarlos, decía:
¡Si todavía están vivos! Otro le replicó: ¡Cómo se nota que eres un novato! En cosa de segundos los fusilados empezaron a teñir las aguas del puerto con su sangre. Cuando pasaron cerca del escondite de Pascualín, éste oyó que el joven falangista volvía a preguntar: ¿Y por qué les disparamos a las piernas? El veterano le aclaró: Porque así tardan más tiempo en desangrarse. ¿Lo comprendes ahora?
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