I. García
La escasez de vivienda y su precio abusivo en la Sierra es un hecho que conoce todo el mundo y que padecemos periódicamente quienes vivimos de alquiler, pero durante los últimos meses esta situación se ha vuelto especialmente extrema e insostenible.
Desde hace ya un tiempo venimos sufriendo y denunciando una importante y permanente subida de los precios de alquiler en toda España. Concretamente en la Sierra ya somos muchas las personas que hemos tenido que abandonar las viviendas y/o los pueblos donde vivíamos porque no podíamos hacer frente a esas subidas. El aumento ha sido generalizado. A medida que subían los precios en Madrid, iban “curiosamente” subiendo aquí también. “Es el mercado”, decían. Lo que costaba 800 € pasaba por arte de magia a valer 1000 €, quien pedía 300 € de repente quería cobrar 450 €. Dinero rápido y fácil para caseros, rentistas y agentes inmobiliarios que sale directamente de los bolsillos enflaquecidos de arrendatarios, en muchos casos en «B» sin ni siquiera pagar impuestos por ello.
Muchas estábamos ya con el agua al cuello cuando llegó la pandemia, por lo que el impacto que el coronavirus ha supuesto para las precarias economías de muchas personas en la Sierra ha sido brutal: nuestra comarca, fuertemente vinculada al turismo y los servicios (entre ellos el sector cultural, que ha sufrido especialmente) ha sido muy golpeada y un gran porcentaje de la población ha perdido sus empleos o ha visto reducidos seriamente sus ingresos.
Esto nos preocupa, pero lo que realmente nos hace temblar de miedo y de rabia es que, aprovechando esta terrible y dramática situación, hay gente que pretende hacer el agosto a costa de nuestras vidas.
La covid-19 ha puesto de manifiesto la insostenibilidad de la vida en las ciudades. El hacinamiento, la falta de espacios verdes o la escasez de espacio o de luz en las viviendas urbanas se ha hecho insoportable para muchas personas durante los meses del confinamiento. La ciudad en plena pandemia pierde sus atractivos y se convierte en una cárcel, al no existir o estar muy menguada la vida comercial, cultural y social allí, que era su principal valor. A la necesidad de espacios abiertos o de mayor contacto con la naturaleza, se suma la posibilidad de teletrabajar (en algunas profesiones cualificadas, que se corresponden en general con las mejor remuneradas), lo que hace que de repente la distancia a los centros de trabajo deje de ser un obstáculo. Esto, unido al reciente boom del medio rural que en los últimos años se ha puesto tan de moda, hace que muchas personas empiecen ahora a valorar los pueblos como una opción viable para vivir mejor.
Hay quien piensa que esto puede ser una excelente oportunidad para nuestros pueblos, para esa España Vaciada que necesita nuevos pobladores. Y podría serlo, siempre y cuando no suceda lo que ya está pasando en nuestra comarca.
Lo que está pasando en la Sierra Norte es que ante esta nueva demanda de vivienda por parte de sectores de población con mayor poder adquisitivo, existen arrendadores y agentes inmobiliarios sin escrúpulos que empujan los precios de la vivienda al alza, exprimiendo aún más a sus inquilinos/as y amenazando con echarlos en un momento muy delicado y de gran vulnerabilidad.
Lo que está pasando son casos como el de las viviendas sociales de La Caixa en Bustarviejo, donde la propiedad ha decidido no renovar los contratos y donde solo la presión de la gente (a través de su organización en forma de plataforma) ha conseguido que las ocupantes en “vulnerabilidad” puedan quedarse.
Lo que está pasando es que en Navalafuente un propietario de un gran bloque de pisos ha decidido venderlos a un fondo buitre, que está expulsando a los vecinos para especular con las viviendas. A quienes aún no les ha vencido el contrato de alquiler se les ha ofrecido quedarse pero sabiendo que el nuevo propietario no se va a hacer cargo ya de arreglos, mejoras, limpieza ni mantenimiento de las zonas comunes, aunque esté legalmente obligado a ello. Se obliga de esta manera mafiosa a que los inquilinos se marchen, para poder reformar las viviendas y venderlas o alquilarlas a mayor precio.
Lo que obviamente está pasando es que no hay regulación sobre los precios de los alquileres y entonces la codicia pasa por encima de la vida. Cuando sale gratis dejar que una casa se caiga, la vivienda pierde su función social y se convierte en pura mercancía. Y por supuesto, cuando los desarrollos urbanísticos se diseñan para generar bolsas de segunda residencia, la primera se encarece Estas son decisiones políticas que dependen en gran medida de quienes legislan en los parlamentos nacional y autonómico.
Estamos viendo ya un proceso de “gentrificación rural”, por el cual personas y familias con menos recursos se ven expulsadas y sustituidas por nuevos pobladores urbanos, con empleos mejor pagados, grandes coches de alta gama y un deseo de escapar y a la vez de aislarse. Personas con raíces en el territorio se ven desarraigadas. En algunos casos, además, el territorio pierde habitantes que participaban activamente en proyectos culturales, sociales o comunitarios que lo dinamizaban enriqueciendo la vida cotidiana de la comunidad. El resultado es una Sierra menos diversa y menos viva.
Pensábamos que la crisis del coronavirus iba a hacernos mejores personas, pero parece que a algunas esta situación les hace ser aún más egoístas, avaras y mezquinas. Es aterrador ver cómo ante este escenario dramático, algunos solo son capaces de mirar por su propio interés, primando su enriquecimiento patrimonial por encima del sufrimiento de sus vecinos/as. Nos preguntamos si cuando pase esta crisis, esos caseros que sin necesitar el dinero para vivir expulsaron a sus inquilinos de sus casas, podrán mirarse al espejo sin que se les caiga la cara de vergüenza.
También existen algunos propietarios, pocos pero muy reseñables, que deciden no dejarse llevar por la codicia. Que obtienen una renta por su vivienda, pero que rechazan la oportunidad de ingresar cada mes unos euros más, tal vez porque prefieren cuidar a la gente que habita sus casas. Otros, menos aún, han aceptado no cobrar durante los meses más duros si sus inquilinos han perdido ingresos. Tal vez porque saben que no podrían mirarse en el espejo.
Sorprende mucho que esto esté sucediendo en una comarca en la que ha habido muchísimas iniciativas sociales de todo tipo: grupos de apoyo mutuo, grupos de consumo, cooperativas, asociaciones, iniciativas agroecológicas, grupos de apoyo en el ámbito sanitario, iniciativas y movimientos en defensa de los servicios públicos, etc. Aunque se están fraguando algunas iniciativas, el movimiento de vivienda tiene por el momento una implantación baja en la Sierra: prácticamente solo existe la Plataforma de Afectadas por la Hipoteca, que con mucha menos gente implicada de la que sería necesaria consigue grandes victorias en luchas concretas con personas reales. Sin duda el movimiento por el derecho a la vivienda es un espacio de militancia y activismo prioritario aquí y ahora. Sin techo o con miedo a perderlo difícilmente podemos hablar de vida digna. La falta de respuesta social organizada es una oportunidad de oro que estamos decidiendo regalar los inquilinos a los rapiñeros.
Conviene saber, eso sí, que tenemos posibilidad para defendernos mutuamente:
- El Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Madrid (https://www.inquilinato.org/), pone a nuestra disposición en su página web información útil y clara sobre cuestiones legales (duración del contrato, obligaciones y derechos de las partes, etc.). Además está haciendo un trabajo muy útil apoyando la organización de “Bloques en Lucha” contra los fondos buitre que compran viviendas en alquiler para especular a costa de la gente.
- La Plataforma de Afectadas por la Hipoteca Sierra Norte (https://pahsierranorte.wordpress.com/) apoya a muchísimas familias en sus luchas mediante todo tipo de herramientas.
- además, ya se están organizando asambleas de vivienda y plataformas de afectadas en algunos pueblos.
En definitiva, mientras los gobiernos y parlamentos no legislen a favor del derecho efectivo a la vivienda, debemos organizarnos para defendernos. Haremos que aquellos que forman parte de esa rapiña que especula y se aprovecha de esta situación sientan rechazo social y vergüenza. Tienen motivos para sentirla.
Me parece muy apropiada la defensa de JOSE de los arrendandores. Dice que contesta con datos, no con opiniones. Estos son sus datos:
«Yo no sé dónde ha vivido usted en régimen de alquiler, pero nos habla de lo que valía 800, ahora vale 1000. [..] Eso con un precio razonable debería de costar, al menos, 1.500 euros mensuales.»
La intención es clara. No van a parar.
El artículo toma más relevancia si cabe: hay que promover soluciones políticas y mientras, organizarnos para defendernos. Señalar a los rapiñeros.
Aunque los «rapiñeros no existan».
Saludos
Como arrendador de vivienda, le voy a contestar con datos a su opinión en el artículo “La Rapiña”
La palabra que usa como título significa robo, hurto, desfalco, ratería…..y no creo que ningún arrendador se merezca estos apelativos de ladrón, ratero atracador etc. Que usted le atribuye.
Su párrafo sobre la escasez de vivienda en la sierra se refiere a que tendría que haber tres veces más para abaratar su coste?
Yo no sé dónde ha vivido usted en régimen de alquiler, pero nos habla de lo que valía 800, ahora vale 1000 . Por lo que veo tenía alquilado un chalet de 200 m/2 de planta, con piscina y parcela de 1000 m/2. Eso con un precio razonable debería de costar, al menos, 1.500 euros mensuales.
Otra posibilidad es que usted fuese el arrendatario de una vivienda rural de tres dormitorios con patio para su barbacoa y huerto para sembrar y recolectar sus tomates y que estuviese pagando 250 euros mensuales. Claro el dueño estaría fuera de sus cabales si no le pidiese 450 o 500 euros.
El dinero no se consigue ni rápido ni fácil por los arrendadores. Imagínese que usted paga 450 euros por una vivienda rural en Bustarviejo o cualquier pueblo de esas características, de 100 m/2 y está edificada sobre un terreno de 150 m/2. La vivienda en cuestión se valora en 100.000 euros, el terreno en 50.ooo y el mobiliario en 20.000 euros. El total del precio actual es de 170.ooo euros. La amortización de un inmueble se ha de producir, en caso de arrendamiento, para que resulte con una rentabilidad mínima del 4%, en 25 años.( Lo normal está entre el 5 y el 7%).
Si usted paga 450 euros al mes, estaría dándole al dueño 5.400 euros año, el arrendador necesitaría 32 años en ver su rentabilidad. Le parece a usted caro su alquiler? Esto por no meterme en impagos, destrozos y hasta ocupaciones ilegales. Descuente usted I.B.I, I.R.P.F y en muchos de los casos reparaciones costosas cuando abandonan la vivienda.
El propietario de su inmueble puede que le cobrase en negro, pero usted también estaría delinquiendo igual al no exigirle un recibo o una factura, y no tener un contrato legal.
Los dueños de estos inmuebles, de propiedad privada, tienen todo el derecho a vender sus casas a un particular o a un fondo de inversión, que ustedes y sus plataformas llaman buitres.
Nadie se aprovecha de sus vidas. Nosotros no somos una O.N.G. Exija a su comunidad autónoma, a su ayuntamiento o a su gobierno que legisle y promueva vivienda social y no se quiera aprovechar de unos ahorradores que les ha costado mucho tener una o varias viviendas en propiedad. Unos por herencia y otros por inversión. Todos con derecho a la posesión de su finca y a arrendarla por lo que estime conveniente. Está usted viviendo en un país con un estado de derecho, no sé si usted se ha enterado.
La precariedad de su salario, por lo que leo, no la tiene que asumir el propietario de un inmueble; en todo caso le remito a los estamentos del punto anterior.
Y no queriendo extenderme, le digo como último párrafo: La palabra especulación, en todo caso, aplíquesela usted a sus ideas, entre otras la de abaratar, todavía más, la vivienda en la sierra y siga luchando en esas plataformas . Cuidado, no serán las que nombra, supongo, pero otras promueven las movidas OKUPAS.
Sabía el significado de la palabra rapiña? “Rapiñeros” no existe. Un saludo.
No nos cuente sus finanzas, que no nos interesan. Estamos en una emergencia sanitaria, social y económica sin precedentes. Si en este momento crítico, en el que la gente está perdiendo sus empleos y no tiene para llegar a fin de mes, usted está preocupado por maximizar la rentabilidad de sus inversiones inmobiliarias, se está retratando usted solo. Si usted, en esta situación catastrófica, está pensando en subirle la renta a sus inquilinos ahogandoles aún más o «invitándoles» a marcharse, entonces forma usted parte de la rapiña. No hay más que hablar.
El artículo habla de que en estos momentos hay que tener ética y humanidad, y eso pasa por perdonar la renta a quien no puede pagarla o al menos no subir en este momento el alquiler. Si este es su caso, si usted es una persona generosa, si entiende la gravedad de la situación por la que estamos pasando, entonces no se preocupe, no se ofenda y sobre todo no se dé por aludido, que en ese caso el artículo no va por usted.
Un saludo
Muy buen articulo, que triste que la sociedad este tan sormida que no haga nada por conseguir una vivienda digna a un precio decente, y que con un sueldo medio de trabajador casi no te de para vivir dignamente.
Muy buenas. Precioso y preciso artículo de una situación que se arrastra desde siempre.
El interés de los poderes públicos, locales, comunitarios e incluso estatales, es servir al crecimiento continuo del capital sea local o internacional.
Es un problema muy madrileño o de las grandes ciudades y su influencia sobre el territorio circundante. En el caso de Madrid no hay opción, han conseguido la ciudad extensa que traspasa la propia comunidad y afecta a todas las provincias colindantes, Avila, Segovia, Guadalajara y Toledo.
Según te alejas del centro bajan algo los precios pero como señalas con el teletrabajo poco a poco van a intentar que la sierra tenga un precio de la vivienda mas parecido a Madrid y su área metropolitana.
Un nuevo problema va a ser la ampliación del urbanismo y los detalles de maquillaje, viviendas de protección pública, que tan bien funcionan entre la gente madrileña y de España en general.
Saludos.