Miguel Ángel Granado
Un destello azul en el río, un pequeño pájaro que vuela cerca del agua batiendo sus alas a gran velocidad. En las escasas ocasiones en que podemos observar al Martín pescador (Alcedo atthis), la mayoría de las veces esta visión es fugaz. Existen varias especies en el mundo, todas ellas pertenecientes al género Alcedo; de hecho la que está presente en nuestro país es una de las más pequeñas que existen. Personalmente, cuando mejor he podido disfrutar de estas aves fue durante mi viaje a Venezuela hace unos años, navegando por la selva en una embarcación tradicional: distintos tipos de tamaños y colores, destacando el amazónico, de buena talla. Se comportan de modo similar a los de aquí: vas por el seno del río en la embarcación y se escuchan continuamente gritos estridentes, acompañados de vuelos de estas aves, siempre cercanas a las orillas, que se desplazan unos metros paralelos a nosotros y desaparecen en cualquier recodo del río. Son unos de los principales “actores” de aquellos grandes cauces tropicales.
El Martín pescador común (Alcedo atthis) es un ave de unos 17 cms. de longitud y apenas 25-28 cms. de envergadura. De tamaño menor que un gorrión aunque más voluminoso, su plumaje es uno de los más llamativos. En la zona dorsal dominan los tonos verde azulados brillantes, en la frontal un castaño anaranjado. La garganta es blanca, así como las manchas que tiene a los lados del cuello. De cabeza grande, con un pico muy largo, negro completamente en los machos y con la parte inferior rojiza en las hembras. Tiene las patas muy cortas y, al igual que sus pies, presentan un tono rojo intenso. El dimorfismo sexual es inapreciable, únicamente se diferencian por presentar las hembras ese tono rojizo en la mandíbula inferior. Los jóvenes son similares pero más turquesas y las patas tienen color oscuro. A pesar de tener estos tonos llamativos, posee buen mimetismo, ya que el color azul (si está de espaldas) se confunde con los tonos de las aguas y, el color anaranjado castaño (si está de frente) con los de la vegetación de ramas y raíces, que existen en las orillas de los ríos.
Presente en casi toda Europa, norte de África, Sudamérica y sur y centro de Asia, en nuestro país se encuentra bien distribuido, apareciendo en mayor número al oeste y escaseando en La Mancha y el sureste semidesértico (zonas de Almería y Murcia). Ausente completamente en ambos archipiélagos. Está estrechamente ligado a los cursos fluviales, donde obtiene su alimento. Ocupa preferentemente los tramos medios de estos, siempre que la calidad de las aguas sea medianamente buena, que exista vegetación palustre en las orillas y con taludes arenosos. En España este ave es residente (con pequeños desplazamientos en zonas frías durante el invierno) pero, muchos de los individuos del centro y norte de Europa, migran hacia lugares más meridionales. De este modo en invierno, la población de martines pescadores crece en nuestra península, resultando más fácil localizarles en los meses fríos.
Se alimenta fundamentalmente de pequeños peces, sobre un 65 por ciento de su dieta. Para pescar, se posa en alguna rama de la orilla a baja altura y observa; cuando localiza un pez, se sumerge rápidamente con el pico por delante y los ojos cerrados y lo ensarta (su tasa de éxito es grande); vuelve de nuevo a su posadero y, tras repetidos golpeos contra la rama, lo engulle de un solo bocado. Se ha constatado que en tramos de ríos donde no hay vegetación palustre, puede quedarse suspendido en el aire cerca del agua, aleteando constantemente en busca de presas; es similar al cernirse de los cernícalos. Asimismo puede volar pegado al agua (como las golondrinas), buscando el mejor lugar para sumergirse. Consume también insectos acuáticos, crustáceos pequeños y renacuajos, utilizando la misma técnica. Es frecuente que al lanzarse emita un chillido agudo (tiic-tiic). Llegado el mes de abril y hasta agosto, está en época reproductora. Excavarán un agujero en el talud (de 50 a 100 cms.) rematado al fondo por una cámara, encargándose sobre todo el macho. Una vez realizada la tarea se producen las cópulas y, la hembra pondrá de cinco a siete huevos, que incubarán ambos progenitores durante aproximadamente veinte días; tras la eclosión, los pollos son cebados por ambos durante 23 a 28 días, tras lo que adquieren la capacidad del vuelo. Pueden realizar segundas puestas. La tasa de mortalidad en los pollos es alta por lo que suelen sobrevivir dos individuos por cada puesta.
A nuestro protagonista le afectan fundamentalmente la contaminación de las aguas y los inviernos fríos, que congelan la superficie de los ríos y les impide pescar, produciéndose bastantes bajas. También la construcción de infraestructuras y, las especies de peces introducidas en los ríos, que se comen a los autóctonos más pequeños. Está catalogado como “De interés especial” y en el Libro Rojo como “Casi amenazado”. Deberíamos cuidar y vigilar la salud de nuestros ríos y, como bioindicador de esta, al pequeño y llamativo Martín pescador.
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