¿QUÉ TENEMOS EN LA CABEZA?

Paloma López Pascual – Psicóloga    

Impresiona constatar que ni siquiera la magnitud de este virus nos va a hacer cambiar. No hay más que darse una vuelta por los contenedores de residuos de cualquiera de nuestros pueblos el lunes por la mañana después de este fin de semana que han permitido salir desde la ciudad a las segundas residencias.

Parece que en sus casas y en sus jardines, las personas tienen lo mismo que en su cabeza: un exceso de basura y de materiales sobrantes y una escasez increíble de empatía y de sentido común.

La forma de intentar eliminar toda esta basura doméstica es «pasando la bola»: deshaciéndose lo antes posible y de la manera más fácil y rápida de todo lo sobrante, sin pensar ni un solo segundo en el resto de personas con las que convivimos y que tienen que sufrir la suciedad y el rebosamiento de contenedores y calles; sin pensar en el medio ambiente, imprescindible para nuestra supervivencia («nos cagamos en nuestra propia casa», con perdón de la expresión); y sin pensar, por supuesto, en los trabajadores y trabajadoras de la limpieza, dando por hecho que «para eso les pagan”.

Quizá tenemos la fantasía de ser señores y dueños de los demás, y pretendemos que estén «a nuestro servicio» y retiren así de nuestra vista lo más pronto posible todas nuestras excreciones varias (poda infinita, colchones sucios, botes de pintura, escombros, aparatos electrónicos desvencijados, juguetes rotos, piezas de coches, aceites…), sin pensar que una adecuada gestión de nuestros residuos de forma correcta, razonable y escalonada, no desbordará a las entidades, a las máquinas y, sobre todo, a las personas que se ocupan de ello.

    Y TÚ… ¿QUÉ TIENES EN TU CABEZA?

No hemos tenido suficiente con un virus que ha sido capaz de colapsar nuestro sistema sanitario. No; no hemos podido aprender de esto. Nos siguen quedando las prisas de soltar cuanto antes nuestras sobras a otros, para creer que así ya no las tenemos. Nos es absolutamente indiferente que con nuestras acciones sin pensamiento ni consideración, se colapse el sistema que se hace cargo de ellas -y de hecho se haría cargo de ellas sin problema-, si fuésemos comedidos y prudentes al depositarlas, y lo hiciéramos en los lugares y tiempos adecuados: puntos limpios en sus horarios de apertura, contenedores diferenciados por colores… (No es tan difícil. Sólo hay que querer hacerlo!!). Pero el comedimiento y la capacidad de esperar parecen una utopía. Funcionamos justo al contrario: cuanto antes nos vaciemos de nuestra porquería y antes se la pongamos a otros -aunque sea dejándola en medio de la calle-, antes sentiremos el espejismo de que ya estamos «limpios» de ella, sin darnos cuenta de que actuar así nos deja libres de residuos por fuera, pero llenos de basura por dentro. 

En la misma medida en que soltamos en cualquier lugar lo que tiramos, sin criterio ni cuidado alguno, justo en esa misma medida, vamos acumulando más y más puntos que nos colocan en la primera posición del pódium de lo despreciable como seres humanos que no cuidan ni a sus congéneres, ni a la naturaleza, ni -lo que es todavía más estúpido e inexplicable-, a  sí mismos.

1 Comentario sobre "¿QUÉ TENEMOS EN LA CABEZA?"

  1. Aquí pasa lo mismo, no importa, cualquier lugar es bueno, césped, parque, asfalto, aceras, campo, cada mañana veo restos de una obra doméstica desde hace 3 años, muy próxima a la ronda general de Tres Cantos. Por desgracia no parece haber importado mucho el confinamiento.

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